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Otro desatino de Almagro

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, dijo al periódico El Colombiano, de Medellín, Colombia, que Nicolás Maduro de Venezuela y Daniel Ortega de Nicaragua no son iguales, porque “Maduro reprime pero Ortega gobierna”.

Se trata cuando menos de un desatino de Almagro, porque ¿cómo puede decir eso después que los organismos de derechos humanos de la misma OEA han denunciado de manera documentada a la feroz dictadura de Ortega, por la sangrienta represión que desató para aplastar las protestas populares que estallaron el 18 de abril del año pasado, durante la cual cometió inclusive crímenes de lesa humanidad?

En los manuales de diplomacia se dice que el diplomático se distingue por la prudencia al hablar y lo piensa dos veces antes de decir algo. Si esto es cierto entonces el secretario general Luis Almagro no es un diplomático.

En la Asamblea General de la OEA que se está celebrando en Medellín, Colombia, se discutirá una propuesta de Resolución sobre Nicaragua, en la que se condena la represión dictatorial del régimen orteguista. De manera que aunque fuese por decoro diplomático, Almagro debió abstenerse de hacer esos comentarios que presentan a Ortega no como el feroz dictador que es, sino como un manso gobernante preocupado por resolver los problemas sociales de Nicaragua.

Quizás la clave para entender estas sorprendentes declaraciones de Almagro, habría que buscarla en sus palabras de que “la puntualidad que tuvo la crisis nicaragüense tampoco tiene que ver con las características de represión y de crisis humanitaria que padece Venezuela”. O sea que para el secretario general de la OEA Ortega no practica la represión de manera sistemática, como Maduro, sino que se vio “obligado” a reprimir circunstancialmente, por “la puntualidad” de la crisis. ¿Signifca esto que Almagro hace propia la justificación de Ortega, de que impuso un estado de terror y mató a más de 325 personas —según los organismos de derechos humanos de la OEA— porque fue víctima de un golpe de Estado fallido?

Sin embargo, una interpretación benigna de las insólitas declaraciones sobre Ortega que Almagro dio a El Periódico de Medellín, sería que es una astucia diplomática para no arrinconar a Ortega y más bien motivarlo a seguir negociando con la oposición, en busca de una solución democrática de la crisis de Nicaragua.

Démosle a Almagro el beneficio de la duda y esperemos que sea eso lo que persigue con sus elogios a Ortega como supuesto buen gobernante. Pero sobre todo nos quedamos con su posición oficial como secretario general de la OEA en la declaración del 20 de junio, que en el punto 4 “expresa la urgente necesidad de restaurar por completo las libertades en Nicaragua, incluido el derecho a la vida, la libre expresión, el derecho de asociación y manifestación, entre otros”.

Esperamos que esa declaración oficial de Almagro y no su insólito comentario sobre el “buen gobernante” que según él es Ortega, sea lo que influya en la Asamblea General de la OEA en Medellín cuando se discuta el proyecto de Resolución sobre la crisis de Nicaragua.

Editorial Daniel Ortega Luis Almagro OEA archivo
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