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Los motivos del odio

“El que afirma que está en la luz, pero odia a su hermano, todavía está en la oscuridad. Juan 2:9”.

Un cuento Cherokee dice así: “Un anciano contaba a su nieto como todos nacemos con dos lobos, uno negro y otro blanco, que no tardan en pelear dentro de nosotros mismos. El lobo negro es rencoroso, envidioso, resentido, con un gran complejo de inferioridad, además mentiroso, y se cree la gran cosa. El lobo blanco en cambio es pacífico y fuerte, pero no violento. Es compasivo y humilde. El niño se quedó pensando y luego le preguntó al anciano ‘¿pero quién de los dos ganará?’ y el abuelo le contesta ‘al que le des de comer’”.

El Che Guevara alimentaba al lobo negro de ojos rojos al afirmar: “El odio como factor de lucha; el odio intransigente al enemigo, que impulsa mas allá de las limitaciones naturales del ser humano y lo convierte en una efectiva, violenta, selectiva y fría máquina de matar. Nuestros soldados tienen que ser así; un pueblo sin odio no puede triunfar sobre un enemigo brutal”. En cambio, George Orwell alimenta el lobo blanco de ojos azules, afirmando: “Es imposible fundar una civilización sobre el miedo, el odio y la crueldad. No perduraría”.

¿Será que el odio nace del juzgar al otro, del rencor, de la ira, de la envidia que llevamos dentro? Parodiando a Herman Hesse podríamos decir: “Cuando odiamos a alguien, odiamos a algo dentro de nosotros mismos”. Es nuestro propio retrato. Si fracasados, si perseguidos, si violentados, si despreciados, si abusados, si desconsolados, si abandonados, si el odio se apodera de nosotros creando una imagen de lo que no somos, ¿podrán sanarse esas heridas escondidas con un poco de compasión? ¿O será que el odio reside en el miedo que nos quiten la fría careta que oculta quien somos?

Mahatma Gandhi, decía: “El enemigo es el miedo. Creemos que es el odio, pero es el miedo”. “Liberarte del odio es liberarte de tu miedo, pues el miedo produce el odio”, reafirma Anthony de Mello. Cristo desde la cruz clama: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lucas 23-24).

La revolución sandinista que estuvo apoyada por muchos, alimentada por el resentimiento y el odio, perdió su precaria legitimidad, y ahora corre aceleradamente a su extinción por la violencia desatada contra sus propios hermanos.

¿Si queremos paz con justicia, cuál lobo vamos a alimentar?, ¿es acaso con presos políticos, persecución y violencia que “volveremos a ser república” (PJCH)?

La Virgen de Cuapa ya nos indicó el camino: ¡Hagan la paz! Construyamos todos la paz pronto, antes que el lobo negro que llevamos dentro se coma a sus hijos y la oscuridad reine entre nosotros.

El autor es arquitecto.

Opinión crisis odio archivo
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