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Epigénesis

Entre los descubrimientos más asombrosos de la humanidad se encuentra el ADN, su estructura y secuencia. Son moléculas complejas compuestas de átomos de carbono, nitrógeno, hidrógeno, fósforo, azúcares y aminoácidos armados en pares de espirales, iguales que los que forman los cromosomas y cuyas secuencias se denominan genes.

Se encuentra en todos los organismos y regulan múltiple funciones, entre ellas la perpetuidad del ser vivo. Fue aislado por primera vez por Friedrich Miescher en 1869 y su estructura identificada por Francis Crick y James Watson en 1953. Cualquier cambio en su estructura se llama mutación y como cualquier materia, está sujeta a dañarse debido a factores externos o internos del organismo.

Dichosamente el DNA tiene una capacidad muy grande para repararse, pero cuando el daño es severo se produce la muerte celular o apoptosis. Un fenómeno paradójico porque al morir la célula se evita que el daño se inmortalice, previniéndonos de muchas enfermedades. Lamentablemente, existen situaciones en que DNA dañado puede sobrevivir, causando afecciones como el cáncer.

Desde 1990 se ha popularizado otro concepto llamado epigénesis. Término creado en 1942 por el biólogo y filósofo Conrad Hal Waddington, profundo en conocimientos gnósticos y alquimistas.

Un fenómeno que simplemente significa todo lo que rodea al DNA y que sin alterarlo, regula cambios genéticos profundos en sus mensajes y comportamientos que pueden ser heredados.

Es pues un préstamo que la filosofía hace de la biología para hacer un campo donde podamos interpretar misterios divinos. Biológicamente incluye moléculas químicas, entre las más importantes unas llamadas histonas. Se ha encontrado que modificando estas sustancias alrededor del DNA, podemos controlar enfermedades como el cáncer. Estas moléculas importantísimas para la estabilidad del DNA, se pueden modificar con las experiencias y aprendizajes acumulados por actos que realizamos en nuestra vida. Conocimientos que se pueden transmitir de ser a ser, creando una cadena evolutiva perpetua para bien o para mal.

Existe un concepto religioso cristiano, llamado “La comunión de los santos”. Nadie se salva solo, ni nadie se condena solo, que debido a la epigénesis puede quizás ahora, explicarse científicamente.

Si yo cometo un error en mi vida o tengo una mala experiencia, la epigénesis se encarga de memorizarla y lo que es peor o mejor porque también puede ser buena, de transmitirla a mis hijos y nietos en una cadena generacional infinita. Si aprendo a ser criminal o me vuelvo alcohólico, puedo transmitir estos defectos a mis generaciones, condenándolos a ser criminales o alcohólicos. Por el contrario, si aprendo música, o a ser compasionado y limpio, heredo a mis hijos y nietos a serlo también. En dos palabras si me condeno, condeno también a mis herederos a perpetuidad y si me salvo, también los salvo a ellos. A menos que altere con mi aprendizaje y conducta a través de la epigénesis la memoria aberrada o la memoria correcta.

Desde tiempos inmemoriales se ha hablado de que las características que se aprenden durante la vida se almacenan y se pueden heredar. Hipócrates, Galeno, Bacon, Darwin y Lamarck son algunos de los muchos científicos que lo vienen mencionando en sus estudios y textos. Cuidado, pues todos esos policías que matan, esos diputados y presidentes que mienten y roban, esos que torturan y se burlan de los débiles, porque aunque no encuentren justicia en sus pocos días de vida, algún descendiente de ellos pagará por sus malas obras.

Se los digo especialmente ahora en Nicaragua, con tanto soberbio que se cree invencible e intocable. Algún día por sus malas obras alguien de su descendencia sufrirá. Es a través de la epigénesis que quedará marcado hasta el final de los tiempos.

El autor es médico.

Opinión Epigénesis archivo
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