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Carlos Fernando Chamorro, Nicaragua

El periodista Carlos Fernando Chamorro. LA PRENSA/ CORTESÍA/ CARLOS HERRERA

Carlos Fernando Chamorro: “La dictadura es insostenible”

El periodista critica el papel del ejército de Nicaragua, habla sobre el apoyo de los empresarios a los medios independientes, y que lo más duro del exilio ha sido no poder estar al lado de su madre, la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro

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Uno de los más reconocidos periodistas de Nicaragua, Carlos Fernando Chamorro, se encuentra en el exilio en Costa Rica, después que el régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo le confiscó de hecho sus oficinas en las que producía los programas televisivos Esta Noche y Esta Semana, así como el semanario Confidencial.

A través de una llamada telefónica, Chamorro, de 63 años de edad, graduado en Economía y con estudios de periodismo, accedió a hablar con la revista Domingo y cuenta que lo más duro del exilio ha sido no poder estar junto a su madre, la expresidenta Violeta Barrios de Chamorro, quien se encuentra en estado delicado de salud. Le duele no poder acompañarla y ansía darle un abrazo y un beso.

La trayectoria periodística de Chamorro incluye haber sido director de Barricada, diario del FSLN en los años ochenta e inicios de los noventa. Y desde 1995 dirige el Centro de Investigación de la Comunicación (Cinco), cuyas instalaciones fueron confiscadas de hecho por el gobierno en diciembre pasado.

En esta entrevista, Chamorro habla de la actual situación del periodismo en Nicaragua y del régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo, así como del Ejército y de los medios de comunicación del gobierno.

¿Cómo ha sido estar en Costa Rica?

El exilio es duro. Nadie escoge dejar su país en circunstancias como las que vivimos en Nicaragua, pero en Costa Rica hay una gran solidaridad para los nicaragüenses, particularmente para los periodistas y nosotros hemos logrado, desde aquí, reorganizar la conducción de mis programas de televisión y de Confidencial. La mayor parte de mi redacción está en Nicaragua. De manera que nosotros estamos en el exilio, pero yo sigo trabajando en Nicaragua desde Costa Rica. Y si el objetivo del régimen era callarnos, era cerrarnos, pues han fracasado. A pesar de estar en el exilio, nosotros seguimos investigando, seguimos denunciando y seguimos acompañando al pueblo de Nicaragua en esta lucha.

¿Qué es lo que más le ha dolido de salir al exilio?

Mi mamá está en una condición de salud delicada, reservada. Quisiera acompañarla. No lo puedo hacer bajo las condiciones de refugiado en que me encuentro en Costa Rica y por la situación de persecución que hay en el país. Y es muy dolorosa esa ausencia, esa distancia. Yo solo espero, confío, que este no será un exilio largo y poder retornar a Nicaragua y acompañar a mi madre y poder darle un abrazo y un beso.

Era obvio que usted corría riesgos en Nicaragua, ¿pero usted cree que Daniel Ortega se hubiera atrevido a encarcelarlo?

Los hechos hablan por sí solos. La redacción de Confidencial y de Esta Semana está tomada por la Policía desde la noche del 13 de diciembre y ahí vive la Policía ocupando nuestra redacción de manera ilegal. No hay una orden judicial, no existe ninguna justificación administrativa para esa ocupación, es una confiscación de facto, es un acto violatorio de la propiedad privada, del derecho a la libertad de prensa y, al mismo tiempo, de la libertad de empresa, porque están restringiendo el derecho de empresas que están registradas en el Registro Mercantil de Nicaragua. Me refiero a Promedia, que es la productora de Esta Semana, y a Intermedia, que es la productora de Confidencial. No hay absolutamente ninguna justificación. Una semana después se produjo el asalto contra 100 % Noticias, que fue más allá de la ocupación física de un medio, porque incluyó la detención de Miguel Mora y Lucía Pineda Ubau, a quienes se les abrieron juicios políticos en una aberración jurídica, el hecho de que a un periodista se le acuse de terrorismo o de instigación al odio por ejercer su función crítica en la sociedad. Yo conocí en los días posteriores a la Navidad de que existía una decisión política tomada por Ortega de capturar a otros periodistas, de hecho hay orden de captura contra otros periodistas, contra mi persona nunca hubo una orden de captura, sabemos que las acciones del régimen las han ejecutado también de facto. De manera que si Ortega ha sido capaz de masacrar al pueblo de Nicaragua, siendo responsable de más de 300 asesinatos, agresiones contra las Madres de Abril, contra los medios de comunicación, yo creo que la desesperación del régimen no tiene límites en cuanto hasta dónde puede llegar la represión, el límite se lo ponemos nosotros, el límite se lo pone el pueblo de Nicaragua, yo no creo que se vaya a detener ante nada que no sea la resistencia de la población.

