14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.

Nuestra dualidad

Ser o no ser, esa es la cuestión. Es para nuestra sociedad una disyuntiva trascendental en el cambio orgánico hacia el que nos enrumbamos. Cambio que, además de difícil, tendrá que ser muy doloroso y me estoy refiriendo que es preciso remover un coloso ancestral que yace en las raíces mismas de nuestra idiosincrasia: la dualidad.

Pablo Antonio Cuadra la ve desde nuestros aborígenes, que viniendo desde México, deciden hacer casa a orillas del Cocibolca, frente a dos volcanes: el Concepción y el Maderas… marcados por la dualidad desde el comienzo.

La dualidad siempre tiene lo uno y lo otro y no como alternativa, sino como algo que es indistinto y es esto casualmente, lo que hace de ella un defecto y no una virtud.

Este espectro nos ha perseguido, se ha disfrazado con la máscara del Güegüense, ha aparecido en los pactos políticos, incursionado en las creencias religiosas; y es así que vemos en los hogares, imágenes del Corazón de Jesús compartiendo el altar doméstico con la estampa del doctor Moreno Cañas, el Buda o cualquier otro personaje de quien esperamos obtener sanación o prosperidad. No importa hacerte el “chancho”, si así evadís responsabilidad. Da lo mismo decir sí, que no.

Una sociedad con tales características no podrá construir su propia nación. Y eso lo ha percibido muy bien, la Nicaragua que germina actualmente, que es preciso reinventar una nicaraguanidad de una sola cara. No podemos sentarnos a buscar como detener la hemorragia de la patria con dobles caras y sendas guatusas, bajo la mesa.

Hay fechas, verdaderos mojones históricos delimitando etapas: 15 de septiembre de 1821, la Independencia… ¡a caminar solos! 14 de septiembre de 1856… ¡fulgor de libertad! Andrés Castro… ¡este es nuestro solar!, 19 de julio de 1979, el pueblo armado… ¡basta ya! 19 de abril de 2018, el pueblo desarmado… ¡Vida en libertad!

Y es que la libertad es una decisión y para tomarla hay que derribar esa dualidad atávica. Dualidad que hace aparecer indistintas la educación con la manipulación, la alegría con la algarabía, la alocución partidaria con la prédica cristiana, el presidente con el tirano y en la esfera moral y religiosa, disfraza lo malo como bueno y viceversa.

Esta nueva sociedad dará a luz una nación nueva, el germen de abril está, hay que cuidarlo de mutaciones que lo degeneren. Despojarnos del “cuero” de la dualidad y hacer la “muda” hacia la transparencia, requerirá una metamorfosis cruenta. Ya la decisión del cambio está hecha, habrá que sudar sangre para sostenerla libre de triquiñuelas, pactos y cañonazos.

Esa es la cuestión. ¡Sí! Cambiar de esa dualidad que nos ha asfixiado, a una transparencia que permita a la Nicaragua nueva respirar bocanadas de aire en libertad, justicia, igualdad de oportunidades y respeto a los demás.

Un principio filosófico sostiene que “solamente siendo es posible ser, solamente haciendo es posible hacer”.

El autor es médico.

Opinión dualidad Pablo Antonio Cuadra archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí