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Autocrítica

El gris panorama político motiva la tendencia de la polarización en Nicaragua. Peregrinando sobre la pista de la difusión, incluidas las redes sociales, es difícil encontrar una posición equilibrada.

El estilo caliente de la pasión produce efectos parciales fácilmente detectados. Pueden ser de izquierda o derecha. No dejan de ser la consecuencia de una deducción ideológica. Ahora cualquiera se proclama izquierdista llevando consigo el equivalente de la demagogia en contradicción con la práctica muy selectiva y, por ende, escasa del pedagogo. No están exentos de priorizar sus intereses personales. La politización le ha restado valores a la credibilidad. Se ha metido en las venas de la expresión pública. La inclinación pinta a dos nicaraguas distintas. El acaecimiento es manipulado.

El receptor capta en el acto la inclinación del emisor. A veces la imagen se asemeja a una viñeta más frecuente en los sectores oficialistas donde la palabra paz es el instrumento de los voceros del gobierno nunca llevada a la realidad. Solo se oye. No se siente. Es la justicia y no la propaganda lo que conduce a la paz. Externar la verdad no significa polarización. Es un acto congruente con el cumplimiento de la ética. Es una actitud valiente en un sistema como el nuestro.

Otro aspecto es que ha descendido el mérito de la creatividad. Refiriéndome a los medios de comunicación radiales, está escasa la programación original, vinculada con las riquezas de la cultura y el arte. La mayoría de las difusoras dependen del relleno de las llamadas telefónicas. Estas desfilan en caravanas interminables, lo cual se ha convertido en un pasatiempo dañino para la ilustración de la sociedad. En la mayoría de los casos las voces lo que producen es un desfile de improperios dichos en un lenguaje poco apropiado para satisfacer el requisito culto. A eso se le llama “derecho participativo”. A veces el moderador no es capaz de controlarlo. La participación tiene a la palabra como el recurso inmediato con la venia relámpago de la lengua.

No me opongo al derecho de opinar. Por el contrario, es admirable y evolutiva esa conquista. Bienvenida sea la expresión popular cuando la forma no sea nociva. No desnaturalice al fondo para que los resultados hagan honor a la misión constructiva de orientar y de educar. Considero que los frutos saludables de la educación no están enriqueciendo la superficie deshabitada por la ausencia de la semilla fecunda.

Autocrítica se titula este artículo, consciente el suscrito de haber errado en el ejercicio de sus responsabilidades. Nunca puede estar fuera de tiempo la reflexión y la invitación a ser uno mismo el corrector de los gazapos trazados en el camino de la existencia.

El autor es periodista.

Opinión autocrítica polarización en Nicaragua archivo
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