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Alfombra inútil

Nicolás Maduro, quien nunca colmó de honores al significado de su apellido, le tendió una espesa alfombra a Michelle Bachelet, con el objetivo de deslumbrarla, de suavizar su posición de alta comisionada de los derechos humanos de las Naciones Unidas, una decoración que tanto menudea en las hipocresías palaciegas. El inmaduro no tomó en cuenta que la susodicha había pisado tantas veces el grosor colorido de esas alfombras durante ejerció la presidencia de Chile, siendo un recurso cajonero en los salones donde se evita la desnudez prosaica de los ladrillos. Fue llamativa la forma en que la recibió el dictador, quien en el éxtasis del cinismo parecía un súbdito ante su majestad.

Días después de la visita de Bachelet a Venezuela ocurrieron sucesos trágicos que la conmovieron: la muerte ocasionada por torturas del capitán de corbeta Rafael Acosta y el asesinato contra la luz de un adolescente cuyos ojos fueron destruidos por proyectiles dirigidos a su rostro. La propia esposa del capitán, Walesa Pérez, denunciaba que al mismo tiempo en que Maduro tendía la alfombra a Bachelet, Acosta era mortalmente torturado. La realidad simultánea descubría el doble semblante del narcisista. Pero Bachelet no quedó tan deslumbrada con la alfombra cuya inutilidad quedó demostrada a pesar de haber publicado el severo informe. Maduro al conocerlo le envió un mensaje a la funcionaria: la liberación total de 22 reos políticos como una muestra de que Venezuela estaba dispuesta a rectificar su conducta. No hubo liberación total sino condicionada. Bachelet se “tragó la píldora” cuando hizo un reconocimiento a quien no lo merecía. Maduro estaba parcialmente cumpliendo con su deber. Incluso debió ponerse de rodillas ante la justicia.

El categórico informe sin embargo no constituyó nada nuevo. Todo se sabía. Excepción en ese momento del asesinato contra el capitán y la liquidación de la vista del adolescente. No había por qué felicitarla por su decisión en un despacho tan sensible como el de presidir la comisión de derechos humanos de las Naciones Unidas. La alfombra puesta en su honor resultó inútil para el venezolano. Bachelet con la presentación contundente del informe no cayó en la trampa de los halagos. No hizo figuración artificial de las circunstancias políticas cuando es apelada por el trillado argumento del intervencionismo cuando bien se sabe que su aplicación es parcial. Se prioriza encima de todo el sufrimiento del ser. Por esa razón el informe evade a la geopolítica, a las relaciones internacionales, a los formalismos superficiales que empalidecen ante el ultraje no solo a los venezolanos sino de todas las criaturas que habitamos el planeta, la casa de todos. En ese sentido el globo se unifica y se convierte en una sola y gigantesca soberanía.

El autor es periodista.

Opinión Naciones Unidas Nicolás Maduro Venezuela archivo
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