Rodeados de cientos de policías armados con fusiles de guerra y a bordo de un autobús de dos pisos, así realizó el recorrido del Repliegue de Managua a Masaya el dictador Daniel Ortega y su mujer Rosario Murillo, una celebración que dejó en evidencia que el régimen se quedó sin discurso y está cada vez más desgastado tras la brutal represión del año pasado.
Desde tempranas horas del sábado, policías y paramilitares se tendieron por toda la Carretera a Masaya para resguardar el paso de la caravana que fue encabezada por Ortega y seguida de cerca por un gran operativo policial y cientos de vehículos con trabajadores del Estado en su mayoría.
Pero pese a movilizar a estos y pese al derroche de fondos públicos, la caravana de simpatizantes no fue multitudinaria como en años anteriores, según constató LA PRENSA que participó en el recorrido.
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Antes de la llegada de Ortega al punto de concentración en la Plaza de las Victorias, varias caravanas de vehículos recorrieron la Carretera a Masaya ida y vuelta para simular que había movilización de simpatizantes sandinistas al punto de concentración. Pero no lograron nada más que retrasar el paso de los vehículos en ciertos tramos de la carretera.
Desde la comunidad de Piedra Quemada hasta la rotonda de Masaya, la presencia de simpatizantes sandinistas fue poca, en cambio la de policías y paramilitares fue constante y en repetidas ocasiones revisaron puentes usando la técnica canina y hasta levantaron tapas del alcantarillas para inspeccionar.
Gran parte de los pobladores de Masaya permanecieron en sus casas por segundo año consecutivo, desde que en abril de 2018 se rebelaron en contra de la dictadura. El histórico barrio indígena de Monimbó solo fue recorrido por paramilitares a bordo de motocicletas y fanáticos orteguistas en camionetas. Hubo presencia policial en la Plaza de Monimbó durante todo el día. Este año Daniel Ortega tampoco entró a Monimbó donde históricamente culminaba el Repliegue.
LAPRENSA/ Roberto Fonseca
Fugaz discurso y sin promesas
La Cámara Nicaragüense de Telecomunicaciones divulgó un comunicado del Instituto Nicaragüense de Telecomunicaciones y Correos (Telcor), en el que se ordenó una cadena de radio, televisión abierta y señal por cable para transmitir el discurso de Ortega, en la culminación del Repliegue en Masaya.
El dictador Daniel Ortega habló inusualmente solo siete minutos con 51 segundos al grupo de simpatizantes, paramilitares y trabajadores estatales que fueron concentrados en el campo deportivo San José, en las afueras de la ciudad.
En su gastado discurso Ortega habló de las luchas del pueblo contra la dictadura de Somoza, de que los nicaragüenses luchan por la paz para que el país se desarrolle. El discurso fue carente de un mensaje concreto para sus bases, en momentos que la comunidad internacional ha aumentado su presión para elecciones anticipadas en Nicaragua, tras la violenta represión que le costó la vida a más de 325 nicaragüenses por violencia estatal.
“Y eso es lo que ha defendido a lo largo de la historia el pueblo nicaragüense, y lo que defendía el pueblo nicaragüense hace cuarenta años en esa lucha heroica que culminaría el 19 de julio de 1978, lo que defendía con la bandera roja y negra de Sandino, que levantó Carlos Fonseca, fue rescatar la bandera azul y blanco para que Nicaragua tuviera paz con dignidad”, dijo Ortega, visiblemente debilitado.
A Ortega lo acompañó solo su vicepresidenta y esposa, Rosario Murillo, el alcalde designado de Masaya, Orlando Noguera y un grupo de señores que supuestamente eran del Consejo de Ancianos de Monimbó para aparentar tener el apoyo del pueblo heroico. Sin embargo el régimen por segundo año no se atrevió a llegar al barrio de Monimbó porque su gente sigue repudiándolo por la masacre perpetrada por paramilitares y la Policía, que inició en abril del 2018 y cuya represión aún persiste.
“En este 40 aniversario recordamos a los comandantes guerrilleros que estuvieron al frente en los combates en Managua y que dieran su vida, el comandante Walter Ferreti, Raúl Venerio (falleció hace unas semanas) y centenares de héroes anónimos que dieron su vida para que pudiésemos alcanzar las victorias el 19 de julio de 1979. Hoy nuevamente en este día en el que se ha hecho este recorrido les decimos a los héroes y mártires que lo dieron todo por la libertad que este es un pueblo que con Sandino ¡ni se vende, ni rinde jamás!”, finalizó Ortega su corta intervención.
LAPRENSA/ AFP
“Una ofensa a los muertos”
El exguerrillero Moisés Hassan y opositor al régimen orteguista calificó de “chachara vacía” lo dicho por Ortega a sus bases.
Hassan sí participó junto a miles de nicaragüenses de los barrios orientales de Managua que combatieron a la guardia somocista, en lo que se conoce como Repliegue Táctico que empezó la noche del 26 de junio de 1979 y finalizó el 27 de junio de ese año al llegar a Masaya.
Para Hassan la actividad del régimen “es una profanación, una ofensa a la gente que cayó muerta” en ese día histórico “porque la borrachera, la vagancia, los bailes, no es ningún homenaje a los muertos”.
“Es una ocasión para clientelismo político, para manipular y engatusar a la gente, para aparecer como alguien quien participó en el Repliegue cuando la verdad es que Ortega estaba escondido en Costa Rica”, afirmó Hassan.
Con el hecho que fuesen paramilitares, policías, antimotines y trabajadores públicos lo que acompañaran a Ortega en su caravana de vehículos y no se atrevieran a entrar al barrio Monimbó, el régimen demostró “la pobreza de gente que tiene”.
“Fue desnudarse de la pobreza del apoyo que tiene (…) Una de las cosas notables fue que aparecía inflamado, gordo. Me recordó a una tortuga”, dijo Hassan.
Ortega, quien se presenta como un gobernante popular no bajó de su lujoso autobús Marcopolo, con aire acondicionado, en ningún momento del recorrido. Saludó a algunas personas cuando caminó apresurado solo unos pasos desde donde se estacionó el autobús hacia la tarima central colocada en el campo deportivo.
Avellán y Borge al mando
Antes de que Ortega entrara a Masaya paramilitares y policías recorrieron la ciudad, el operativo fue dirigido por el comisionado Ramón Avellán y el comisionado general Fernando Borge, ambos fueron vistos en diferentes puntos de la carretera rodeados de varias patrullas llenas de policías.
Antes de la entrada de Daniel Ortega y Rosario Murillo al campo San José, la Policía no permitió el paso ni a vehículos ni a personas. Los simpatizantes sandinistas tuvieron que esperar a que entrara el dictador para ingresar.
Rosario Murillo no habló en la tarima frente a los simpatizantes orteguistas, luego de que Ortega terminara su corto discurso se dirigió a los medios de comunicación oficialistas y se dedicó a exaltar los “logros” en educación y obras sociales del gobierno sandinista.
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“Hemos hecho más que otros gobiernos (…) Sabemos que vamos cada vez más allá fortaleciendo el camino de cristianismo, de justicia social”, dijo Murillo.