14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Nuestra vida es ascender

Vivimos la fiebre del desarrollo. En todas sus facetas se lucha a favor del crecimiento tanto en la vida política, como social, económica, cultural, religiosa, familiar y humana. Hoy nadie quiere quedarse atrás porque sabe que está perdido. Como decía Aristóteles: “Solo hay felicidad, donde hay virtud y esfuerzo serio, pues la vida no es un juego”.

No podemos vivir en lamentaciones, ni añorando el pasado que ya ni siquiera podemos cambiar: O luchamos por crecer o nos hundimos. O nos ponemos las pilas y vivimos cara al futuro o nos quedamos como los apóstoles “mirando al cielo” (Hch. 1, 11). Quien quiera ser mejor cada día ha de saber que estancarse es morir. Estamos metidos en una carrera que no podemos frenar. Solo quien agiliza sus pasos será capaz de llegar a la meta. Es necesario que nos vayamos liberando de tantos obstáculos a los que nos agarramos, pero que nos impiden caminar y seguir mirando hacia el horizonte que aún nos queda por alcanzar. Por eso tener presente que Cristo asciende al cielo, con ello los cristianos sabemos que el Padre no solo le dio la razón a Jesús y, por eso, le Resucitó, sino que, además, le puso en el lugar que se merecía: “A su derecha” (Heb. 1, 3) y le dio el título que se ganó “con poderoso clamor y lágrimas” (Heb. 5, 7): “El de Señor y Cristo” (Hch. 2, 36).

La vida de Jesús fue una constante ascensión: “Jesús crecía en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres”, (Lc. 2, 52). Su vida fue una ascensión permanente hasta que subió donde tenía que estar: A la derecha del Padre. Esta es o debe ser también nuestra vida: Una ascensión permanente. En el libro del Génesis Dios pide a la naturaleza entera que crezca, ascienda y se desarrolle (Gen. 1, 22). El mismo Jesús nos puso una meta que es una ascensión permanente, nunca tiene fin: “Sean perfectos como es perfecto su Padre celestial” (Mt. 5, 48). Asimismo, San Pablo nos invita a que caminemos siempre, sin descansar, hasta que lleguemos a la meta, “hasta que lleguemos todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, al estado de hombre perfecto, a la plena madurez de “Cristo”. (Ef. 4, 13).

No estamos llamados a ser mediocres, la mediocridad no tiene futuro. Nuestra vida, como la de Cristo, tiene que ser una ascensión permanente. El futuro es de quienes se esfuerzan en el presente.

Toda gran marcha empieza con un primer paso. La gran marcha de todo cristiano es crecer, ascender, día tras día, hasta llegar a la plenitud de nuestro destino, como lo hizo Jesús. Como dicen aquellos versos de la poesía “No te detengas”: “La mejor manera para no perder la brújula durante el camino es asegurarnos de ser nosotros mismos, e intentar superarnos cada día, sacando nuestra mejor versión. Nunca pierdas tu camino, porque en los largos caminos se conocen los buenos amigos. Hay lugares donde uno se queda, y lugares que quedan en uno. Pero ¡no te detengas!

Tu vida es como un libro, se termina un capítulo y empiezas otro…”

El autor es sacerdote católico.

Opinión ascender Crisis en Nicaragua archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí