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LA PRENSA/Archivo/Jader Flores

Francisco Larios comparte poemas sobre su libro inédito “Parece una república”

"Todavía no nos habla el emperador; / la emperatriz no pide cuentas; / hay tiempo por delante para/ nuevas batallas", dice en uno de los párrafos el poema "Combate urbano"

El poeta nicaragüense Francisco Larios comparte esta selección de poemas: “País”, “Combate urbano”, “Apocalípsis”, “Esfinge” y otros sin títulos, los que ofrecen su visión en pocas palabras sobre la crisis sociopolítica de Nicaragua; así sobre la guerra, la paz, la religión, lo existencial.

Estos y otros poemas que escribió en los últimos años, cargados de imágenes y simbolismos, también tratan otros asuntos sobre el Estado y los ciudadanos en su relación con el poder y el exilio; y formarán parte de su nuevo libro “Parece una república”, reveló el poeta.

Será publicado bajo el sello katakana editores y se sumará a la lista de títulos de la Colección Péndulo Nagari.

Lea además: Celebrarán en varios países los 95 años de vida de Ernesto Cardenal, uno de los poetas vivos mas importante de la lengua española

Larios es autor de “Cada Sol Repetido” (2010); y de los poemarios bilingües, “Astronomía de un sueño (Astronomy of a Dream, 2003); y “La red ante los ojos (The net in sight  2015).

En su faceta de traductor destaca la publicación del español al inglés del libro “El soldado desconocido de Salomón de la Selva (The Unknown Soldier)” y del poemario “Memoria desplomada (The traps of memory)” de Marina Moncada, ambos escritores nicaragüenses.

Asimismo tradujo del inglés al español versos de 109 poetas de varias nacionalidades que publicó en la antología Los hijos de Whitman.Poesía norteamericana del siglo XXI”. 

Dejamos esta selección del poemario inédito “Parece una república”:

País

un país dura un minuto;
en cambio las raíces
nunca acaban de hundirse, roban
a la lengua cualquier dulce, dejan
zumbidos en el alma que uno trata
de acallar con otras voces

 


Combate urbano 

Cuando una bala avance entre dos cuerpos
y ciertos labios busquen, ¿cómo
te verás de pelo suelto, policía-muchacha?
Helénica, olmeca, rebelde,
sojuzgada tigresa de harén, reina incógnita,

ya que no queda espacio para amor sin violencia
te escupo a besos
por el hijo que espera sin saberlo en la casa bochorno
y porque me pregunto
si el estallido cesará en la memoria
de tus fecundos ojos.

Todavía no nos habla el emperador;
la emperatriz no pide cuentas;
hay tiempo por delante para
nuevas batallas.

Moriremos los dos y alguna
página blanca hará referencia
a tu historia y la mía,
como si de estatuaria se tratase
y un placer nos hiciese posar
con esta solemnidad pesada
en nuestras almas.

 


 

La paz gana
una escaramuza

Un fusil
carga
una muchacha.

Una muchacha
carga
un tanque.

Un fusil escapa.
Una guerra

muere aplastada

por una muchacha.


 

Leo los labios de Rimbaud
murmurar
lesfloraisons lépreuses des view murs,

decido guardar
todos mis libros,
dejar de escribir

Pues vale la pena pensar
en floraciones leprosas
de muros ancianos.

Bellos son, ¿no es cierto?
muros que mueren de esperanza tantos siglos,
todavía

¿quién es la piedra ahora?


Apocalípsis 

No desate el hombre
lo que la vida atare
con el hilo sarcástico
que teje
fronteras
y generaciones;

que pone rostros rubios
sobre pieles morenas,
sonrisas
entre malas intenciones.

vano es cada
intento de corte; el arco ha de
entre
cielo y maldades  completarse.

el ermitaño, su paz a bacanales;
en un país lejano
poetiza el enviado del mal,
oraciones

Amén, murmura

No desate

Ya su momento habrá.
Amén – los  cardenales.


 

Comprensión de la cebolla 

calladamente la cebolla almacena
múltiples mundos, lágrimas cortas, espera
los tajos eventuales del hambriento; guarda
aquellos mediodías
que corrían sin tiempo, indiferentes
al fogón, al mercado, a los cubiertos

No es fácil verla sin pensar en fortalezas de seda

¿quién dice que es inmóvil y no siente?

Una ausencia encendida le sucede

 


Esfinge 

y como siempre, la duda,

dos puntos de partida,

el espejo
bifurcándose,
la espalda
hecha dos alas;

en la esquina
el vórtice agrietándose
como una ameba,
nubes chocando,
el trueno
desgarrándose
del rayo

mi gran consuelo: el tiempo
mata

caemos,
pero yo podré vengarme
de esta manera

 

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