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Ni amnistía ni olvido

En algún momento cuando tengamos un gobierno democrático, cuando no tengamos jueces corruptos y los poderes del Estado sean en verdad independientes, ese día los primeros que deberán responder por sus actuaciones serán los diputados orteguistas, quienes sin rubor ni vergüenza alguna han pretendido legitimar con leyes espurias cuanta aberración se le ha ocurrido a la pareja presidencial. En ese alarde de borreguismo han justificado el menoscabo de nuestra soberanía, avalado el lavado de dinero aprobando la compra de bancos de dudosa reputación e inventando leyes con el único propósito de encubrir las violaciones a nuestros derechos humanos, solo por mencionar unas cuantas de sus fechorías. Pero la peor es esta última de tratar de encubrir y dejar sin castigo a los culpables de la más reciente masacre a nuestro pueblo, bajo una figura de amnistía que en pocas horas fue repudiada por el mundo libre.

Esta amnistía no prevalecerá y los culpables enfrentarán la justicia. Voy a referirme primero a la espada de Damocles que los diputados de marras dejaron sobre las víctimas de la represión, victimizándolos aún más en el mamotreto que llaman amnistía, al amenazarlos con regresarlos a las ergástulas del régimen si persistieran en su lucha por recuperar nuestras libertades y democracia.

Pero lo más ruin, si se puede llamar de alguna manera, es que estos diputados en su afán de proteger a los genocidas los amnistían de un plumazo. Olvidando que siguen en las calles con sus uniformes o sin ellos portando las armas con las que masacraron sin misericordia alguna a nuestra juventud, al dispararles a matar desde la seguridad de sus trincheras. Esos asesinos que hoy siguen investidos de una autoridad que ya no reconocemos ni aceptamos, son parte de una institución que violó sus principios y razón de ser, convirtiéndose en cómplices por un mal llamado principio de obediencia debida. Principio que no podrá ser invocado, pues no existe una sola dependencia policial que no esté empapelada de afiches y banderas alusivas al partido de gobierno, lo que los identifica a los ojos de nuestro pueblo y la comunidad internacional, como una guardia pretoriana al mejor estilo de la hitleriana u otras dictaduras que han desangrado a sus pueblos.

Esta es la principal razón por la que esa amnistía no sobrevivirá, ni cubrirá en un futuro gobierno democrático a los que hoy pretende encubrir. En pocas palabras, si a estos amnistiados no se les quita el uniforme y el arma con que asesinaron, volverán a asesinar y seguirán violentando los derechos humanos y políticos de nuestro pueblo y eso lo saben quienes cometieron la monstruosidad de convertir en ley una amnistía a todas luces espuria.

El autor es analista político.

Opinión amnistía Nicaragua archivo
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