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Nuestra heroica juventud

Tenía razón nuestro eximio poeta, Pablo Antonio Cuadra, cuando en una ocasión solemne le escuché decir que “los poetas son los profetas de nuestro tiempo”, porque todo ese heroico despertar que hoy estamos viendo en nuestra juventud, ya lo había intuido nuestro gran Rubén Darío en su libro Opiniones publicado en París, Francia, en 1906, en el que en una clara referencia a nuestra juventud advierte: “¡Libertad, Libertad, mis amigos/ y no os dejéis poner librea de ninguna clase!”.

Digo lo anterior, porque después de escuchar las aburridas y disparatadas intervenciones de los Ortega-Murillo en el 40 aniversario de la fracasada revolución, es obvio que lo que se proponen, como si se tratara de su propia finca y no de la República de Nicaragua, es ponernos a los nicaragüenses la librea de la que nos habla Rubén y es obvio también que ha sido nuestra juventud: obreros, campesinos y universitarios, quienes desde el 18 de abril del año pasado, han aportado la mayor cuota de sacrificio en salvaguarda de nuestra dignidad nacional.

La fatídica pareja, envalentonados quizás porque cuentan con la complicidad vergonzosa del Ejército y de la Policía y de unos cuantos paramilitares, nos notifican que las próximas elecciones nacionales serán como, cuando y con quienes a ellos les dé su regalada gana y no adelantadas ni con reformas electorales auténticas como lo hemos venido demandando la inmensa mayoría de los nicaragüenses. Es por estas razones y muchas más, por lo que nuestra juventud, sedienta de justicia, democracia y libertad, se ha levantado en busca de una Nueva Nicaragua que nos garantice un futuro mejor para todos, porque como dijo uno de los próceres de la Revolución francesa, Saint Just (1767-1794): “Los pueblos que viven bajo el despotismo carecen de patria”.

Hay que recordar también que por esta noble causa muchos de estos jóvenes, hombres y mujeres, han o están sufriendo cárcel, padeciendo crueles torturas y otros abusos a su condición humana y que en un gesto digno de admiración, ninguno de los que han sido excarcelados ha claudicado a su ideal de seguir luchando hasta lograr nuestra libertad. Esto me recuerda lo que escribió Shakespeare en su Ricardo III: “¡Es muy lamentable que se enjaule a las águilas/ mientras buitres y milanos rapiñan en libertad!”.

A nuestra juventud, que por su patriótico comportamiento se ha hecho acreedora del reconocimiento mundial, la exhorto a no abandonar la lucha hasta lograr la victoria total. Mientras tanto, tengamos fe en que pronto llegará el día en que la justicia, la libertad y el desarrollo prevalecerán por siempre, en beneficio de todos los nicaragüenses.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

Opinión Crisis en Nicaragua jóvenes archivo
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