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Presidentes

¿Por qué no armar a los venezolanos?

A ningún gobernante de nación democrática le es fácil vender a sus ciudadanos la idea de sacrificar vidas de sus muchachos para liberar de tiranías a ciudadanos de otras tierras

¿Cuántos diálogos más tendrán que fracasar para convencer a sus obstinados promotores que Maduro y su clique no se irán por las buenas? Los gánsteres no pueden ser convencidos, por muchos razonamientos y diálogos que se ofrezcan, a que suelten su poder y sus pistolas. Ni las condenas ni las sanciones los mueven. Mientras ellos sobrevivan no les importará que el resto perezca. En Venezuela lo han demostrado hasta la saciedad. Por eso el intelectual chileno Alex Kaiser concluía que solo hay dos alternativas: aguantarlos, quizás por veinte años más, o echarlos con una intervención militar.

El problema es que una intervención foránea es una posibilidad remota. A ningún gobernante de nación democrática le es fácil vender a sus ciudadanos la idea de sacrificar vidas de sus muchachos para liberar de tiranías a ciudadanos de otras tierras. Menos aún en años electorales. El altruismo y la solidaridad internacional no suelen llegar a tanto. Tampoco es justo. Los venezolanos no pueden anhelar a que jóvenes de Kansas, Ohio o Florida, dejen el pellejo en Caracas para devolverles su libertad. Ellos, primero que nadie, deben estar dispuestos a exponer sus vidas. Pero, objetarán algunos, aun estando dispuesta, la juventud venezolana no puede enfrentar desarmada a un ejército de ocupación cubanizado y armado hasta los dientes; está impotente. Cabe entonces preguntar: ¿seguiría estándolo si se le arma? Con la legitimidad de Guaidó, y el respaldo de sus países amigos, los millones de venezolanos en el exilio, junto con sus compatriotas de adentro, podrían crear un ejército nacional y constitucional. Luego podrían orquestar una combinación de invasión terrestre y alzamientos internos con la decidida cobertura aérea de Estados Unidos, en deseable coordinación con Colombia y Brasil. Es muy posible entonces que la mafia de Maduro se derrumbe rápido, y totalmente imposible que resista demasiado. Los drones y los Tomahawk son muy letales.

Es un escenario plausible. Sin apoyos tan formidables los ticos en 1948, los cubanos en 1959, y los nicaragüenses en 1979, derrocaron a sus dictadores. Evidentemente, son alternativas duras que repugnan a muchos. Pero, parafraseando a Churchill en referencia a la democracia, en estas circunstancias las otras pueden ser peores. Con el paso de los años la paz impuesta por los narco-comunistas seguirá, matará más venezolanos, sin esperanza alguna de redención. Por paradójico que suene, hay momentos en la historia en que la rebelión armada puede ser más moral, humanista y realista, que someterse indefinidamente, a “tiranías manifiestas y duraderas que lesionen gravemente los derechos primarios de la persona humana” (Paulo VI). Liderado por patriotas venezolanos, y apoyada por democracias amigas, esta alternativa podría ser un gran triunfo para la libertad en América Latina y un golpe mortal a sus tiranías.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

Columna del día armas Nicolás Maduro venezolanos archivo

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