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Ilegalidad y legitimidad

El más reciente recurso urdido por el equipo negociador del gobierno, para encubrir su falta de cumplimientos a los acuerdos suscritos con la Alianza Cívica por la Justicia y la Democracia, es tildarla de falta de legitimidad jurídica. Con esa artimaña pretenden, además de deslegitimarla, abortar el diálogo y preparar el terreno para reanudarlo con los partidos políticos que se dicen de oposición, pero que en la realidad les han servido de comparsa en las últimas elecciones, avalando sus fraudes electorales.

Con ese escenario prefabricado intentarán cumplir los compromisos a su manera. Ya han aprobado una ley cuyo propósito verdadero es intimidar y asegurarse el sometimiento de los opositores. Existe un adagio popular que dice: Dios confunde a quien quiere perder. Y en esta ocasión el gobierno totalitario del señor Ortega no solo está confundido, sino que también perdido, ya que la legitimidad de la Alianza Cívica se la ha conferido el pueblo, la Unión Europea, la Organización de Estados Americanos (OEA), el gobierno de los Estados Unidos de Norteamérica y cuantos organismos internacionales que tutelan los derechos humanos existen en el mundo.

Toda la parafernalia urdida por el gobierno es con el único objetivo de retrasar los cambios y el adelanto de elecciones que la comunidad internacional les está exigiendo. Mientras esos cambios no se den y no se conozca una fecha cierta de elecciones adelantadas, las sanciones personales y las institucionales no se detendrán, por lo que los únicos culpables de nuestro deterioro económico será el gobierno y aquellos quienes los animan a seguir los pasos de dictadores como Trujillo, Somoza y Gadafi, entre otros. Todos ellos antes de abandonar el poder dejaron a sus pueblos empobrecidos y ensangrentados.

Los más de medio millón de cabezas de familias que hoy están en el desempleo, los miles de negocios que se han visto en la necesidad de cerrar, el incumplimiento de los compromisos con las alcaldías y la inminencia de la devaluación del córdoba ante la falta de divisas por la fuga de capitales, no han sido suficiente advertencia para que este gobierno entienda que los nicaragüenses nos cansamos de su totalitarismo en nombre de un socialismo corrupto que en el pasado nos convirtió en el país más pobre de América.

Por lo tanto, la legitimidad, la credibilidad y la confianza del pueblo en la Alianza y sus representantes ante el diálogo no solo sigue incólume, sino que se ha visto fortalecida pues han demostrado ser inmunes a los halagos, amenazas, chantajes y la maledicencia de algunos que se dicen opositores pero que actúan como juglares del régimen. Creo que llegó el momento que nuestros representantes en el diálogo desnuden a este gobierno ante el mundo, para que se sepa la verdad que los malos hijos de Nicaragua tratan de ocultar.

El autor es analista político.

Opinión ilegalidad Nicaragua archivo
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