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Jeffrey Isaac Jarquín, el “Nene” de la Upoli

Jeffrey Isaac Jarquín fue líder durante la toma de la Upoli en las protestas contra Ortega. Conoció al patriarca de la familia quemada en el barrio Carlos Marx, trabajó con el Viper, conoció el misterio del tercer piso. Pasó 11 meses en prisión y ahora es asediado en su ciudad natal Bluefields

Jeffrey Isaac Jarquín suele maximizar las emociones cuando habla. En un dos por tres puede pasar de la risa al llanto. O al revés. En un momento comenzó a reír casi a carcajadas al recordar que en la Upoli, mientras estuvo tomada durante las protestas de abril de 2018 en adelante, se casaron seis parejas. “Se casaron el doctor González, Humberto H. Yo me reía, es cierto, soy loco de alegría”, dice Jarquín.

De repente comenzó a llorar desconsoladamente al narrar que a la par suya cayó herido de bala en la cabeza el joven Gerald Vásquez, el bailarín que finalmente murió tras ser blanco de las balas de paramilitares que atacaron la capilla Divina Misericordia, cerca de la UNAN-Managua, en julio de 2018. Y tras el llanto otra vez la risa, cuando se le pregunta cómo era Vásquez: “Era alegre. Un paramilitar lo retó a los golpes y él (Vásquez) se le cuadró y comenzó a brincar y la paramilitar, porque eran dos, una mujer y un hombre, con acento cubano… nosotros lo jalamos pero le dispararon en la frente, la paramilitar. Él era alegre, bromeaba conmigo”, narra Jarquín. Y de nuevo se le lagrimean los ojos. Levanta la cabeza, ve hacia el cielo y dice: “Chino, nos vamos a volver a ver”.

A Jarquín, de 28 años de edad, desde pequeño le dicen Nene en su natal Bluefields, porque cuando él estaba pequeño su madre, Francisca Mendoza, trabajaba donde unos argentinos y esos extranjeros siempre le decían: “¿Dónde está el nene?” Y con ese mote se quedó Jarquín, quien en el Pacífico de Nicaragua también es conocido como el Negro.

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Cuando camina por las calles de Bluefields va saludando a todo mundo. Ya era conocido en los diferentes barrios de esa ciudad porque desde joven se ha destacado en el fisicoculturismo y en las comparsas de los carnavales de su ciudad natal. Pero ahora su figura es más notoria desde que el régimen de Daniel Ortega lo mantuvo casi 11 meses preso, y lo acusó de diversos delitos por haber estado en la Upoli y en la UNAN-Managua durante las tomas de estas universidades, entre abril y julio del 2018.

Hace poco se viralizó un video donde el Nene aparece reclamando sus derechos ante un grupo de policías que momentos antes, según la víctima, lo habían golpeado. Y, como estudió Derecho en la Bluefields Indian & Caribbean University (BICU), le citaba las principales leyes a los agentes.

Jeffrey Isaac Jarquín, conocido como el “Nene”, es de Bluefields y practica el fisicoculturismo. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

El Viper y la Upoli

El Nene llegó a la Upoli el 24 de abril de 2018, cuando la universidad ya estaba tomada. Ahí nomás se regresó a Bluefields en busca de ropa y sus botas, porque sabía que su estadía en la Upoli “iba para largo”.

En los primeros días de abril, él había estado en Managua protestando por la quema en la reserva Indio Maíz. “Yo soy creole, indígena. Amo a la madre naturaleza”, explica. Y había llegado a Bluefields el 18 de abril, el día que estalló la protesta social contra los Ortega, para seis días después regresar a la capital, para reunirse con amigos de él fisicoculturistas y otras amistades que luego lo llevaron a la Upoli.

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Atrincherado en esa universidad, conoció al Viper, uno de los dirigentes de la toma de ese recinto. Al principio, el Viper casi lo golpea. El Nene cuenta que estaban bromeando y él comenzó a decir que a fulano le iban a llamar “ambulancia”, al otro le iban a llamar “camión” y al Viper, como es obeso, le llamarían “tanque”. Eso lo enfureció y casi golpea al Nene.

A pesar de ese altercado, el Nene dice que nunca entendió por qué decían que el Viper era una persona mala. “No era peligroso. Le dieron la fama. Es una persona obesa que no podía correr, no podía bajar las escaleras”, afirma el Nene.

Jeffrey Isaac Jarquín, el “Nene”, vivía en Bluefields, donde también estudiaba. Viajaba eventualmente a Managua porque es fisicoculturista y venía a prácticas a la capital. En abril de 2018 se unió a la lucha azul y blanco y luego pasó 11 meses preso. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

En la Upoli, continúa diciendo el Nene, él estaba a cargo de la seguridad del recinto y tenía a unas 120 personas bajo su cargo. No dejaban entrar nada de alcohol pero sí cigarrillos, además de bebidas y alimentos.

Eran muchas las personas que llegaban a dejar donaciones. El Nene no era el que recibía, pero se enteró que durante toda la toma de la Upoli se llegó a recaudar mucho dinero que se utilizaba en la compra de morteros y combustibles, entre otras muchas cosas que se necesitaban en el lugar que sirvió de refugio, según el Nene, a unos 800 jóvenes que policías y paramilitares buscaban vivos o muertos.

“Aquí hay mucha gente a la que no se le ha agradecido aún”, dice el Nene, refiriéndose a las personas que llegaban a dejar a la Upoli desde grandes cantidades de dinero como de 10 en 10 córdobas, como un taxista que abordó en el centro de Managua y cuando le dijo que iba a atrincherarse en la Upoli lo llevó gratis. “A ese taxista le estoy agradecido porque yo casi no llevaba dinero”, dice. También mencionó que al Hospital Vivian Pellas llevaron a más de mil jóvenes heridos de diferentes universidades no solo de la Upoli.

Entre esos donantes estaban Félix Maradiaga, a quien el Nene solo vio en un par de ocasiones, pero asegura que Maradiaga no tenía nada que ver con la dirección ni se comunicaba con los dirigentes de la toma de la Upoli.

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El Nene tuvo la oportunidad de conocer también a Óscar Velásquez, el patriarca de la familia que fue quemada viva dentro de su casa en el barrio Carlos Marx de Managua.

De acuerdo con el Nene, el pastor Óscar Velásquez llegó en unas cuatro ocasiones a donar colchones para que durmieran en ellos los jóvenes atrincherados en la Upoli. “En total dio unos 100 colchones”, dice el Nene, quien también recuerda que conoció a todas las personas que murieron quemadas en esa casa, incluidos los dos niños, nietos de Velásquez.

Otro recuerdo que el Nene tiene de Velásquez es que le dio la idea de que se amarraran un hilo fino de los cordones de los zapatos mientras dormían, y les colocaran latas de sardinas con objetos dentro, para que cuando alguien se levantara funcionara como una alarma y que todos se levantaran también.

El Nene pensaba que los colchones Velásquez ya los compraba hechos, pero cuando ocurrió lo del incendio se enteró que los fabricaban ahí y que para ello en su casa tenía máquinas. “Yo no sabía que los elaboraban ellos. Hasta el cielo le pido a Dios que los bendiga. Ellos no debieron morir. Ahí es cuando yo me pregunto: ¿Cómo el gobierno tiene seguidores?”, dice el Nene.

La Upoli estuvo tomada entre abril y junio de 2018, por estudiantes. LA PRENSA/ ARCHIVO/ URIEL MOLINA

El tercer piso

El momento en que más dinero junto hubo fue una vez que, en una caja que tenían resguardada en el tercer piso de la Upoli, había más de medio millón de córdobas.

“Ese dinero se administró bien”, asegura el Nene, quien dice que en ese momento ellos se sentían que podían dirigir a Nicaragua. “Sentíamos que podíamos dirigir un país. Allí éramos como un pequeño país. Habíamos de Matagalpa, de Masaya, de todas partes del país. Yo era el negro del Caribe. Éramos como una familia”, dice.

Por las noches pasaba de todo, pero no los delitos que el Gobierno decía que ocurrían, como violaciones y asesinatos. Lo que sí ocurría es que “donde hay muchachos” se emparejaban por las noches. “De ahí salieron varios hijos. Creo que hasta yo soy padre de uno”, dice el Nene maximizando otra vez la risa.

Con las donaciones, tanto materiales como en efectivo, el Nene dice que ellos tuvieron mucho cuidado. Por ejemplo, cuando recibían carne, la metían a una pila y, como el Viper tenía conocimientos de química, le echaba un polvo y si la carne estaba envenenada cambiaba de color.

A pesar de esos cuidados, el Nene dice que no pudieron evitar la muerte de un joven a quien solo llama Luisito, quien se comió un banano que dentro tenía una enorme grapa y eso lo mató, asegura el Nene, derramando lágrimas nuevamente.

El Nene dice que en el primer piso de la Upoli estaban la alimentación, el puesto médico y otros suministros. En el segundo piso estaban las casas de las tropas. “La más arrecha era la de Masaya”, dice.

Y en el tercer piso, que fue el más famoso porque fue mencionado en la mesa del Diálogo Nacional por los representantes orteguistas, estaban los cabecillas y era donde se manejaba una caja con el dinero.

