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Imagen de referencia. LAPRENSA/Agencias

Estos son los traumas mentales que ha provocado la crisis en Nicaragua

Ansiedad, depresión e idealización del suicidio son los traumas más comunes que han atendido los especialistas en salud mental

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En el cantón Desamparados de San José el 16 de junio fue encontrado el cuerpo de Josué Sándigo Reyes, de 22 años de edad, con una botella de veneno al lado. Sándigo había estado atrincherado en la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN-Managua) durante las protestas contra el gobierno de Daniel Ortega y el 21 de julio de este año hubiera cumplido un año desde que se había exiliado en Costa Rica.

El exilio forzado, la separación de su hermana —la única familiar que tenía— y la falta de empleo y estudios en Costa Rica pudieron provocar la depresión que lo empujó a suicidarse, según sus propios amigos con los que vivía en una pequeña casa en condiciones precarias. “Se sentía muy mal, a veces lloraba y se desahogaba solo”, dijo uno de sus amigos.

El caso de Sándigo no es el único. Esta semana también circuló en redes sociales la muerte de Jasson López, de 22 años, otro manifestante que decidió ahorcarse debido a la depresión que sufría desde hace meses, según dijeron sus familiares.

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Josué Enoc Sándigo, de 22 años, murió intoxicado en San José, Costa Rica. LA PRENSA/ CORTESÍA

Estos casos pueden reflejar lo más grave del daño en la salud mental que los nicaragüenses están sufriendo a raíz de la crisis política. Sin embargo, los especialistas alertan que dada la magnitud de la represión que se vive y el tiempo de inestabilidad que se sigue prolongado, los afectados por problemas psicológicos y físicos son todos los ciudadanos nicaragüenses.

“Lo anormal sería que las personas se sintieran normal en este contexto”, dice la psiquiatra Gioconda Cajina, quien ha atendido desde familiares de asesinados en la represión, excarcelados políticos y ciudadanos que sufren de crisis nerviosas debido al contexto.

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Las crisis mentales más comunes que puede experimentar una persona son la ansiedad, depresión o incluso esquizofrenia. Sin embargo, los nicaragüenses pudieran estar sufriendo enfermedades generales como dolor de cabeza y musculares, irregularidad en la presión arterial o altos índices de azúcar en la sangre debido al estrés.

“Nosotros decimos que es mental y nos aguantamos, resistimos, pero todo lo mental se va para adentro de nuestro cuerpo y provoca todo el desorden metabólico hormonal que lleva a una alteración de todo el sistema nervioso central”, dice Cajina, especialista en salud mental.

salud mental
El Hospital Psico Social José Dolores Fletes en Managua, es el único hospital psiquiátrico de Nicaragua. LA PRENSA/ ARCHIVO

Ministerio de Salud no informa

Las crisis política, como la que viven los nicaragüenses, provocan un quiebre social y orgánico en todo el país. De manera que los ciudadanos pierden sus derechos básicos para poder sobrevivir en la sociedad porque las autoridades encargadas de cuidar su salud, economía y seguridad han perdido toda credibilidad.

Según los especialistas, los ciudadanos tienen temor de los policías, militares, médicos de los hospitales públicos y jueces del sistema judicial.

El Ministerio de Salud (Minsa), por ejemplo, encargado de la salud de los nicaragüenses, no tiene estadísticas acerca de las atenciones por problemas psiquiátricos. Domingo envió un correo pidiendo información al respecto, pero hasta el cierre de esta edición no habían respondido.

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Por otro lado, la única atención especializada que tiene el estado para dar respuesta a estos problemas es el Hospital Psicosocial de Managua y otros tres centros más pequeños de todo el país. Sin embargo, la politización provoca desconfianza en los posibles pacientes que necesitan esta atención.

Un médico que llega a comprar medicamentos a este hospital, bajo la condición de anonimato, dijo que antes de entregarle las pastillas, las enfermeras del centro le dan un discurso político a favor “del gobierno de Daniel Ortega”. Este centro, además, tiene diversos afiches con propaganda del Frente Sandinista.

“Los pacientes que no son sandinistas no tienen la confianza de abrirse para solucionar sus problemas mentales”, dice el médico.

El Minsa tampoco ha dado un informe sobre las atenciones que los hospitales y centros de salud han brindado en padecimientos que puedan estar relacionadas con problemas de estrés y depresión para medir el impacto real de la crisis en la salud mental.

Un colectivo de psicólogos independientes que se llama Sanar ha brindado más de 850 atenciones en todo el período de la crisis. Por el contexto, los ocho especialistas atienden de manera confidencial por medio de redes sociales, a través de líneas telefónicas y en ocasiones de forma presencial.

La mayoría de personas que acuden a Sanar tienen cuadros ansiosos, rasgos de trastornos del estado de ánimo como depresión, idealización suicida o consultas psicológicas por otros motivos.

La psiquiatra Gioconda Cajina, por su parte, considera que en lugar de aumentar las consultas en su consultorio, estas han disminuido debido a la crisis económica que vive el país.

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Heridas que no cierran

El miedo se ha apoderado de los ciudadanos cuando caminan por las calles de Nicaragua: se anda con más precauciones de las que se tenía hace meses e incluso existe mayor cuidado para hablar ciertos temas, aunque no sean políticos. Para los especialistas consultados, esto se debe a que se despertó el estrés postraumático de las guerras que se vivieron a lo largo de los últimos 40 años.

Los adultos que vivieron las guerras suelen rememorar esos conflictos y los relacionan con la actualidad. “A estas personas les preocupa cuando sus familiares salen de sus trabajos, universidades o escuelas. Esto los mantiene mayormente tensionados por la incertidumbre que existe en las calles”, dice el psicólogo Róger Martínez.

