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Empatados

El partido del presidente Mauricio Macri, Juntos por el cambio, y el de Cristina Fernández de Kirchner (CFK), el Frente de Todos, llegarían empatados a las PASO del domingo 11 de agosto en la Argentina. Las PASO (Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias) constituyen la etapa previa en que se definen partidos y candidatos que participarán en las elecciones presidenciales (más una renovación parcial de 130 diputados y doce senadores en el Legislativo) fijadas para el 27 de octubre. Constituyen la primera gran encuesta (de las otras hay para todos los gustos).

Es una pulseada pareja y no es aventurado hablar de empate, dato que no alegra, porque a Argentina no le va bien con los empates: después pierde por penales, al decir de un analista. Cada uno ha jugado cartas imprevistas, Macri eligió como vicepresidente a un peronista, Miguel Angel Pichetto, y CFK se puso como segunda en la fórmula que encabezará Alberto Fernández, un segundón del kirchnerismo que fue mano derecha (jefe de Gabinete) de Néstor Kirchner y más tarde un duro crítico de Cristina, hasta no hace mucho. Ambos líderes tienen más rechazo que seguidores y de ahí que el mandatario buscó refuerzos en una figura destacada de filas adversarios y la expresidente se esconde un poco como candidata a la vicepresidencia. Todo muy complicado y además parejo, con síntomas o mensajes inexplicables. No tanto el rechazo a Macri, sino el apoyo a CFK.

Muchos analistas sostuvieron y sostienen que lo peor que le pudo haber pasado a Macri fue ganar las elecciones hace cuatro años, con un país en crisis total pero aún no trasladada a la población.

Una bomba a punto de explotar. Dos años más con Cristina y la Argentina “reventaba”. Pero la gente la echó y le pasó la responsabilidad a un hombre que hasta ahora no ha estado a la altura de lo que la situación le exigía. Macri no trancó fuerte como debió hacerlo, dicen expertos y sus partidarios más críticos. Congelar sueldos y jubilaciones, quitar subsidios, frenar asistencias, más inflación, es difícil que ello se transforme en cariño popular. Lo que apareja son nostalgias y de ahí que una gran parte de los argentinos estén dispuestos a votar por una persona que los dividió y que todo hace sospechar que fue la jefe de una banda que los robó, según está especificado en más de una de la decena de causas judiciales que se le siguen por corrupción y hasta por traición a la patria y por las que tiene 6 pedidos de prisión. Sigue libre porque goza de fueros parlamentarios y continuará con ellos tras las elecciones de octubre . Eso es seguro.

En las listas del peronismo kirchnerista además de su hijo Máximo, diputado también con fueros y con orden de prisión, figuran varios candidatos interesados en los fueros parlamentarios que los liberan de la cárcel más que en las bancas y la labor legislativa.

Macri evitó la vía del shock que para muchos era lo que las circunstancias reclamaban y lentamente con la ayuda del FMI ha comenzado ha enderezar la economía, pero aún con resultados poco visibles. Ello, empero, le ha significado un importante apoyo de los ciudadanos y de importantes sectores claves de la actividad nacional. Como contraparte ha permitido, a su vez, la consolidación de un poder sindical peronista corrupto y populista y por sobre todo la resurrección de un movimiento —el kirchnerismo— al que hace tan solo cuatro años se daba por muerto y a su jefa en la cárcel. No es lo que se dio.

Es cierto que resulta muy difícil vender a Cristina Kirchner como perseguida política —en realidad los billetes les desbordaban de los bolsillos—, pero las encuestas dicen que puede ganar: en las PASO de este domingo 11 y en las generales de octubre. Si es electa más que como vicepresidente lo será como reina, por libre decisión de sus conciudadanos. Allá ellos: hace cuatro años se aseguraba que si seguía Cristina en dos años Argentina sería una nueva Venezuela, hoy se asegura que si gana conseguirá ese objetivo.

Por ahora están empatados. Depende de los argentino. Deberán de ser cuidadosos, el riesgo de ir a los penales es grande. Ellos lo saben. Hasta Messi los erra.

El autor es periodista uruguayo. Fue presidente de la SIP.

Opinión empatados archivo
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