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Nahiroby Olivas: De la guitarra y el ballet a la lucha en las calles y la cárcel. LA PRENSA/R.Fonseca

Nahiroby Olivas: De la guitarra y el ballet a la lucha en las calles y la cárcel. LA PRENSA/R.Fonseca.

Nahiroby Olivas: De la guitarra y el ballet a la lucha en las calles y la cárcel

Al ser excarcelado le llovieron las propuestas para salir del país y estudiar en importantes universidades. Pero asegura que estando en la prisión entendió que tiene un compromiso que no puede romper

Nahiroby Olivas Valdivia cumplió 18 años el 19 de abril del año pasado. Ese día cambió su vida, a tal punto que los 19 años los cumpliría en la cárcel.

Todo cambió cuando, en lugar de celebrar su cumpleaños 18, se sumó a la protesta en contra de las reformas al Seguro Social que se realizaban ese 19 de abril de 2018, mismas que serían el detonante de las manifestaciones más grandes en Nicaragua en los últimos 40 años.

Nahiroby Olivas se describe antes de ese abril como un chavalo normal de León, que vivía “pendiente de sus estudios, su celular, alguno que otro noviazgo y apático ante la política”. Una generación criada por abuelos que vivieron una revolución que para muchos se perdió, una generación sobreprotegida por padres que vieron el horror de la guerra de los 80.

“Despertamos, sentimos empatía por los problemas de los demás, yo no cotizaba al Seguro Social pero sabía que era algo que a todos nos iba a afectar”, reconoce Olivas quien tiene menos de 15 días de haber sido excarcelado.

De los acordes al ballet

Como casi todos los leoneses nació en el Hospital Oscar Danilo Rosales (Heodra), en el año 2000. Sus primeros años los vivió en el popular barrio Fundeci, en la entrada de León, luego junto a su madre, Jackeline Valdivia, se fueron a un pueblo de Telica llamado San Jacinto, desde donde viaja a diario para ir a clases en León y finalmente llegaron al barrio La Merced donde actualmente vive.

Desde que iniciaron las protestas de abril doña Jackeline ha respetado la decisión de su hijo mayor, y ahora que está fuera de la cárcel y a pesar de que tiene temor de que vuelva a ser detenido o que le pase algo, sigue dejando que sea él quien decida qué quiere hacer con su vida.

En la secundaria se le despertó el interés por el arte y comenzó a recibir clases de guitarra en el colegio, y se lo estaba tomando en serio hasta que su profesor a mitad del año decidió renunciar “porque no le estaban pagando su salario”. Eso fue antes de 2015, luego influenciado por su hermana menor entró a una escuela de danza para aprender ballet clásico.

El joven de 19 años se enamoró de la carrera de derecho, pese a que solo pudo completar dos años en la universidad. LA PRENSA/Roberto Fonseca

“Me emocionaba como les aplaudían y les daban flores y los abrazaban”, recuerda Nahiroby cuando decidió entrar a las clases de ballet.

“La primera obra que bailamos se llama Bella Margarita, que es un vals de José de la Cruz Mena”, la presentación fue en el teatro municipal que lleva el mismo nombre del autor de este vals.

Doña Jackeline estaba orgullosa por sus dos hijos, que eran buenos estudiantes y además eran buenos bailarines. Aunque en su momento Nahiroby llegó a pensar en dedicarse a la danza de manera profesional, decidió entrar a la Universidad Nacional Autónoma de León para estudiar Derecho.

“Yo antes de entrar a la universidad no sabía qué quería estudiar, yo creo que me influenció que tanto mi papá como mi mamá son abogados”, confiesa Olivas, quien ahora asegura que terminó enamorándose del derecho. Así fue como dejó el escenario, las clases de danza por la tarde y comenzó a tomarse en serio lo de las ciencias jurídicas.

Las primeras lágrimas antes del horror

Para el mes de agosto de 2018 la persecución en contra de los líderes sociales estaba desatada, el régimen orteguista acababa de finalizar la “operación limpieza”, que consistió en levantar los tranques y barricadas a nivel nacional a sangre y fuego. En su paso, paramilitares y policías habían detenido a muchos de los líderes de los tranques, pero todavía quedaban estudiantes que seguían organizando manifestaciones en contra de la dictadura.

Los horrores de la represión se contaban a diario pero Nahiroby recuerda que por más que quería no podía llorar. “Yo llegué a pensar que estaba enfermo o algo, por más que sentía el dolor de los otros, y miraba tanta muerte no podía llorar”.

Las primeras lágrimas de Olivas vendrían de una manera inesperada y se las provocaría alguien que ni siquiera conocía, ni podrá conocer.

