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Jasmina Dormus espera que este año las lluvias “sean buenas” para lograr una buena cosecha. Sus registros de más de una década han variado en los últimos años. LA PRENSA/Cortesía

Jasmina Dormus espera que este año las lluvias “sean buenas” para lograr una buena cosecha. Sus registros de más de una década han variado en los últimos años. LA PRENSA/Cortesía

Ella es Jasmina Dormus, la “señora de la lluvia” en la remota comunidad de Yucul

Jasmina tiene 38 años, vive en una pequeña casa junto a su compañero y sus hijos de 9 y 14 años. Es profesora de preescolar. Ella recuerda como “que si fuera ayer el día que la llamaron para ir a una capacitación en Managua para aprender a medir la lluvia”.

Jasmina del Carmen Dormus, se levanta de madrugada. Pone el café, prepara a sus hijos para ir a la escuela y desde hace 10 años antes de irse al trabajo, mide con su pluviómetro cuantos milímetros de lluvia cayeron en las últimas 24 horas, apunta las cifras en su cuaderno de registro y se va a trabajar.

A más de 162 kilómetros de Managua, se encuentra la comunidad Yucul, del municipio de San Ramón, departamento de Matagalpa. Esta comunidad donde viven más de dos mil personas, ha recibido en la última década gracias al trabajo de Jasmina la información precisa de la cantidad de lluvia que ha caído en esas fértiles tierras.

Por estos datos se han levantado buenas cosechas, se han prevenido pérdidas económicas y hasta se han salvado vidas.

La doña del clima

Jasmina tiene 38 años, vive en una pequeña casa junto a su compañero y sus hijos de 9 y 14 años. Es profesora de preescolar. Ella recuerda como “que si fuera ayer el día que la llamaron para ir a una capacitación en Managua para aprender a medir la lluvia”.

Varios líderes de diferentes comunidades fueron incluidos dentro de un proyecto del Centro Humboldt, para capacitarlos en el uso de instrumentos de medición meteorológica.

Luego de tres días intensos de capacitación, de prácticas y mucho esfuerzo, Jasmina Dormus, volvió a Yucul a esperar la llegada de aquel instrumento que le recordaba “una jeringa grande” y que le iba a hacer la vida más fácil a los productores de la zona, entre los que se encontraba ella.

Una red de monitoreo a nivel nacional

El Centro Humboldt es una organización sin fines de lucro fundada en 1991, que se dedica entre otras cosas a “promover el desarrollo territorial mediante la gestión sostenible del medio ambiente”.

Desde 2011 gracias a la iniciativa de esta organización, surgió una red de estaciones de monitoreo del clima que inició en el occidente del país y que hoy se extiende en casi toda Nicaragua y que cuenta con más de 300 estaciones que no se dedican solo a monitorear la lluvia. También monitorean la humedad, la temperatura y hasta el brillo el sol.

 Gracias al apoyo del Centro Humboldt hoy en Nicaragua hay unas 300 estaciones donde se observan los cambios climáticos. LA PRENSA/Cortesía
 Gracias al apoyo del Centro Humboldt hoy en Nicaragua hay unas 300 estaciones donde se observan los cambios climáticos. LA PRENSA/Cortesía

Manuel Campos, oficial de cambio climático de Humboldt, recuerda cuando las primeras estaciones se instalaron en Somotillo y Villanueva.

“Hoy gracias a esas mediciones es que podemos decir que tenemos un soporte que argumenta y es demostrable de cómo se comporta el clima en Nicaragua”, dice Campos, que pone de ejemplo el año 2015, donde la falta de lluvias “no permitió la siembra de maíz, ya que cuando la planta más lo necesitó durante la afloración, no hubo lluvias”.

¿Cómo funciona un pluviómetro?

En palabras sencillas es un recipiente en forma de embudo que recoge la lluvia durante un período de 24 horas, este registra la cantidad de agua en milímetros y luego estos datos pasan a una tabla que simplifica las cifras de la siguiente manera:

“Un milímetro de lluvia en el pluviómetro equivale a un litro de agua lanzado sobre un metro cuadrado de tierra. Entonces imaginemos 50, 60 o hasta 150 litros de agua lanzados sobre un metro cuadrada en menos de una hora, sería demasiado, mientras que en 24 horas sería algo menos extremo. De esta manera calculamos cuanto llovió en determinado tiempo”, explica Campos.

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Gracias a este método los campesinos de Yucul y las comunidades vecinas saben si deben sembrar de inmediato o esperar más o menos lluvias.

El pluviómetro es uno de los instrumentos base para la medición de los cambios en el clima. LA PRENSA/Cortesía
 El pluviómetro es uno de los instrumentos base para la medición de los cambios en el clima. LA PRENSA/Cortesía

Pero no solo para decidir el momento para sembrar sirven estos datos. La medición de la lluvia por parte de los líderes comunitarios puede salvar vidas.

“Una vez yo me asusté al ir a medir el pluviómetro y lo miré rebalsado. Entonces supe de que en menos de dos horas había caído una cantidad de lluvia exagerada y los ríos y quebradas si iban a desbordar”, recuerda Jasmina, quien corrió a advertirle a la comunidad de que evitaran cruzar por los ríos y se alejaran de las quebradas.

Fue el 15 octubre de 2018, las fuertes lluvias en Matagalpa desbordaron el río Grande. En apenas un par de horas el pluviómetro de doña Jasmina había recolectado más de 120 milímetros de agua. O sea que en dos horas había caído toda la lluvia que se esperaba para todo el mes. En aquella ocasión 11 barrios de Matagalpa resultaron afectados y fueron evacuadas más de 800 personas.

