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Junio de 1995. Turbas del Frente Sandinista armadas con garrotes y morteros. Durante los 16 años de gobiernos liberales el sandinismo continuó aplicando el “método nicolasiano”, ahora para “gobernar desde abajo”. En 2007 Daniel Ortega logró regresar al poder y las turbas pasaron de ser un instrumento de presión a un arma de represión.

Deja vu: así eran las turbas sandinistas en los años ochenta y noventa

La pedrada, el garrotazo, el incendio y el saqueo no son métodos nuevos. Los practicó la "Colacha" Sevilla en tiempos de los Somoza y el Frente Sandinista los ha seguido aplicando a lo largo de más de treinta años.

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Mucho antes de que el Frente Sandinista ascendiera al poder, el régimen de los Somoza utilizó violentas hordas para mantener “el orden” en las calles y acorralar a la oposición; sin embargo, desde hace más de tres décadas las turbas han sido el sello del partido rojinegro. Se les ha empleado para asediar, destruir, incendiar, saquear y reprimir; de manera que las viejas fotografías de los años ochenta y noventa son como un deja vu en blanco y negro.

Las primeras turbas de Anastasio Somoza García aparecieron en 1944 y estaban conformadas por prostitutas contratadas. Luego llegaría la temible Nicolasa Sevilla, madre del “método nicolasiano”, jefa de forajidos y matones, la diminuta mujer que defendió a la dinastía somocista a fuerza de puño, garrote e incluso ramas de ocote encendidas.

Enardecida, la “Colacha” dirigía a centenares de hombres y mujeres que apaleaban a todo opositor que hallaban a su paso y a más de uno mandaban al hospital. Fue un alma belicosa hasta que cayó presa, el propio 19 de julio de 1979, para ser liberada quince meses más tarde. La anciana se exilió en Venezuela y años después murió en el olvido; pero su “método nicolasiano” sobrevivió y fue empleado por el gobernante Frente Sandinista, que demostró ser un digno sucesor.


El sábado 9 de noviembre de 1991, las turbas sandinistas sembraron el terror en Managua. Ese día hubo una pequeña explosión en el mausoleo de Carlos Fonseca Amador y, en represalia, las hordas arremetieron contra la Alcaldía, los medios de comunicación, los periodistas, la Organización de Estados Americanos e incluso los Bomberos que intentaron apagar el fuego que consumía los edificios de la comuna. Mientras las turbas causaban disturbios en las calles, atacaban Radio Corporación y saqueaban la Alcaldía, la Radio Ya llamaba a la población a que destruyera todos los edificios públicos. A la mañana siguiente el alcalde Arnoldo Alemán Lacayo dio una conferencia desde un escritorio improvisado a la intemperie y aseguró que las pérdidas sumaban treinta millones de córdobas. En esta fotografía puede apreciarse el momento del saqueo.


Abril de 1988. Así eran trasladadas las turbas sandinistas en esa época. En esta ocasión, de acuerdo con el archivo de La Prensa, las hicieron pasar frente al hotel Las Mercedes, donde miembros de la Resistencia Nicaragüense daban declaraciones a periodistas.


Manifestantes sandinistas atacan el vehículo que trasladaba al subsecretario de Asuntos Interamericanos de Estados Unidos, Bernard Aronson, del aeropuerto nacional al centro de Managua. Las turbas lanzaron un galón de gasolina y dispararon con arma de fuego al paso de la camioneta. Era abril de 1990 y en pocos días Violeta Barrios tomaría posesión de la presidencia, luego de haber derrotado en comicios al eterno candidato del FSLN, Daniel Ortega.


El 1 de mayo de 1990 turbas rojinegras atacaron a pedradas una marcha pacífica de la Central de Trabajadores Nicaragüenses (CTN), en la que participaban unos cinco mil obreros afiliados, según el reporte de La Prensa. Lanzada por gente que alzaba la bandera sandinista, una lluvia de piedras cayó sobre los manifestantes, que cantaban el Himno Nacional y portaban pancartas que decían cosas como “Queremos alimentos, no queremos armamentos”, “No más sandinismo, no más represión” y “Los campesinos queremos paz y trabajo”. En la fotografía se aprecia parte de la turba. Ese mismo día Daniel Ortega presidió otra manifestación: la de la Central Sandinista de Trabajadores e hizo solapados llamados a una insurrección.


Pañoleta rojinegra al cuello y piedra en la mano, el 1 de mayo de 1990 este ciudadano participó en la manifestación de la Central Sandinista de Trabajadores y luego en las agresiones a los obreros de la Central de Trabajadores Nicaragüenses.


En su campaña contra los medios de comunicación independientes, el diario LA PRENSA fue el blanco favorito del gobierno sandinista. Solamente en 1981, el rotativo fue objeto de catorce sanciones, desde amonestaciones hasta cierres de 72 horas. Además, la censura causaba serios atrasos a la hora de cierre. “En 1983 el atraso fue de tres horas, en 1984 hasta tres horas y media, y en 1985 llegó incluso a tomarse seis horas y 50 minutos”, destaca el reportaje FSLN: con vocación de represión, publicado en 2005. El periódico dejó de editarse 40 veces entre 82 y 86, solamente por falta de material debido a la extensa censura. Como si eso hubiera sido poco, LA PRENSA también solía recibir la visita de las turbas del partido. En esta foto las hordas tienen tomada la Carretera Norte, frente al edificio del diario.


En 1986, en el aniversario número sesenta de LA PRENSA, las turbas sandinistas mancharon las paredes del periódico, con las siglas del FSLN y frases como “Somos el pueblo organizado, fuera los traidores”.


Garrotes y piedras en mano, hordas sandinistas atacan una manifestación de las mujeres democráticas, denominada Marcha del Dolor, en Masaya. Es el 6 de marzo de 1988. La manifestación comenzó a las 10:00 de la mañana, asediada desde el inicio por turbas que se encontraban en l costado izquierdo de la parroquia La Asunción, lanzando diatribas a través de parlantes. Cuando la marcha avanzó las hordas arremetieron con piedras y palos contra los que iban en la cola. “Se dio la orden de correr, ante el peligro de las turbas. ‘A Monimbó’, era la orden, pero en cuestión de minutos, otro grupo de escuadrones promotores de la muerte bloquearon las calles a los manifestantes que se dirigían al barrio heroico. Para ese momento varias ancianas, niños y jóvenes ya habían caído al suelo, a causa de una verdadera lluvia de piedras en las cabezas t de haber sufrido golpes de garrotes y puñetazos. Mujeres y hombres sangraban, lloraban, gritaban, mientras las turbas, igual que animales salvajes desbocados, pasaban encima de los que caían, golpeándolos con garrotes y pateándolos. Era una horrible pesadilla”, narró el diario LA PRENSA al siguiente día.

 

 

La Prensa Domingo turbas archivo

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