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Monseñor Rolando Álvarez en fiesta de Pentecostés Juvenil: “No es la hora y nunca será la hora de la presidencialitis”

En una homilía que dirigió a unos 15,000 jóvenes que participaron en la actividad monseñor Álvarez refirió que “nunca, nada ni nadie logrará dividir a la Iglesia, porque es la Iglesia de Cristo”

Destacando que “es la hora de Nicaragua” y afirmando que la Iglesia nunca podrá ser dividida, el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, afirmó que el pueblo nicaragüense debe ser el constructor de su propia historia y que “nunca será la hora de la presidencialitis”.

En una homilía que dirigió a unos 15,000 jóvenes que participaron de la fiesta diocesana de Pentecostés Juvenil, este domingo 16 de junio en Matiguás, Matagalpa, monseñor Álvarez se refirió a la unidad de la Iglesia como un misterio religioso, explicando que esta puede ser lastimada, pero “nunca, nada ni nadie logrará dividir a la Iglesia, porque es la Iglesia de Cristo”.

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Durante la crisis sociopolítica que atraviesa el país desde hace más de un año, la Iglesia ha sido constantemente atacada y el régimen de Daniel Ortega ha calificado a los obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua como “golpistas”.

Monseñor Rolando José Álvarez Lagos, obispo de la Diócesis de Matagalpa, durante la celebración de Pentecostés Juvenil, este domingo 16 de junio en Matiguás, Matagalpa. LA PRENSA | LUIS EDUARDO MARTÍNEZ M.

“La iglesia permanece siempre unida. A pesar de los avatares, de las tormentas que pueden venir, siempre la iglesia estará unida”, afirmó el obispo, agregando que “precisamente por eso, porque experimentamos una profunda unidad entre nosotros, tenemos que ser transmisores de la unidad, la unidad de los nicaragüenses en torno a los grandes ideales que mueven a una nación: la paz, la justicia, el progreso y la democracia institucionalizada”.

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“No es la hora para estar queriendo sacar ventajas para grupos, para banderas o, como decimos nosotros en buen nicaragüense, para andar queriendo halar agua a su molino. No es la hora para liderazgos que tuvieron su tiempo o para volver a aparecer a la luz pública nacional e internacional con liderazgos y personalidades que se presentan con el síndrome de la presidencialitis”, dijo el prelado mientras la multitud le aplaudió.

“No es la hora y nunca será la hora de la presidencialitis. Los verdaderos líderes surgen del silencio, de hombres y mujeres que sufren con el que sufre y trabajan por la paz; pero, no para buscar un galardón o vender una imagen, sino por el puro amor al pueblo”, continuó el jerarca católico.

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Como lo ha dicho en homilías anteriores, Monseñor Álvarez insistió en que el pueblo debe ser el constructor de su historia.

Parte de los asistentes a la celebración de Pentecostés Juvenil, este domingo 16 de junio en Matiguás, Matagalpa. LA PRENSA | LUIS EDUARDO MARTÍNEZ M.

“Este pueblo que tiene rostro, que tiene nombre, que tiene identidad, que tiene dignidad. Ya pasaron los tiempos en que otros tomaban decisiones por nosotros”, señaló el obispo, indicando que corresponde a cada uno de los nicaragüenses, “sin exclusiones ni exclusividades, cada quien aportando lo mejor de sí, en búsqueda de la paz, de la justicia, de la estabilidad y de la democracia institucionalizada”.

De esa manera, según el obispo Álvarez, es posible la construcción de un país donde “podamos vivir como hermanos” sin miedos, odio o deseos de venganza.

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“Un país con justicia social, donde se vaya acortando cada vez más esa brecha terrible entre muy pocos que tienen casi todo, o son casi dueños de todo, y muchos, muchísimos, que tienen casi nada. Y eso no puede seguir ocurriendo en nuestro país. Esta es la hora en que el rico epulón (glotón) deje de pensar que puede seguir dejando caer de su mesa las migajas que le sobran”, dijo el obispo.

Asimismo, insistió en que “es la hora en que todos, obreros, campesinos, trabajadores, empresarios honestos, políticos sensatos, unos y otros pensemos que debemos sentarnos juntos en la mesa, cada uno en su sitio, pero todos en la mesa al fin para compartir el mismo pan con dignidad”.

“Un país así es posible. Por eso este es el momento de la unidad. Una unidad que el pueblo no puede esperar que venga de arriba o de afuera, no. Una unidad que la tiene que hacer el pueblo, el mismo pueblo. La está haciendo el pueblo desde la base, en la familia, en la comunidad, en el barrio, en el municipio, en el campo y en la ciudad, unidos en un mismo pensar y sentir: Nicaragua. Esta es la hora de Nicaragua”, finalizó monseñor Álvarez.

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