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Bertol ha defendido en la OEA los intereses del pueblo nicaragüense que ha sido reprimido por la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo. LA PRENSA/ CORTESÍA

Paula María Bertol: “Tengo mi carné de monimboseña ¡y me encanta!”

A Bertol le dan lástima personas como Daniel Ortega, que reprime para mantener el poder y le gustaría tener una charla "de mujer a mujer" con Rosario Murillo para preguntarle si cree en todas las mentiras que dice en los medios oficiales

La argentina se ha ganado el corazón de la mayoría del pueblo nicaragüense. Tal vez solo es mal vista entre los seguidores de Daniel Ortega y Rosario Murillo. En las sesiones de la Organización de Estados Americanos (OEA), como embajadora de Argentina, Paula María Bertol ha alzado su voz para denunciar que la dictadura orteguista está maltratando a los nicaragüenses.

A sus 54 años de edad, esta abogada, especialista en mediación, considera que en este mes de junio la dictadura orteguista debe cumplir con la liberación de todos los presos políticos, de lo contrario en la OEA se aplicará la Carta Democrática contra Ortega. “No creo que demos un paso atrás”, dice.

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En entrevista vía telefónica con la revista Domingo, Bertol dice que le da lástima personas como Daniel Ortega, que reprime para mantenerse en el poder, y que le gustaría tener una conversación “de mujer a mujer” con Rosario Murillo, para preguntarle si se cree todo lo que habla en los medios del gobierno.

En su primera respuesta, Bertol, quien nunca ha estado en Nicaragua, explica que le encantaría visitar el país, algo que muchos nicaragüenses ya le han pedido.

¿Conocía algo de Nicaragua antes del 18 de abril del 2018?

Conocía por los libros pero nunca tuve el placer de ir. Digo el placer porque me gustaría muy pronto poder visitarlo.

¿En qué momento puso su atención en Nicaragua?

Cuando vi tanta gente manifestando que estaban viviendo inequidades, que estaban viviendo injusticias. Yo, desde hace muchos años soy muy activa en las redes sociales, tal vez desde que soy embajadora no tanto, pero sí durante toda mi carrera política en Argentina, y empecé a darme cuenta que todo lo que empezaba a escuchar, no solo en mi trabajo, que había habido una marcha que había sido muy sangrienta, porque la verdad es que eso era lo que manifestaban algunas noticias, pero coincidían con muchas manifestaciones, que yo también leía, de gente que no conocía. Enseguida hice como una conexión muy fuerte con cosas feas que pasaron en mi país y convine que tenía que ocuparme de ese tema y que ese tema tenía que tomar mi voz para yo ser la voz de ellos también.

¿Cómo es para usted ser la voz de los nicaragüenses en la OEA?

Una parte de mí, es como que de a poco se han ido metiendo en mi vida y yo creo en las suyas. Me han permitido ese ida y vuelta. Después empecé a conocer a muchos de ellos que me venían a ver, que me llamaban y que me escribían, siempre con tanto respeto, dirigiéndose de una manera tan educada, tan cívica. A veces uno en la vida siente momentos fuertes, cuando algo lo atrapa o lo atrae, que es como un enamoramiento. Eso fue lo que sentí, que yo también tenía que luchar por Nicaragua.

Los nicaragüenses expresan mucho cariño por usted también, ¿qué le hace sentir?

Agradecida, en primer lugar. Las muestras de afecto son permanentes, de todo tipo de color. Y me hace sentir responsable. Y me hace sentir que cada vez tengo que ocuparme más. Y me hace sentir que tengo que estudiar más y averiguar más, y que tengo que saber más. Que son idas y vueltas. Y también me hace sentir esperanzada, esperanzada de que pronto los nicaragüenses van a tener una solución a tantos problemas que tienen hoy.


