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Algo más sobre el Ejército

La circunstancia existe: crisis. También incentivos: evitar que crisis derive en catástrofe. Y entre los actores, sin duda está el Ejército, que ha reiterado su apoyo a una salida pacífica, a la que Ortega se opone

En el libro El régimen de Ortega, ¿Una nueva dictadura familiar en el continente?, señalamos que Ortega ha revertido “una transición política que fue un proceso de construcción de la democracia en un país donde nunca la hubo en su sentido moderno”. Y destacamos tres grandes elementos de esa transición: a) establecimiento de un Estado de derecho; b) existencia de un sistema electoral democrático, y c) desprivatización del monopolio de la fuerza o violencia.

Sobre este último elemento, en el libro señalamos que “antes del período analizado, el monopolio de la fuerza estuvo privatizado por un caudillo o un partido político: yendo hacia atrás, Ejército Popular Sandinista (EPS), absolutamente identificado con la revolución, el FSLN y sus órganos de dirección; antes, Guardia Nacional, devenida en ejército privado, pretoriano, de la dictadura dinástica de los Somoza…”, y anteriormente, ejército liberal o conservador, según el gobierno de turno.

Esta semana, el jefe del Ejército, general Julio C. Avilés, convocó una conferencia de prensa para dar a conocer actividades con motivo del 40 aniversario de la institución. En las preguntas y respuestas se produjeron afirmaciones que han sido interpretadas como negativa a la existencia de “grupos violentos irregulares”, “terceros armados”, o “grupos parapoliciales, que habrían actuado con el apoyo de agentes estatales”, como señala la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en sus “Observaciones preliminares de la visita de trabajo de la CIDH a Nicaragua”, el 21 de mayo de 2018.

Periodísticamente, a esos grupos identificados como parapoliciales en el lenguaje de la CIDH, se les denomina paramilitares. De aquí el equívoco interpretativo pues en la conferencia de prensa no es que se negara la existencia de esos grupos, sino lo inapropiado de llamarles paramilitares, así como “Managua militarizada” y otros ejemplos que se dieron, pues “el Ejército no tiene estructuras ni equipos para el orden público”, como tituló LA PRENSA, del cual es responsable la Policía Nacional, que sí se ha apoyado represivamente en esos grupos parapoliciales.

En octubre de 2017, seis meses antes del inicio de la crisis, publiqué un folleto titulado Nicaragua, ¿es inevitable otra transición catastrófica?, en el cual indicaba que era necesario evitar “esa falsa sensación que la estabilidad y seguridad autoritaria es eterna”. Y me interrogaba: “¿Cómo transitar de una estabilidad autoritaria a una democrática, sin catástrofe…?” (como después de Somoza).

Y contestaba: “…es fundamental identificar la clave —actores, incentivos y circunstancias— que permitan encontrar la transición deseable y posible”. La circunstancia existe: crisis. También incentivos: evitar que crisis derive en catástrofe. Y entre los actores, sin duda está el Ejército, que ha reiterado su apoyo a una salida pacífica, a la que Ortega se opone.

El autor fue candidato a la Presidencia de Nicaragua.

Columna del día Daniel Ortega Ejército de Nicaragua archivo

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