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Transformación de la Alianza

La transformación de la Alianza Cívica anunciada recientemente es una noticia que ya se veía venir y aunque es un movimiento de alto riesgo político, están en todo el derecho de realizarlo. No hay duda que a pesar de todas las adversidades y tropiezos a los que se han enfrentado en el diálogo nacional, no solo han sobrevivido, sino que han logrado su objetivo al exponer al mundo la realidad del régimen que nos desgobierna, consiguiendo con ello el apoyo internacional que tenemos a la fecha.

Según lo dicho en diferentes medios de comunicación por algunos de sus miembros, aspiran a convertirse en un partido político y para ello esperan conseguir el apoyo de varias organizaciones, aseveración que no pongo en duda. Lo que me preocupa es que hasta el día de hoy todos los llamados a la unidad que se hacen desde diferentes aceras políticas, todos adolecen de algo que es indispensable cuando pretendés aglutinar grupos heterogéneos con un propósito común.

Me refiero al indispensable decálogo o declaración de principios que los unificados están en la obligación de suscribir y cumplir. Recordemos a Moisés y los diez mandamientos, solo su cumplimiento te convierte en un verdadero cristiano, lo mismo aplica en esta ocasión. Si tocás corneta para llamar a la gran alianza sin antes enunciar los postulados de la misma, corrés el riesgo de aglutinar un grupo con propósitos disímiles, algo que a la larga perjudica por muy loable que sea la intención.

Al inicio de este artículo dejé meridianamente claro mi reconocimiento por la forma en que los miembros del diálogo han conducido las negociaciones. Pero cuando anunciás la intención de convertirte en abanderado de la ansiada unidad opositora, según mi humilde opinión debieras hacerlo invocando tus valores particulares, valores que una gran mayoría le reconocemos a los miembros de la Alianza. Pero si decís zutanito o menganito representa tal o cual grupo social, te exponés a una crítica innecesaria. Pues de ahora en adelante sus seguidores, no van a acudir al llamado porque pertenecen al grupo que dicen representar, sino por el liderazgo que cada uno de los miembros de la Alianza, de forma particular les confiera nuestro pueblo. Dicho meridianamente y sin tapujos, aquí nadie representa a nadie, si aspirás a liderar un determinado grupo político, ponte al frente, exponé los principios que te animan, mostrá tu hoja de vida y lo más importante, rodeate de personas afines y con los mismos ideales.

El camino que conduce a la silla presidencial está empedrado de buenas intenciones, pero desgraciadamente no siempre llegan los mejores. Para finalizar solo me resta desearles suerte, el trabajo que tienen por delante está lleno de escollos y solo con un liderazgo genuino podrán salvarlos.

El autor es analista político.

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