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Nuestra Tierra, creación de Dios

Con mucha alegría el agricultorado nicaragüense ha recibido las primeras lluvias que avizoran la proximidad del invierno sobre el cual se ha vertido dudoso pronóstico. Lo que nos invita a meditar sobre los desafueros en cuanto al comportamiento observado en la preservación de una biosfera saludable, en todos sus sistemas ecológicos, tierras fértiles, aguas puras, aire limpio; es decir, un medioambiente con sus recursos finitos, ante lo que muchos hemos implementado la tendencia hacia nuestros intereses en detrimento de prevenir o reducir los impactos que afectan a la Tierra, de cuya sustancia procedemos, según las Sagradas Escrituras, recordándonos que es nuestra morada, creada en perfección de oportunidades por Jehová Dios, según su propósito sagrado e inmutable.

La “Carta de la Tierra” de las Naciones Unidas, en su Preámbulo nos dice: “…debemos reconocer que en medio de la magnífica diversidad de culturas y formas de vida, somos una sola familia humana y una sola comunidad terrestre y un destino común. Debemos unirnos para crear una sociedad global, sostenible fundada en el respeto hacia la naturaleza, los derechos humanos universales, la justicia económica y una cultura de paz. En torno a este fin, es imperativo que nosotros, los pueblos de la Tierra, declaremos nuestra responsabilidad unos hacia otros, hacia la gran comunidad de la vida y hacia las generaciones futuras en la que todos debemos compartir una responsabilidad hacia el bienestar presente y futuro”.

Nada más conveniente para tomar conciencia por la defensa y preservación del ecosistema, máxime cuando la comunidad científica ha evidenciado que el calentamiento de la Tierra amenaza con el incremento de afectaciones negativas. No podemos obviar los daños ocasionados por la destrucción de los bosques, los malos manejos del suelo en las labores del agro, la erosión, la contaminación de las aguas, la extinción de la biodiversidad y la explotación maderera, que constituye una gran irracionalidad por quienes sin tener conciencia del daño que provocan, actúan impunemente en este desenfreno ambiental.

Cuando Dios creó al hombre, lo hizo a su imagen, según su semejanza, y de esta manera, pudiera ejercer la facultad de la razón, tener atributos como el del amor, sentido de justicia, sabiduría y conocimiento de todas las cosas; conciencia espiritual, para manifestar sus pensamientos y sentimientos, meditar en la bondad de su Creador y encontrar el disfrute del bienestar mental y físico que da el conocimiento del bien y del mal.

Así pues, teniendo presente lo anterior, creo que debemos anteponer, ante lo espiritual, como un deber sagrado, la materialidad y la ambición en pro de lo que Dios nos ha dado para nuestra vida, aportando conforme nuestro conocimiento y capacidad humana, por la diversidad y belleza de nuestra Tierra.

Opinión agricultorado Madre Tierra archivo
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