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Candidato muy peligroso

Cristina Fernández de Kirchner (CFK), actual senadora y dos veces presidenta de la República de Argentina (2007-2015), procesada por la justicia en diez causas por corrupción y con cinco pedidos de prisión, se autoproclamó como candidata a la vicepresidencia para competir en las elecciones primarias de agosto y las generales de octubre próximo. Cristina sorprendió a todos y sumó una nueva pista al gran circo político argentino. Con su inesperada jugada quita fuerza y sostén al esquema de polarización al que apuesta el presidente Mauricio Macri para ser reelecto.

La expresidenta está a la cabeza de las encuestas que indican que en una primera vuelta le ganaría a Macri. Cuenta con los más altos porcentajes de “simpatía”, pero también con los más altos de “rechazo”. Y es precisamente en ese “rechazo” en el que confiaría el presidente para una segunda vuelta, pasando por alto que él a su vez genera un nivel de no aceptación similar al de aquella.

Por si faltara algo, CFK redondeó la fórmula y puso a la cabeza a un también más que inesperado Alberto Fernández. ¿Y quién es Alberto Fernández?

Fue un hombre muy cercano a los Kirchner, aunque en los últimos tiempos, en que incluso fue bastante crítico con Cristina, se le veía como más alejado; nadie lo imaginaba tan allegado ni de tanta confianza como para encabezar la fórmula. Fue jefe de Gabinete de Ministros durante la presidencia de Néstor Kirchner (2003-2007) y siguió ocupando ese cargo por un año (2007-2008) en el primer periodo presidencial de CFK. Alberto Fernández (AF) es un hábil político. Ambicioso, inteligente —aunque no tanto como él cree—, y muy arrogante. Es muy “porteño”; tiene ese estilo propio de unos pocos, pero que le afecta y le afea la imagen a todos los argentinos, injustamente.

AF aclaró que él no era Cámpora, para aventar las especulaciones sobre que se trataba de la misma maniobra que en 1973 ensayó Perón, que estaba proscripto, para hacerse del poder. En aquella ocasión el máximo líder puso a Héctor J. Cámpora como candidato. Este salió electo presidente y gobernó 49 días tras los cuales renunció habilitando una nueva elección y la vuelta de Perón.

Hay quienes le atribuyen a AF ser el artífice de la división de los argentinos y además lo señalan como un militante enemigo de la libertad de expresión. En su despacho ministerial, se dice y se admite, se concretó más de un “ablande” y varios “acercamientos” de importantes figuras del periodismo argentino. Eso lo hace muy peligroso. Durante su época, en marzo del 2005, una misión de la Sociedad Interamericana de Prensa, encabezada por el peruano Alejo Miró Quesada, de El Comercio de Lima, visitó la Argentina. El propósito era investigar in situ una serie de denuncias de ataques a los medios y el periodismos a través del uso discriminatorio de la publicidad oficial. Se trata este de uno de los más efectivos instrumentos que utilizan contra la libertad de prensa los gobiernos autoritarios, además de constituir un acto de corrupción por cuanto se usan los dineros públicos en función de fines particulares del o los mandamases de turno. No hubo entrevista con el presidente. Pese a que había sido acordada con la debida antelación Néstor Kirchner solo saludó de pasada a los visitantes, con ese gesto “tan simpático” que lo caracterizaba. “Los dejo en manos del jefe de mi gabinete” les dijo y les deseó “que tengan suerte”.

Las cosas quedaron claras. Fernández, Alberto, no anduvo con medias vueltas, dijo que el gobierno manejaba la publicidad de acuerdo a sus criterios y conveniencia y que de ninguna manera iba a apoyar o ayudar a aquellos medios y periodistas que lo critican. “Sí —afirmó—, el gobierno discrimina entre la prensa que es amiga y la que es enemiga”. Decididamente AF es un kirchnerista de pura cepa. En cuanto a la libertad de prensa es un candidato peligroso. Con Cristina o sin ella por detrás, en esa materia él solo se maneja muy bien. No necesita que lo ayuden.

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la SIP.

Opinión argentina Mauricio Macri archivo
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