Le diría (a Rosario Murillo) que me explique dónde ella ve todo eso que relata, que no veo que está pasando en la realidad. Uno no es lo que dice, uno es lo que hace, entonces, me gustaría saber qué está haciendo para que pase todo aquello de lo que suele hablar, que es de la paz, la concordia… me gustaría escucharla. La verdad es esta, la que estoy diciendo. Querría tener una charla de mujer a mujer con ella”. Paula María Bertol, embajadora argentina en la OEA.


¿Ha escuchado de Monimbó?

Síiiiiiii, tengo mi carné de monimboseña también y lo he visto ¡y me encanta! Eso es otro de los actos de amor que he recibido, que me hayan hecho parte de su país. Quiero conocer mucho el lugar, quiero comer la comida de los monimboseños, quiero realmente poder disfrutar en algún momento la paz que merece Nicaragua.

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Es un lugar símbolo de la resistencia nicaragüense, tanto contra la dictadura somocista como contra esta nueva, orteguista.

He entrado en varias oportunidades a las redes, a mirar y a saber un poco más, porque realmente fue como algo muy sorprendente todo lo que pasó, y entonces por eso digo que uno se interesa hasta por el baile, por la vestimenta, por las costumbres.

¿Qué piensa cuando escucha hablar a la delegación de Ortega en la OEA?

Yo soy abogada en mi carrera de origen, pero después me dediqué mucho a la mediación, con lo cual tengo la paciencia bien clara en mi forma de actuar y suelo ser paciente. Escucho con atención, también creo que hay que escuchar a todos, creo que todos se tienen que sentir escuchados, que es la única manera de partir de la misma línea, entonces, en primer lugar, los escucho con atención. Y, en segundo lugar, en esos días en que uno no tiene tanta paciencia, que no todos los días uno se encuentra bien, también me enojo. Me enojo. Ustedes lo han visto. Me apasiono porque forma parte de mi forma de ser. Y también puedo hablar con ellos fuera del micrófono. Si me llaman para pedirme una reunión y para verme, yo los recibo porque apuesto a la paz, porque apuesto al acuerdo, porque quiero sentir que como diplomática estoy agotando toooooodos los medios posibles para que ustedes puedan llegar a una solución acordada y no tienen que ser solo palabras. La solución negociada es un ejercicio que todas las partes algo tienen que ceder. Por supuesto que es gravísimo lo que hace el Estado de Nicaragua, porque el Estado es responsable por el uso de la fuerza y yo estoy convencida de que ha cometido enormes atropellos. Estoy convencida que en Nicaragua hay un tema pendiente de justicia, de división de poderes, de temas de acuerdo electoral. También estoy convencida que hay presos políticos, pero también creo que los países en la OEA estamos para acercar a otros, que lo necesitan, a métodos de pacificación y de resolución de conflictos. No estoy ahí para prender el fuego, pero sí para defender la libertad de los pueblos que están bajo un opresor. En este caso creo que el gobierno está maltratando a su pueblo y no me voy a quedar callada la boca.

¿Qué piensa de Daniel Ortega?

A veces, cuando la gente se comporta de determinadas maneras, lo primero que siento, después de analizarlo, es que en el fondo son gente que no tienen una vida propia. Alguien que puede hacer tanto mal y que puede estar persiguiendo gente y que puede estar perpetuándose en el poder posiblemente necesite de cosas externas a la simpleza de la vida para seguir adelante. En el fondo siento lástima muchas veces por la gente que se comporta de esta manera.

¿De Rosario Murillo ha escuchado algo?

He escuchado bastante y me gustaría mucho conocerla. Me gustaría mucho tener una entrevista con ella. Ojalá pudiera.

¿Qué le diría?

Le diría que me explique dónde ella ve todo eso que relata, que no veo que está pasando en la realidad. Uno no es lo que dice, uno es lo que hace, entonces, me gustaría saber qué está haciendo para que pase todo aquello de lo que suele hablar, que es de la paz, la concordia. Sé que es una persona muy espiritual y le preguntaría si no puede ver la espiritualidad en los otros, en los que la rodean. Y también me gustaría escucharla, escuchar. La verdad es esta, la que estoy diciendo. Querría tener una charla de mujer a mujer con ella.