Entiendo que usted recibió muchas palabras de solidaridad cuando se fue al exilio, pero, ¿recibió críticas?

Lo que yo encontré fue mucha comprensión, mucho apoyo y mucho respaldo. Desde el primer momento que salí de Nicaragua no dejé de hacer lo que estaba haciendo en Nicaragua, básicamente lo que hace un periodista, que es reportar, informar, denunciar, analizar, acompañar al pueblo en esta resistencia. Seguramente hay personas que tienen distintas opiniones en relación con esa decisión personal. Repito, no fue una decisión fácil, fue una decisión dolorosa, nunca se me había cruzado por la mente, pero sí he encontrado mucha comprensión y mucha solidaridad.

¿Lo han comparado con su padre, el doctor Pedro Joaquín Chamorro?

Mi papá es una referencia en la vida nacional por la lucha que él libró contra la dictadura de Somoza. Él escapó de un confinamiento, de San Carlos, en el año 57, con mi madre, a Costa Rica, en otras circunstancias, bajo otra dictadura. Pero yo salí bajo otras circunstancias. El punto para mí es que mi padre y mi madre son una fuente de inspiración, de fortaleza moral, por lo menos de lo que me mueve a mí para ser coherente con mis convicciones. Pero bueno, el legado de mi padre está más allá de cualquier tipo de comparación.

Los medios independientes están lidiando con los problemas económicos, ¿cómo mira esta situación?

Lo más grave de la crisis que enfrentamos es la criminalización del ejercicio del periodismo. Nada puede ser peor que eso. Estamos, es cierto, en una crisis económica, en una crisis política, pero la restricción mayor es la restricción de la libertad, que está simbolizada en el encarcelamiento de Miguel y Lucía. Además está la ocupación física de estos medios, las restricciones de papel y de tinta para los diarios, el acoso a los medios de televisión. Y a todo eso hay que agregarle la crisis económica. Hay una crisis económica del país que repercute en los medios, un desplome de la pautación publicitaria en todos los ámbitos, impresos, televisivos, digital. Y a eso se agrega la crisis de la industria, la transición de los medios a sus plataformas digitales. Es cierto que tenemos mucha audiencia, de hecho la audiencia de Confidencial en esta crisis se quintuplicó y, sin embargo, el crecimiento de la audiencia no se corresponde con las posibilidades de monetizar o de financiar estas operaciones económicas.

¿Cómo ha visto el apoyo de los empresarios al periodismo independiente?

Creo que el periodismo independiente en Nicaragua, que siempre ha sido una institución crucial en la vida nacional, hoy está mucho más legitimado que antes, su trascendencia, su importancia. Si desaparece la prensa independiente, evidentemente desaparece el pilar de nuestra última libertad. Creo que eso lo entiende todo mundo. Lo entienden hasta los empresarios que han resentido en su momento las posiciones críticas de la prensa independiente. Ahora, ¿les obliga eso a financiar la prensa? Obviamente no. Lo que nosotros esperamos es una actitud de que coloquen también en la agenda de la responsabilidad social empresarial el apoyo a los medios independientes, porque, aunque hay una crisis económica que está afectando a todas las empresas, yo creo que existen posibilidades para la empresa privada de apoyar más a la prensa independiente de como lo ha hecho hasta hoy. Pero a nadie se le puede obligar a eso, esas son decisiones que están en correspondencia con las estrategias que tienen las empresas.