La Modelo, presos políticos
Roger Alfredo Martínez, psicólogo, escritor y exreo político. LA PRENSA/Archivo/AFP/Mynor Valenzuela

Para el colectivo Sanar, la carga de conflictos bélicos todavía no se ha curado en la sociedad nicaragüense y esto se ha magnificado por los últimos meses de violencia que se han vivido. “Esto ha generado una desestabilización a nivel corporal y mental en todos los nicaragüenses, siendo esta la respuesta natural en un contexto anormal”, agregó este equipo de especialista.

En los últimos 40 años, en Nicaragua no han existido procesos de reparaciones para las víctimas de la violencia. Para la psiquiatra Gioconda Cajina esto provoca que se acumulen los traumas. “La salud psíquica nunca ha sido tratada y hay ciertas verdades que no queremos ver”, agrega.

La historia, sin embargo, es un continuo. Pero la consecuencia más grande de las guerras, que los especialistas coinciden que existe, es el daño de la conciencia para no repetir la experiencia de la guerra. “No queremos que se repita la historia por la lucha por el poder”, dice Cajina.

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El psicólogo de la cárcel

En la cárcel Modelo, Róger Martínez daba vueltas en su celda y hacía ejercicios de respiración para aplacar las situaciones que disparaban sus emociones.

Martínez es un psicólogo de 35 años de edad que escribe en el diario Hoy desde hace dos años. Durante la crisis política fue encarcelado por participar en las protestas, pero fue puesto en libertad después de ocho meses. “Los demás presos me decían como apodo el Psicólogo y así me fui conociendo entre ellos”, dice Martínez.

Algunos reos acudieron a Martínez en prisión en busca de atención psicológica. A varios les entregó libros para que pudieran “encontrarse”, aunque otros fueron reacios a expresarse. “Poco a poco fueron tomando confianza para expresar cómo iban sintiéndose: lograban superar sus propias barreras mentales para poder acercarse. Otros no lograron eso”, asevera Martínez.

En esta vivienda, paramilitares escoltados por la Policía Orteguista incendieron la vivienda y asesinaron a seis personas, incluyendo a dos menores de edad. LA PRENSA/ARCHIVO

La especialista Gioconda Cajina explica que muchos reos no aceptan que tienen problemas mentales por machismo. “Hay personas que sufren ataques de pánico y no lo aceptan. Dicen que son problemas en el corazón, les hacen exámenes y salen normales. Esta no aceptación es normal por la resistencia a sentirnos vulnerables”, agrega.

En las celdas de Tipitapa, Martínez percibió que las enfermedades que más predominaban eran la ansiedad, el estrés y la depresión. Lo que más miraba era llorar a los presos políticos por largos períodos debido a esta supresión emocional “por no verse débiles”.

“Muchos salieron sin haber tenido la oportunidad de canalizar esas emociones y hoy están sufriendo las consecuencias en síntomas como agresividad y explosividad”, sostiene el psicólogo.

Cajina considera que las víctimas directas como los torturados, exiliados y excarcelados requieren atención especializada. Sin embargo, ella ve cómo en las farmacias es ahora más común que las personas compren pastillas contra el dolor y para dormir. “Las personas se están automedicando y eso tiene un enorme riesgo porque les impide visualizar la realidad”, advierte la especialista.

En su casa el excarcelado Martínez ha tenido dificultades para dormir. Otros de los presos políticos liberados sufren de terrores nocturnos, pesadillas, hambre excesiva o pérdida del apetito. En la cárcel los horarios de alimento fueron alterados y algunos, como Martínez, todavía no se han adaptado.

Otros excarcelados tienen episodios paranoicos y delirios de persecución cuando se está cerca de algún policía uniformado.

Imagen referencial. LAPRENSA/Agencias

¿Qué hacer?

La psiquiatra Gioconda Cajina considera que de las desgracias surgen oportunidades. Por tanto, en cada situación aconseja buscarle la parte positiva. Por ejemplo, a un excarcelado que tiene dos niños pequeños le ha aconsejado que aproveche este tiempo para estar con ellos, porque antes no podía.

A otro excarcelado que le quitaron el permiso para fabricar bombas artesanales, cohetes y morteros, le ha aconsejado que ahora fabrique hamacas, pues también las podía confeccionar.

Algunos excarcelados que no saben leer, Cajina les ha instruido que este tiempo en sus casas es bueno para que salgan del analfabetismo.

La psiquiatra afirma que la pérdida reduce a las personas y las revictimiza e inferioriza. Por tanto, las circunstancias tienen que transformarlas.

Las enfermedades físicas se generan por el agotamiento mental. Existen mecanismos de defensa que mantienen estable la mente, como la adrenalina y los corticoides, pero cuando estos se agotan, el cuerpo empieza a fallar.

El abuso de estimulantes puede originar depresión, desajustes de personalidad e inducción al suicidio. Los especialistas consultados consideran que no existen pastillas que “quiten las ganas de matarse” y que lo mejor es el tratamiento colectivo.

¿Tengo una crisis psicológica?

El colectivo de psicólogos Sanar y otros especialistas brindan tips para identificar si está atravesando por una crisis mental:

Identificar algún problema reciente que haya marcado tu estado anímico y físico.

Identificar la frecuencia e intensidad de lo que se siente.

Identificar a quién afectamos con esta situación.

Si ha pasado más de un mes con estas sensaciones, acudir a un profesional sería lo indicado.

Si acude al médico, debe describir su medioambiente para identificar el síntoma.

Dolores musculares, irregularidad en la tensión arterial o nerviosismo.

En este contexto, cualquier trastorno de salud puede estar relacionado con estrés

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