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El que se cansa pierde

El 27 de febrero del presente año se reiniciaron las negociaciones para buscar solución a la crisis sociopolítica nicaragüense. Por un lado, contamos con una muchas veces incomprendida y cuestionada Alianza Cívica, integrada por valientes nicaragüenses, algunos —y ya sabemos quiénes— hasta exponen sus vidas por siempre haber sido firmes con sus principios. Por otro lado, representantes del régimen que no tienen poder de decisión, siendo el mejor ejemplo un tristemente célebre somocista como abanderado del sandinismo.

Las negociaciones han arrojado un acuerdo para la liberación de las y los presos políticos, así como otro acuerdo de respeto a los derechos constitucionales, siendo este último redundante puesto que el régimen se compromete a respetar lo que por mandato constitucional debería. El éxito de las negociaciones le daría una oportunidad a la democracia y justicia en Nicaragua, país que es de todos, tanto de quien se identifica con la democracia, honradez o el mínimo sentido de decencia ciudadana, como de quien se identifica con los ideales chamuquescos.

Sobre el incumplimiento gubernamental de los acuerdos firmados queda poco que decir. Para muestra, ejemplos: 1) No se ha liberado a ningún preso político; 2) Derecho a manifestación sigue “prohibido”; y 3) Medios de comunicación siguen confiscados.

También estamos viendo el florecimiento de la desesperación gubernamental ante su nuevo “tranque”. Al igual que en el primer intento de diálogo, ahora los personeros del régimen solicitan el levantamiento del “tranque” de las sanciones que pesan sobre el círculo íntimo gubernamental, así como la Nica-Act, junto a las posibles sanciones de la Unión Europea. Nuevamente han vuelto a demostrar su punto débil.

El régimen manifiesta en sus comunicaciones que no le interesan las sanciones individuales, demandando el llamado conjunto al cese de sanciones económicas. Pero para que prospere tal llamado, el régimen tiene que cumplir con lo acordado.

Mientras tanto, la Alianza debería hacer un llamado público y contundente a la comunidad internacional para intensificar la presión sobre el régimen mientras no cumplan con lo acordado.

Deberían procurarse sanciones a los funcionarios cuya corrupción y violación a DD. HH. esté comprobada. Total, el régimen ya dijo que esas sanciones no le interesan.

Como estos personajes no entienden por las buenas, se deberá ponerlos contra la pared para que cumplan. Siendo así, la Alianza tiene el desafío de estar a la altura de las circunstancias. Serán los libros quienes juzgarán su actuar. Pero no solo la Alianza, cada quien desde su espacio puede y debe colocar su grano de arena en la construcción de la mejor Nicaragua, lo cual no será nada fácil, pero como dijo el líder venezolano Leopoldo López: El que se cansa, pierde. No podemos cansarnos, se lo debemos a nuestros mártires.

El autor es abogado.

Opinión Alianza Cívica negociaciones Nicaragua archivo
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