La dictadura es insostenible, solo puede mantenerse en el poder con un estado de sitio policial. Daniel Ortega no puede gobernar”. Carlos Fernando Chamorro, periodista


¿Cómo ha visto usted las condiciones de los periodistas en el exilio?

La situación es muy difícil para todos los refugiados nicaragüenses en Costa Rica. No solamente para los periodistas. El proceso de refugio, a pesar de la apertura de las autoridades costarricenses, es muy lento. La vida en Costa Rica es cara. Y por otro lado, el acceso a trabajo y a medios de trabajo también es sumamente difícil. También los compañeros que están en España, otros que están en Estados Unidos. Ningún periodista está en el exilio por su deseo, está exiliado para preservar su seguridad y para preservar la seguridad de su familia, que en estas circunstancias es bastante difícil.

¿Les desespera que todavía esté la dictadura?

Lo menos que podemos hacer los periodistas, después de haber acompañado al pueblo en esta rebelión, es seguir haciendo nuestra labor lo mejor que lo podamos hacer. Nosotros no estamos dirigiendo políticamente este proceso, simplemente somos testigos, somos cronistas, estamos narrando, estamos investigando y estamos denunciando. Yo tengo una motivación personal, es decir, de no ceder, de no abandonar este esfuerzo y tengo, además, optimismo de que sí se va a producir un cambio en Nicaragua.La dictadura es insostenible, solo puede mantenerse en el poder con un estado de sitio policial. Daniel Ortega no puede gobernar. Puede ordenar y mandar, puede reprimir, pero no puede gobernar. No puede resolver la crisis económica ni la crisis social. Yo creo que el acompañamiento que la prensa independiente hace en este proceso, por lo menos desde mi perspectiva, es una labor socialmente necesaria y que vale la pena y que tenemos que mantenerla, independientemente que hay días en que la represión nos duele y nos duele ver que la gente no puede manifestarse como quisiera.

La vez pasada usted dijo que Ortega no logrará empujar al país a una guerra civil, ¿por qué lo cree?

Primero porque nunca ha existido una guerra civil en Nicaragua en estos años y menos, tampoco, en la rebelión de abril. Una guerra civil implica una existencia de dos bandos armados, de dos bandos que abandonan la competencia política para recurrir a medios armados y enfrentarse. Aquí lo que hay es un Estado represivo, un Estado-partido represivo, paramilitar, policiaco, que ha reprimido a la mayor parte de la población, que a través de medios cívicos lo que ha hecho es demandar la renuncia de Ortega, demandar verdad y justicia y demandar elecciones anticipadas. Eso no es una guerra civil, eso es una masacre, una matanza, es un Estado represivo. Y es extraordinario, que a pesar de la represión, en Nicaragua hay una nueva cultura política cívica. A pesar de la desesperación, y yo lo veo aquí en Costa Rica, mucha gente que está desesperada, nadie encuentra ni encontraría en la lucha armada una solución. La única solución es política y esa solución política pasa por las reformas electorales y el adelantamiento de las elecciones. Ortega está desesperado cada día para tratar de justificar la represión, alegando que está siendo amenazado por una guerra civil. ¿Cuál guerra civil? ¿Cuál golpe de Estado? Los tres informes internacionales de derechos humanos, el de la CIDH, el de la ONU y el del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes, los tres documentaron y coincidieron que en Nicaragua no hubo un golpe de Estado, que lo que hay es una represión estatal, desproporcionada contra la población. Y si acaso hay un golpe de Estado es el que Ortega le ha dado a la población. Yo no veo que exista ninguna posibilidad de que en Nicaragua se desate una guerra civil, lo que sí es posible que se desate es una represión peor y es posible que se desate una nueva matanza, porque yo veo a Ortega aferrado al poder y por eso siempre estoy invocando el hecho de que dentro del sistema, en el ejército, en la cúpula gubernamental, entre los empresarios sandinistas, hay sectores que tienen que ponerle un límite a la masacre, tienen que ponerle un límite a Ortega para que no lleguemos a este punto y que ellos sean parte de la solución y que participen de una transición. Ese es el camino de salida en Nicaragua, no la guerra civil.

