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La revolución traicionada

Hace 40 años, para regocijo de los amantes de la libertad en todo el mundo, se produjo la entrada triunfal de las banderas del FSLN por las calles de Managua, en señal inequívoca de que el pueblo de Nicaragua, pletórico en dignidad y coraje, había logrado vencer a la dictadura somocista que en su afán de perpetuarse en el poder había reprimido sin compasión alguna a su propio pueblo durante casi 45 años. Ese 19 de julio de 1979 todo era alegría, y en los corazones solo se oía el palpitar de un sueño de esperanza, que pronto habría de convertirse en una espantosa pesadilla.

Todos los nicaragüenses, principalmente aquellos que peinan canas, saben lo que pasó después. La década de los 80-90, en que gobernó el FSLN, fue una verdadera tragedia para Nicaragua. Los 9 comandantes de la Revolución —que se creyeron semidioses— por sus pretensiones totalitarias hundieron al país en la mayor pobreza y ruina como nunca antes se había conocido. Así traicionaron una Revolución, que siendo impoluta en sus inicios, había surgido como una de las más grandes esperanzas de los pueblos oprimidos del mundo.

Después del rotundo triunfo de doña Violeta Barrios de Chamorro, en 1990, muchos pensamos que “la noche oscura” había quedado atrás y que al brillar el sol de la libertad en nuestra patria, un porvenir de paz y de progreso para nuestro pueblo es lo que vendría. Pero, la realidad fue muy distinta. Por los graves errores que cometieron los gobiernos democráticos que sucedieron a doña Violeta —como los casos de corrupción del Dr. Alemán— le pavimentaron el camino a la dríada de los Ortega-Murillo para que con el apoyo incondicional del Ejército y la Policía destruyeran la incipiente democracia que habíamos alcanzado hasta el 2007.

La historia de lo sucedido a partir de entonces ya todos la conocemos. Basta leer la última resolución de la 49 Asamblea Ordinaria de la OEA en Medellín, así como los informes de la CIDH en los que se señala a los Ortega-Murillo como autores de delitos de lesa humanidad. No hemos podido salir de ese círculo vicioso de nuestra convulsionada historia, ya que salimos de una dictadura para pasar a otra peor.

Confiamos en Dios, en la firme determinación de nuestro pueblo y en la solidaridad internacional, en que esta angustiosa situación por la que hoy atravesamos los nicaragüenses pronto terminará, porque como dijo ese gran presidente de los Estados Unidos, Abraham Lincoln: “Quienes niegan la Libertad a otros no la merecen para ellos y, conforme la justicia divina, no la podrán conservar por mucho tiempo”.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

Opinión revolución traición archivo
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