Días antes de ser detenido Nahiroby Olivas junto a líderes universitarias, entre las que está Amaya Coppens. LA PRENSA/O.Navarrete

“Unos días antes de ser secuestrado por la Policía, yo estaba viendo unos videos y me encontré la historia de un hermano venezolano”. Se refiere al joven Neomar Lander, un muchacho venezolano de 17 años, que fue asesinado en junio de 2017 durante las protestas de ese año en el país caribeño.

“Esas palabras de que la lucha de pocos vale para el futuro de muchos me hicieron llorar”, recuerda el estudiante que se quedó viendo el video completo donde el delgado Neomar con un yeso en una de sus piernas se enfrenta a los carros de combate de la guardia venezolana.

Ese día Olivas pasó llorando y no pudo parar hasta que llamó a su madre y le contó lo que sentía. Fue como una especie de despedida, porque el 25 de agosto fue secuestrado junto a otros líderes estudiantiles luego de participar de una manifestación.

Sentir el amor en el peor lugar

Pese a estar 9 meses encarcelado de manera injusta asegura que todo este tiempo ha sido de provecho y le han servido para crecer. Lo acusaron de quemar el Centro Universitario de la Universidad Nacional (CUUN), de León. Pero Olivas ese día estuvo en su casa con algunos amigos celebrando un día atrasado su cumpleaños.

“Tenía muchos testigos de que ese día yo no estuve en las protestas, nunca pudieron demostrar que estuve en esa zona de la ciudad”, asegura Olivas.

Luego de la marcha “Vamos ganando”, varios líderes estudiantiles, entre los que estaba Nahiroby, fueron detenidos por varias patrullas de la Policía Orteguista.

“Nos bajaron y golpearon a varios de nosotros”, incluida Victoria Obando a quien los policías trataron con más saña por su condición de mujer transgénero.

“Ellos (los policías) iban celebrando que nos habían atrapado, recuerdo que nos decía de que se nos había acabado la fiesta y que nos iban a matar”, revive Nahiroby viendo al vacío, recordando los detalles de sus últimos momentos de libertad.

Unos días antes había recibido en su teléfono celular una foto con una supuesta orden de captura en su contra. Se lo contó a su madre, que le pidió que se fuera del país. Es la fecha y Nahiroby no quiere abandonar Nicaragua.

Jackeline Valdivia, madre del líder estudiantil Nahiroby Olivas llora junto a su hijo, familiares, vecinos y amigos que el excarcelado por el régimen Ortega-Murillo. LA PRENSA/O. Navarrete

Fueron llevados a la estación policial de León, interrogados y amenazados. Un grupo de personas, entre los que se encontraban varios familiares de los detenidos, realizaron un plantón fuera del portón de la estación policial.

“Los policías nos dijeron que habláramos con ellos para que se fueran porque nos iban a poner en libertad, y lo hicimos. La gente se fue, pero mintieron y nos sacaron por el portón trasero rumbo a Managua”.

El estudiante describe las instalaciones de la Dirección de Auxilio Judicial (DAJ), más conocidas como el Chipote, como un lugar “oscuro, tétrico y no apto para que personas estén ahí”.

Permaneció en una celda de unos cuantos metros fue encerrado Nahiroby, junto a otros tres reos políticos. En calzoncillos, descalzo, expuesto a las picaduras de insectos en una celda donde comía al lado de un agujero donde hacía sus necesidades.

“Nos comunicábamos por unas ventanas que habían en la parte de arriba de las celdas, nos gritábamos y ahí en medio de todo el dolor de los demás conocí el amor”, asegura Olivas. No encuentra las palabras para describir lo que sentía en esas celdas, pero está seguro de que eso es el amor.

Además: Acusan de asesinato agravado a dos de los siete líderes universitarios detenidos en León.

“Sentir el dolor del otro, si un compañero lloraba yo lloraba, si uno estaba feliz me contagiaba la felicidad, tener esa cercanía, esa empatía por el otro, eso es el amor”, trata de explicar con un semblante serio, “pero quiero que alguien me lo explique, como uno puede sentir ese sentimiento en un lugar tan terrible”.

Luego fue enviado del Chipote a la cárcel Modelo, donde se extendería ese sentimiento al convivir con otros presos políticos que tenían las mismas aspiraciones que él.

En las audiencias donde fue acusado de terrorismo, homicidio, secuestro y robo siempre se le miró con una sonrisa y levantando el puño gritando consignas de libertad. Además de Nahiroby, también fueron acusados por los mismos delitos los estudiantes Byron Corea, Luis Hernández, Juan Pablo Alvarado, Yaritza Rostrán, Victoria Obando y Levis Artola Rugama.