¿Qué le dice su familia?

Mi familia me apoya. Este es un trabajo difícil porque requiere mucho tiempo. También es estresante. Uno está preocupado más de la cuenta, pero bueno, esto es lo que yo elegí, es mi carrera. Siempre tuve una vocación muy fuerte, un llamado interno para ayudar a los demás, a los que lo necesitaban. Y en esta ocasión Nicaragua se cruzó en mi vida, en la diplomacia en la OEA y, bueno, hay que ponerle el cuerpo. Uno siempre también elige las personas que puedan entender estas cuestiones, porque si no también sería muy contradictorio estar rodeada de gente que no apoya o no aguanta este tipo de presiones. Tampoco sería sano. Y la verdad es que mi familia entiende perfectamente cuáles son estas elecciones.

Este mes es importante para Nicaragua en la OEA, ¿qué cree que puede ocurrir?

Creo que hasta el 18 tenemos uno de los temas, que no es el único, por supuesto, sino que era un requisito anterior, que es el de liberar a los presos políticos. Y yo espero que eso pase, pero que también Nicaragua sepa que hay que continuar adelante, con todo el sistema electoral, con la posibilidad de elecciones libres, transparentes y anticipadas. Hay mucho trabajo.

Si se aplica la Carta Democrática, ¿la OEA puede perder control en Nicaragua?

Los que pueden perder el control son los propios nicaragüenses, viéndose muy perjudicados con lo que significa. Si el gobierno no cumple con lo permitido, yo creo que van a tener de la OEA la reacción que dice la norma, no creo que demos un paso atrás, vamos a exigir el cumplimiento de lo que se pactó y si no seguiremos adelante.

Un mensaje a los nicaragüenses.

Que no bajen los brazos, que sigan construyendo como están construyendo esta unidad. Que una nueva era comienza para Nicaragua muy pronto, estoy convencida. Y que esa esperanza que sienten en su corazón la sigan alimentando, pero alimentando con acciones, con trabajo. Con el esfuerzo que están poniendo en sentarse a una mesa y en entender que las soluciones negociadas siempre tienen un costo. Yo sé que ya han pagado muchísimos costos, que aman a su país y que vienen de vivir muchas guerras, muchos enfrentamientos, pero no más enfrentamientos. Esto hay que acordarlo vía pacífica.

La argentina es embajadora de Argentina en la OEA desde febrero de 2018, apenas dos meses antes que estallaran las protestas contra Ortega y Murillo. LA PRENSA/ CORTESÍA

Plano personal

Paula María Bertol nació el 22 de febrero de 1965 en Buenos Aires, Argentina, y con 23 años recién cumplidos se recibió de abogada en la Universidad de Buenos Aires.

Tiene un hijo que se llama Juan Andrés, de 20 años de edad.

Empezó en la política argentina cuando tenía 22 años de edad y ocupó su primer cargo como legisladora a los 38 años. A los 40 ya era diputada nacional.

Es embajadora de Argentina en la OEA desde febrero de 2018, apenas dos meses antes que estallara la crisis sociopolítica en Nicaragua.

Es admiradora del cantante argentino Luciano Pereyra, quien canta música pop mezclada con ritmos tradicionales de Argentina.

También le encanta bailar, cantar, tender puentes y celebrar la vida, además de gustarle el futbol y ser seguidora de la selección argentina.

En junio de 2016, su familia sufrió un “secuestro virtual” cuando delincuentes llamaron al exesposo de Bertol, de nombre Gastón, para decirle que tenían secuestrado a su hijo, cuando en realidad el adolescente estaba sano y salvo en el colegio. Gastón pagó cinco mil pesos argentinos a los delincuentes, pero se salvó de pagar más porque Bertol averiguó que el joven estaba en la escuela.

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