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Otro 19 de julio, la misma retórica

Discursos gastados y aburridos atacando a los Estados Unidos; llamando “terroristas, golpistas y vandálicos” a los jóvenes que se rebelaron en Monimbó con bombas caseras contra la dictadura de Daniel Ortega y Rosario Murillo.

Otros jóvenes de Managua, León, Chinandega, Bluefields, Matagalpa, Estelí, Jinotega, Jinotepe y otros lugares se sumaron a la lucha patriótica de abril del 2018. Muchos cayeron asesinados, los que pudieron sobrevivir a las masacres ejecutadas por la Policía orteguista y los paramilitares, fueron objeto de absurdos juicios ordenados por el dictador.

Al final, por las presiones de la Alianza Cívica y la Organización de Estados Americanos (OEA), el gobierno sandinista se vio obligado a excarcelar a una gran cantidad de los presos políticos.

La Asamblea Nacional, constituida en su mayoría por diputados orteguistas, ha aprobado la llamada Ley de Amnistía que exonera de responsabilidades a los policías, y paramilitares, involucrados en crímenes de lesa humanidad. Es de esperarse que este 19 de julio Ortega con su enorme equipo de seguridad y miembros de la Juventud Sandinista hable de paz y que “todo está normal en Nicaragua”.

Pero hay que preguntarse si las madres que han perdido a sus hijos, las esposas a sus esposos, las hermanas a sus hermanos, las novias a sus novios y las amigas a sus amigos, ¿pueden estar en condiciones humanas o emocionales de perdonar a quienes segaron las vidas de sus deudos?

Al final, el pueblo de Nicaragua que a diario sufre la tragedia del orteguismo da las espaldas a la retórica del dictador, que se ha quedado con sus mentiras.

El orteguismo nada puede ofrecerle a un pueblo que está cansado de su permanencia ilícita en el poder. El pasado y el presente lo condenan y el futuro es de los jóvenes, de una juventud que tiene la capacidad necesaria para construir la nueva Nicaragua que se necesita, con toda su dimensión moral y sustentada en el respeto a los derechos humanos, las libertades y la democracia.

La sociedad nicaragüense, de la cual todos somos parte, demanda un cambio efectivo, una transformación del sistema político que se base en la independencia del poder judicial, que es condición indispensable para administrar la justicia sin sesgos ni banderas partidarias, con jueces honorables que no obedezcan órdenes ni señales ajenas a su mandato constitucional y su responsabilidad profesional.

La lucha es por una república como la que soñó y por la que luchó Pedro Joaquín Chamorro Cardenal, en la que prevalezca la verdad y el respeto a la dignidad de las personas sea la práctica permanente en el ejercicio de las autoridades públicas libremente elegidas por los ciudadanos.

El autor es periodista de Somoto.

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