Esa noche gracias a la alerta temprana de Jasmina Dormus se salvaron muchas vidas.

La primera en tener un pluviómetro

Por la emoción no se acuerda del día exacto, pero la llegada del pluviómetro a Yucul fue un acontecimiento importante en la casa de Jasmina y la de sus vecinos.

Fue un día de septiembre de 2009, se lo llegaron a instalar en un claro del patio de la casa de su mamá. Luego de darle las últimas recomendaciones, Jasmina Dormus estaba lista para comenzar a medir la lluvia.

“Estaba contenta, al inicio fue algo difícil recordar que debía de ir a levantar el registro todos los días y a la misma hora”, cuenta una década después.

Antes de aprender a usar el pluviómetro, Jasmina ya se auxiliaba de los conocimientos que le habían heredado sus abuelos para predecir el clima.

“Antes miraba las señales de la naturaleza, los pájaros y su canto me decían cuando iba a llover o cuando había escasez de agua. Así mismo las hormigas me decían cuando venía el invierno. Las miraba y se notaba que se estaban preparando para la lluvia porque jalaban comida para sobrevivir”, detalla Dormus.

Dormus comparte sus conocimientos con los campesinos de la zona, ahora no solo ella sabe leer el pluviómetro. LA PRENSA/Cortesía
 Dormus comparte sus conocimientos con los campesinos de la zona, ahora no solo ella sabe leer el pluviómetro. LA PRENSA/Cortesía

La medición del agua recolectada se debe de realizar todos los días a la misma hora, pero siempre antes de las nueve de la mañana ya que a esa hora los rayos del sol pueden evaporar parte de la lluvia recolectada durante la noche.

“Estas son parte de las indicaciones que nos da la Organización Meteorológica Mundial (OMM). Entre otras normas bajo las cuales nos regimos para hacer una medición exacta del cambio climático”, comenta Manuel Campos.

Para que oficialmente Dormus y los líderes comunitarios pueda anunciar la entrada del invierno en sus territorios, se tienen que juntar ciertos patrones.

En base a la norma histórica de lluvias de cada departamento o región del mes de mayo, si llueve la mitad de dicha cifra repartida en cinco días seguidos, se puede decir con total confianza que entró el invierno.

“Por ejemplo Chinandega, su norma histórica de mayo está por los 220 milímetros más o menos. Entonces, si se registran en el pluviómetro 110 milímetros bien distribuidos en cinco días, entonces ya llegó el invierno”, detalla Campos.

Durante sus clases en la escuelita de Yucul, Jasmina comparte sus conocimientos del clima con sus estudiantes. Algunos de los muchachos de la escuela han llegado incluso hasta su casa para conocer “la jeringa que recoge la lluvia”.

Así mismo muchos de los productores de la zona han aprendido a usar este artilugio, todo gracias al conocimiento compartido por Dormus.

El clima está cambiando

En los últimos cinco años los registros de Jasmina han variado de un mes a otro de manera radical. Esto tiene preocupada a la profesora, quien es parte de un grupo de productores que tienen un pequeño banco de semillas.

“Ahora la gente pierde, todo puede variar de un mes a otro. Si no es la sequía es que hay mucha lluvia, pero me preocupa más que cada año que pasa veo como llueve menos”, dice preocupada Jasmina, que tiene varias parcelas sembradas de maíz y frijoles.

Los conocimientos adquiridos de sus abuelos ahora son más difíciles de usar, ya que “hasta la naturaleza está extraña, ya no puedo ver los signos y las señales de la lluvia o el cambio de temporada”.

Los registros del Centro Humboldt también evidencian un cambio fuerte en el comportamiento de las lluvias y la sequía que afecta no solo a Nicaragua, sino también el resto de Centroamérica.

“Actualmente estamos bajo el fenómeno del Niño, pero no es un niño igual que los otros años. Este se llama Niño Modoki”, señala Campos.

En los últimos años la falta de lluvia ha afectado a los productores, ante esta problemática buscan los registros de la señora de la lluvia. LA PRENSA/Cortesía
 En los últimos años la falta de lluvia ha afectado a los productores, ante esta problemática buscan los registros de la señora de la lluvia. LA PRENSA/Cortesía

Esta variante de dicho fenómeno hace que las aguas cálidas se concentren en el centro del Océano Pacífico y las frías pasan a las zonas costeras lo que genera grandes alteraciones climáticas en diferentes partes del mundo que provocan fuertes lluvias.

Según el Centro Humboldt, este fenómeno pronto saldrá de Nicaragua y se pasará a tener unos meses con menos lluvia.

Jasmina Dormus se sigue despertando todos los días muy temprano, ahora no solo ella se hace cargo de levantar el registro del pluviómetro, sus hijos y su compañero a fuerza de convivir con este instrumento toda una década han aprendido a usarlo.

Siga leyendo: Cambio climático no es el único problema

Cada año con los datos recopilados en las 300 estaciones de monitoreo en toda Nicaragua, el Centro Humboldt publica un informe anual de las variaciones en el clima. Una de las hipótesis que arrojan los últimos informes es que en toda la región centroamericana se ha instalado una especie de sequía permanente.

Los siembros de maíz y frijoles aguardan que las lluvias sean al menos las mínimas necesarias para tener buena cosecha, eso espera también Jasmina que se encomienda “primero a Dios y luego a los datos” para que este invierno sea bueno.

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