14
días
han pasado desde el robo de nuestras instalaciones. No nos rendimos, seguimos comprometidos con informarte.
SUSCRIBITE PARA QUE PODAMOS SEGUIR INFORMANDO.
/ Annabelle Sánchez

Las grandes batallas se ganan con la unidad

Las grandes batallas se ganan con la unidad y con el cansancio. No es posible pensar que las grandes batallas mundiales se han ganado con los líderes apoltronados en sus cómodos sillones, viendo la televisión y tomando ron Flor de Caña, acostados en una hamaca y roncando.

Por lo que he leído y escuchado, en varios medios de comunicación y redes sociales, el grito por la unidad es apremiante; es lo que se necesita para lograr la meta alta que se propone un equipo de trabajo. No nos confundamos. He escrito “equipo” y no “grupo” pues los dos conceptos son diferentes: mientras el equipo busca alcanzar el mismo objetivo para todos, el grupo solo quiere alcanzar metas individuales para cada uno. Y esa meta única conlleva, lógicamente, muchos sacrificios personales: deponer ambiciones propias, deponer el egoísmo en todos sus “colores”, saber acoger las opiniones distintas a las propias, no rechazar cualquier sugerencia que pudiera parecer una sandez, saber exponer los propios criterios sin ofender a los demás, no considerarnos “dueño de la verdad”, saber escuchar con interés y serenamente…

Aunque nos parezca muy difícil, no es imposible conseguir en nuestro país esa unidad y sin “arreglos y componendas” inmorales. De lo que se trata es que nuestra meta sea muy noble, alta y concreta; capaz de fortalecer nuestra voluntad de manera que no perdamos el enfoque “aunque haya muchos distractores” (no quiero hacer una lista de ellos, a propósito, pues cada uno conoce los suyos). Cuando la voluntad es fuerte, porque el amor aglutina todas las fuerzas vitales, entonces somos capaces de mantenernos firmes, ¡a pesar de los pesares!, sin permitir que caprichos, vanidades, ambición, protagonismo, ¡dinero!, prestigio, cosas materiales, posibilidades de lucimiento personal, “el qué dirán”, timidez, miedo… frenen nuestras convicciones para lograr esa meta preciosa.

Al escribir sobre este tema, que me es muy querido, tengo la certeza que me dirijo a una población con grandes dotes intelectuales, artísticas, creativas, imaginativas… pero también me cabe la convicción, comprobada al paso de los años, que nuestro pueblo se ha quedado “entumido” en cuanto al desarrollo de la afectividad, para saber tomar las riendas de su comportamiento y no ceder ante los caprichos propios de una voluntad debilitada que desemboca en el “voluntarismo”. Es muy corriente encontrar personas, en cualquier ámbito del quehacer social, que consideran propio de “su dignidad” personal y autónoma, mantener una postura “terca” para “no dar su brazo a torcer”. Pues, ha llegado el momento de reconocer que esta postura es propia de personas tontas, ya que sólo un tonto es incapaz de reconocer sus propios fallos y debilidades, para dar paso a razones que puedan enriquecer nuestro modo de visualizar los acontecimientos.

Winston Churchill, en su primer discurso a la Cámara de los Comunes les dijo, 13 de mayo de 1940: “No tengo nada que ofrecer excepto sangre, esfuerzo, lágrimas y sudor”… ¿y qué pensamos nosotros que podemos ofrecer, por amor a la nación?… pues precisamente nuestra solidaridad manifestada en esa unidad que no persigue ningún interés personal. Repito, son múltiples las opiniones, fonéticas y escritas, que aconsejan y piden unidad, unidad, unidad. Suele decirse que “la unidad hace la fuerza”. Nada más cierto. Pero debe agregarse que la unidad no es un mero medio para conseguir poder, en uno u otro aspecto. La unidad es, en sí misma, una meta en la vida humana.

Es urgente, en efecto, volver a pensar en la solidaridad (la verdadera, sin cinismo) como regla de oro de nuestra actuación hasta lograr que nuestras relaciones personales, las de todos los días, mejoren en calidad, destruyendo los muros que nos separen.

La autora es educadora, fue directora de Educación en valores del Ministerio de Educación.

Opinión Batallas unidad archivo
×

El contenido de LA PRENSA es el resultado de mucho esfuerzo. Te invitamos a compartirlo y así contribuís a mantener vivo el periodismo independiente en Nicaragua.

Comparte nuestro enlace:

Si aún no sos suscriptor, te invitamos a suscribirte aquí