¿Para usted quién genera la violencia, Daniel Ortega o Rosario Murillo?

Ortega y Murillo son un binomio político, son una alianza y nadie conoce mejor eso, una de las víctimas mayores de los primeros actos de crueldad de la pareja presidencial es Zoilamérica, hija de Rosario Murillo y así lo ha descrito ella, son una alianza política, son inseparables. Creo que Daniel Ortega, dogmático, y al mismo tiempo pragmático que conocimos en los años ochenta y en los años noventa, hoy es Ortega Murillo, esa palabra que la gente en la rebelión ha inventado, que le llaman Ormu, creo que es algo más que una construcción semántica. Lo que identifica es la existencia de una nueva identidad política, en la cual es inseparable lo que hace Ortega, lo que hace Murillo, no se puede distinguirle a uno o a otro decisiones de la represión, quizá hay una división de roles, una división de tareas, pero las decisiones fundamentales son compartidas.

¿A qué le tienen más miedo, a perder el poder, dinero, caer presos o a qué?

El aferramiento de Ortega y Murillo es por el poder, es el poder por el poder a estas alturas y creo que nunca han estado preparados para tolerar la existencia de una oposición democrática, a reconocer que no tienen mayoría política y por eso la represión tan violenta. El régimen nunca fue diseñado para gobernar con oposición. En el momento que estalló esta protesta masiva respondieron utilizando el terrorismo de Estado contra la población. Yo creo que el aferramiento de ellos en primera instancia es por el poder, no por ninguna otra motivación.

En el caso del Ejército, ¿qué puede decir de los mandos militares y su papel en esta situación?

Es cierto que el Ejército es una institución subordinada al presidente de la República, pero a lo largo de los últimos 20 años, durante la transición democrática, todos los jefes militares, dentro de este concepto de subordinación a los presidentes, al gobierno de mi madre, al gobierno de Arnoldo Alemán y al gobierno de Enrique Bolaños, los mandos del Ejército establecieron límites en esta relación con el poder ejecutivo, cuando el poder ejecutivo en algunos casos quiso utilizar al Ejército para reprimir… Yo hago la siguiente pregunta: ¿Te imaginás a la jefatura del Ejército tolerando la existencia de una dictadura sanguinaria de otro signo político que no fuera Daniel Ortega? No voy a mencionar nombres de los otros presidentes, cualquiera puede hacer la comparación. Es absolutamente impensable que el Ejército toleraría la existencia de una dictadura sangrienta represiva en el país, excepto esta de Daniel Ortega, porque hay una relación caudillista, hay una relación de cooptación entre Daniel Ortega y el jefe del Ejército, el general Julio César Avilés. Yo creo que el general Avilés es el principal responsable de esta política de complicidad del Ejército con la dictadura de Daniel Ortega. El Ejército debió haber impedido la organización de los grupos paramilitares, debió haberlos desarmado y desmantelado, está facultado por la ley para hacerlo. Pero evidentemente no hay voluntad política en el mando del general Avilés. Yo creo que el Ejército, como institución, es diferente a ese compromiso que tiene Avilés con Daniel Ortega. El Ejército como institución tendrá que valorar en el momento culminante de esta crisis si va a preservar sus intereses institucionales como Ejército, sus intereses económicos también, o si se va a hundir con Daniel Ortega y Rosario Murillo, porque aquí se está repitiendo de alguna manera algo parecido a lo que ocurrió en 1979 entre la familia Somoza y la Guardia Nacional. Yo creo que hay reservas institucionales en el Ejército y que en este momento de la crisis, el Ejército va a ser un factor de estabilización y va a poner límites para que no se profundice otra vez la represión y una masacre.