La vida en La Modelo

Comían una vez al día, eran constantemente amenazados e intimidados, pero cuando tenían oportunidad lograban platicar entre ellos, cocinar, leer, o jugar ajedrez “como don Eddy”.

Para un chavalo de 18 años la vida en la cárcel puede ser un auténtico infierno, pero Nahiroby siempre trató de verle un lado positivo a cada momento. Reconoce que no le gustaría volver a caer preso, pero asegura que supo aprovechar los nueve meses que estuvo en presión.

“Uno aprende a tratar con el otro, a entender sus desesperación. Yo me esforzaba por comprender los enojos, las frustraciones, habían padres de familia que eran el sustento de su casa que tenían deudas y entendía su desesperación por salir”.

Fue llevado a las galerías 16-1 y 16-2. Cada 21 días podía recibir la visita de su familia. Antes del 18 de mayo de este año los presos políticos de estas galerías pasaron incomunicados, hasta que en una de las visitas alguien se las arregló para burlar las requisas y lograron introducir un pequeño celular y desde entonces los presos políticos tuvieron la posibilidad de informarse.

“Todos nos reuníamos a escuchar la radio, la encendíamos desde las 4:00 de la mañana y nos acostábamos con el último noticiero”, antes de esos días las únicas noticias que recibieron fueron las que algunas personas les contaron cuando eran llevados a los tribunales orteguistas, donde les acusaban de terrorismo.

“Yo siempre le pregunté a mi mamá qué estaba pasando afuera, si todavía estaban haciendo protestas”, comenta Nahiroby.

Para la mayoría de excarcelados el asesinato del preso político, Eddy Montes, el 16 de mayo, fue uno de los momentos más duros. “Nos golpearon, a varios les quebraron las costillas, cuando encendimos la radio y escuchamos que don Eddy había muerto todos comenzamos a llorar, ya no sentíamos dolor por los golpes”, comenta el joven estudiante antes de hacer una pausa.

Semanas antes del asesinato de Montes, los presos habían realizado varias protestas por la noticia de que serían excarcelados en un plazo de 90 días.

Los presos levantaron las láminas de zinc de las galerías y salieron a protestar sobre el techo, luego tras varias negociaciones con las autoridades penitenciarias los dejaron quedarse fuera de las galerías y los presos “se sintieron mejor”.

“Al menos estábamos en el patio, podíamos caminar, cocinar al aire libre, sacamos los colchones al patio y podíamos dormir viendo las estrellas”, cuenta sonriendo Nahiroby.

Hasta que estuvo con su familia pudo creer que finalmente estaba fuera de la cárcel. LA PRENSA/O.Navarrete

Los presos todas las noches al terminar el último noticiero de Radio Corporación, se acostaban pensando que ese día no fueron liberados pero esperanzados de que quizás al día siguiente los llegarían a liberar.

“Estuvimos esperando tanto tiempo ese día, que poco a poco nos fuimos desencantando, y nos mentíamos los unos a los otros”.

Cuando por fin llegó ese momento y los guardias fueron a levantarlos para sacarlos de la cárcel los presos políticos no se lo creían. Esperaron que pasaran lista, se dejaron conducir rumbo a los vehículos en los que serían llevados a sus casas y guardaron silencio.

Fue el 11 de junio de 2019, una fecha que será recordada por las primera imágenes de 56 presos políticos entre los que estaban los campesinos Medardo Mairena y Pedro Mena, los periodistas Lucía Pineda y Miguel Mora, los líderes estudiantiles Byron Estrada y Nahiroby.

“Queríamos gritar y saltar, pero no creíamos que fuera verdad”, dice en tono desencantado.

Su mamá lo abrazó llorando y fue hasta ese momento que supo que estaba fuera de la cárcel. Familiares, amigos y personas desconocidas los estaban esperando en su casa, ya pudo gritar y saltar.

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En los siguientes días le ofrecieron irse del país con todos los gatos pagados, le ofrecen becas para estudiar en grandes universidades en Europa o Estados Unidos, prácticamente le han ofrecido vivir donde él quiera. Pero Nahiroby asegura que no se quiere ir de Nicaragua.

“Tenemos un compromiso con los familiares de las víctimas, yo le digo a mi mamá de que si a mí me hubieran matado a ella no le gustaría estar sola en esta lucha”, al finalizar la entrevista confiesa que mañana se moverá de casa por seguridad y que saben que la dictadura orteguista puede volver a encarcelarlos en cualquier momento.

“Si volver a estar nueve meses presos significa la libertad para Nicaragua, lo hago con todo gusto”, dice mientras entra de nuevo al mismo cuarto de donde salió.

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