El Nene explica que el orteguismo insinuó que en el tercer piso había armas y explosivos, pero en la Upoli nadie de los que estaban ahí sabían usar armas siquiera y todo fue un mito que tuvo su origen cuando, al principio de la toma, comenzaron a trasladar dentro de una caja un datashow y una computadora portátil. Todo fue una estrategia y el mito se propagó con éxito, según el Nene.

Divina Misericordia
La parte externa del cuarto de oración de la capilla Divina Misericordia quedó agujerada por las balas de los paramilitares orteguistas que la atacaron el 13 de julio de 2018. Jeffrey Jarquín fue sobreviviente de ese ataque. LA PRENSA/ ARCHIVO

De la Upoli a la UNAN-Managua

El día que los jóvenes entregaron la Upoli fue porque hubo falta de comunicación entre los coordinadores, ya que no había un solo líder o jefe máximo. Además, afirma el Nene, fueron traicionados por líderes que hoy figuran y se aprovechan, aunque no quiso brindar nombres.

“Los mismos que entregaron la Upoli fueron los que después entregaron también la UNAN (Managua)”, dice el Nene.

En la Upoli, el Nene se movía “como Pedro por su casa”. “Adonde yo caminaba la Policía no podía entrar”, dice, agregando que hasta los vecinos del lugar lo cuidaban y lo protegían.

El día que salió de la Upoli, el Nene dice que tuvo que salir disfrazado de médico y se fue directo a atrincherarse en la UNAN-Managua, donde sus nuevos líderes fueron algunos que él había liderado en la Upoli.

El Nene dice que lloró porque en la nueva trinchera la alegría no era la misma que en la anterior. “Amo la Upoli”, dice mientras llora.

En la UNAN-Managua estuvo cerca de un mes porque el viernes 13 de julio de 2018 los paramilitares atacaron el lugar, principalmente la capilla Divina Misericordia, donde estaban protegiéndose los jóvenes. Fue allí donde el joven bailarín Gerald Vásquez fue asesinado por los paramilitares y el Nene estaba a su lado.

De la UNAN-Managua el Nene salió para refugiarse con otros en la Catedral nueva de Managua, adonde llegaron a verlos varias personalidades, entre ellos el presidente del Cosep, José Adán Aguerri y el cardenal Leopoldo Brenes.

Luego, el Nene fue a una buena casa de refugio, pero por el mal comportamiento de algunos de sus compañeros debió ir a parar a otra en el barrio 19 de Julio, cerca del mercado Oriental.

Allí, el 20 de julio de 2018, mientras el Nene y todos los demás refugiados se abrazaban en un círculo como una forma de terapia, de “contra psicología”, dice el Nene, unos 12 paramilitares irrumpieron en la vivienda preguntando por él y los llevaron detenidos al Distrito Uno de la Policía, de donde luego fue llevado al Chipote. Los vendieron de nuevo, afirma.

En el Chipote fue torturado y días después fue llevado a La Modelo, en la Galería 16.

Once meses después, el Nene fue de los últimos en ser liberados el martes 11 de junio. Dice que salió junto a Medardo Mairena, el líder campesino que ya conocía desde hace 10 años, porque Mairena vive cerca de Bluefields.

El Nene, como muchos de los reos políticos excarcelados, vive hoy bajo asedio en esa ciudad caribeña, como cuando grabaron el video en el que sale reclamando sus derechos ante un grupo de policías, en la puerta de su casa.

La madre de Jarquín, Francisca Elízabeth Mendoza, ha sido padre y madre para él. LA PRENSA/ ÓSCAR NAVARRETE

“No celebré el Día de la Madre, pero sí el Día del Padre”

“Mi mamá es mi papá”, dice Jeffrey Isaac Jarquín, conocido en Bluefields como el Nene. “Mi papá es adinerado, es sandinista. No mencionaré su nombre”, agrega.

Como el pasado 30 de mayo, Día de las Madres, aún estaba preso, dice que no celebró ese día pero “sí voy a celebrar el Día del Padre”, para agasajar a su mamá, Francisca Elízabeth Mendoza, quien ha hecho de padre y madre.

El Nene dice que desde pequeño es extrovertido. Le ha gustado bailar en las comparsas de los carnavales de Bluefields y ha ganado premios representando a varios barrios de esa ciudad. Su sueño era ser coreógrafo.

Su mamá no estaba a favor de la lucha cívica contra la dictadura orteguista, pero viendo el ejemplo de él, ella ha cambiado su postura.

El Nene estudió primaria en el colegio anglicano de Bluefields. Hizo estudios de nutrición y también estudia Derecho en la BICU, donde algunos profesores orteguistas le han obstaculizado la graduación porque lo aplazan. “Yo soy inteligente”, reclama.

La Prensa Domingo Jeffrey Isaac Jarquín archivo

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