Usted ha entrevistado a Daniel Ortega en el pasado, ¿qué le preguntaría ahora?

La última vez fue en el 2005 y desde que regresó a la presidencia Ortega se cerró a la prensa nacional. Las entrevistas que él dio después de la matanza fueron un tour de cinismo, de mentiras. Con Ortega no tendría caso para mí ningún intento de preguntarle nada. La respuesta la está dando todos los días. Si Daniel Ortega libera a todos los presos políticos, si Daniel Ortega restituye las libertades democráticas, si Daniel Ortega acepta renunciar a la presidencia y facilitar un camino de reformas, entonces sí habría condiciones y tendría algún interés de preguntarle a Daniel Ortega.

Se habla de elecciones adelantadas y en el pasado han hablado de usted como candidato presidencial, ¿qué opina de eso?

Yo nunca he dicho que tengo alguna pretensión de cambiar mi vocación de periodista, un periodista que ejerce un liderazgo de opinión, y yo le agradezco a la gente el respaldo, la credibilidad que me ha brindado a mí, a mi equipo de trabajo por lo que nosotros hacemos. Yo nunca he planteado que tenga una vocación por una carrera política. Sí he visto que en algunas encuestas la gente dice que tiene una opinión favorable a mi persona y que me otorga credibilidad. Yo creo que esa es una credibilidad ganada por el esfuerzo que hemos hecho todos los periodistas y la prensa independiente. Creo que en Nicaragua hay muchos líderes, hay muchos líderes que están presos, hay muchos líderes que están en el exilio y otros que están en el país en diferentes sectores. Creo que si se da una reforma política, profunda, y si se logra formar una coalición nacional electoral, no será difícil encontrar candidatos y candidatas, y ojalá que sean también representantes de la nueva generación, que puedan llenar ese vacío, que hoy existe en Nicaragua. Hay un vacío de liderazgo político y por eso la gente tiende a identificarse con líderes morales como el obispo Silvio Báez, que tampoco es político. Yo soy periodista.

Para terminar, ¿de los medios del gobierno qué puede decir?

Colapsaron. A pesar de los recursos ilimitados con que operaron para crear un consorcio televisivo, radiales y digitales, esos medios, a la hora en que el pueblo de Nicaragua decidió tomarse las calles y se empoderaron los ciudadanos en las redes sociales, todos esos medios resultaron inútiles porque carecían y carecen de credibilidad. Son medios de propaganda, de entretenimiento, que no tienen ninguna credibilidad entre la población, ni siquiera entre los partidarios sandinistas.

Chamorro dice que en este momento no hay nada que preguntarle a Daniel Ortega, porque el dictador habla todos los días a través de la represión. LA PRENSA/ CORTESÍA/ CARLOS HERRERA

Plano personal

Carlos Fernando Chamorro Barrios, hijo de la expresidenta Violeta Barrios y del Mártir de las Libertades Públicas, Pedro Joaquín Chamorro Barrios; está casado con Desirée Elizondo.

Se graduó de Economía en la Universidad de McGill en Montreal y tiene una maestría en Periodismo de la Universidad de Stanford.

Sus gustos incluyen, al mediodía, tomar sopa de pollo o comer cebiche de pescado; en la noche, pastas y un buen vino tinto o blanco.
Y entre sus pasatiempos está leer, ver películas, ir a la playa y jugar ping-pong.

Le gusta casi toda clase de música, aunque tiene preferencia por Bob Dylan y Like a Rolling Stone como la mejor canción de todos los tiempos.

Lo que lo hace reír son las ocurrencias de sus nietos y las ridiculeces del poder.

De pequeño, cuando su padre estaba en el exilio, vivió en Costa Rica, pero no tiene recuerdo de ello.

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