Leonardo Crawford podría ser torero. Sabe sortear las dificultades, es hábil para anticipar arremetidas y dispone del enfoque preciso ante cada situación que se le presenta.
Pero el martes prefirió ser toro y desde que le abrieron la puerta fue directo a atacar a los bateadores. Y tras un episodio lanzado, había tumbado a tres por la vía de los strikes.
Crawford no anduvo por las ramas en su debut en AA con los Drillers de Tulsa, sucursal de los Dodgers en la Liga de Texas, en ruta a una faena sensacional de seis entradas en blanco, con tres hits y 11 ponches.
“Mejor que eso, solo un no hit no run”, valoró Dave Borkowski, coach de pitcheo del Tulsa. “Parecía como si perteneciera a aquí, se mostró como un veterano”, agregó el entrenador.
Crawford estableció primero su recta, que ahora se mueve hasta 92 millas y luego la alternó con el cambio de velocidad. Con eso le amargó la noche a los Cardenales de Springfield (San Luis).
“Su presencia en el montículo, su confianza, fueron impresionantes”, reconoció Scott Hennessey, mánager de los Drillers. “Su cambio estaba imbateable”, afirmó.
Los Cardenales deben estar de acuerdo. Durante los primeros cuatro episodios no pronunciaron palabra y cuando osaron rebelarse, el zurdo los silenció a balazos en el quinto.
Al coach Borkowski, no lo impresionaron tanto los 11 ponches o los seis innings en blanco, sino que jamás dio señales de cansancio, pese al calor y humedad en la noche texana.
“Desde el primeo lanzamiento hasta el 95, mantuvo la intensidad”, dijo el coach, respecto al nica, quien viene de liderar la Liga de California con 2.96 en efectividad y marca de 5-4.
En tanto, Barry Lewis, quien cubrió el partido para el diario Tulsa World, indicó que si lo que Crawford mostró es en realidad su nivel, debe ser incluido entre los mejores prospecto de los Dodgers.
Sea como sea, Crawford abrió muchos ojos este martes en Tulsa. Su velocidad, su habilidad, sus pausas en sus movimientos y sus aceleres, sacaron de balance al equipo de Springfield.
Crawford ha probado que podría ser torero y hacerle una verónica a las dificultades, pero prefirió ser toro y durante seis entradas se dedicó a embestir a sus rivales, 11 de los cuales terminaron en el piso.
Lo esencial para Crawford es establecerse en el circuito y probar que lo del martes no fue una noche de inspiración, sino un salto legítimo que ha dado en su carrera. Y desde ahí podrían abrirse muchas puertas.
Y bueno, al menos Springfield ya sabe lo que sucede cuando le abren la puerta: ataca como un toro.
Edgard Rodríguez en Twitter: @EdgardR