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Autoeducarnos para ser un pueblo saludable

La Organización Panamericana de la Salud registra a Nicaragua como el tercer país con más casos de dengue en América y primero en Centroamérica, lo cual ha llevado a los epidemiólogos a cuestionar la calidad de las campañas de fumigación y abatización del Minsa. Pero esta epidemia, que ataca a nuestra población desde hace algunos meses y hasta ahora hay una alerta oficial, nos obliga a reflexionar sobre causas más profundas y necesarias de atender, como el rol de la educación formal y no formal en el actual contexto.

Afirmamos que un pueblo bien educado es un pueblo saludable; pero para que esto suceda deben funcionar los eslabones que unen la educación con la salud. La educación y la salud públicas serán irrelevantes enfocándose en la defensa de una ideología partidaria, y descuidando las condiciones preventivas —que son educativas— en las comunidades, para afrontar las epidemias, enfermedades y riesgos de la salud.

En los sistemas de salud es sabido que la mayor parte de las enfermedades son prevenibles, y también que la prevención reduce riesgos y complicaciones. Esto en realidad es un tema de calidad educativa, puesto que se trata de contribuir al manejo autónomo de la salud personal, familiar, comunitaria y social, empoderando mediante aprendizajes en el aula y la comunidad de hábitos saludables para el manejo de las enfermedades prevenibles.

No basta con que haya alguna información de salud preventiva en los textos y programas de educación básica, media y de adultos; si el Mined no forma, capacita y promueve pedagogías para la reflexión, investigación y acción participativa, cotidiana y recurrentemente en la comunidad educativa.

El ejemplo de limpieza e higiene a las comunidades en los centros educativos y las unidades de salud sería un mensaje eficaz. Pero también que nosotros hagamos patria, con comportamientos saludables y de higiene en nuestros hogares y las calles de barrios, comunidades, pueblos y ciudades; asimismo, en el transporte público y privado. La formación de hábitos saludables es una habilidad para la vida. Si no los forma el sistema educativo, debemos autoconvocarnos para autoeducarnos; entre pares, en comunidad, en familia, informándonos y analizando en línea, manuales, revistas, periódicos, con mensajes en redes, entre otros.

Desarrollar hábitos saludables es más importante y necesario que más intervenciones del Minsa cada vez que las epidemias ya están encima de la población. Es cuestión de autoeducarnos. Si no lo hacemos, los mosquitos del dengue, chikungunya y zika, así como los virus y bacterias de otras enfermedades seguirán representando amenazas y altos riesgos para nosotros.

La participación de los medios de comunicación social con campañas de prevención de enfermedades; creativas y sostenidas, estimulando cambios de actitudes por la radio, televisión, plataformas en línea y folletería. La acción estatal será insuficiente; pero la formación y autoformación de hábitos saludables es responsabilidad de todos y cada uno, y nos dará un mejor escudo de protección.

Si nos autoconvocamos para autoeducarnos en hábitos saludables, personales, familiares y sociales, será otra manera de hacernos respetar como personas y como sociedad autónoma e independiente; por ser sujetos activos y pensantes de una democracia que necesitamos ir construyendo, evitando así la manipulación del clientelismo político.

No es casualidad que los países con mayores niveles educativos tengan más expectativa de vida, lo cual evidencia que controlan mejor las epidemias de enfermedades prevenibles. Países con mayor desarrollo humano, como Noruega, Suiza, Australia, Irlanda y Alemania, con 12 o más años de educación promedio, tienen esperanzas de vida entre 81 y 83 años.
Convirtiéndonos en una sociedad educativa seremos más democráticos y saludables.

El autor es educador.

Opinión Centroamérica sistemas de salud archivo
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