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¿Unidad para qué?

Richard Nixon, presidente de los Estados Unidos. Renunció a su alto cargo el 8 de agosto de 1974 después de haber estado implicado en las investigaciones del Watergate. Ante la posibilidad de ser destituido mediante el Impeachment en el Congreso prefirió dimitir, para que volviera la tranquilidad al pueblo norteamericano.

Martín Vizcaya, presidente actual del Perú. Por discrepancias con el Congreso de su país, lanza propuesta de recortar su período presidencial en un año y pide elecciones adelantadas tanto del Ejecutivo como del Legislativo para el 28 de julio del 2020. Anuncia, además, que no postulará su candidatura presidencial para dichas nuevas elecciones.

Daniel Ortega, dictador de Nicaragua. A partir del 18 de abril del 2018, el pueblo protesta cívicamente y expresa su inconformidad por los ya intolerables abusos del régimen. Este responde con una represión brutal, con centenares de muertos y miles de personas víctimas de la violación de sus derechos humanos. El dictador se niega a renunciar y rechaza el adelanto de las elecciones que se le propone para salir de la crisis nacional.

Hechas las comparaciones, donde se pone en evidencia la clase de gobierno que tenemos y visto que el binomio Ortega Murillo se niega olímpicamente a dialogar para superar la crisis profunda en que nos hundimos, lo que corresponde ahora es que cada compatriota se ponga las manos sobre su conciencia y se pregunte: ¿Qué puedo hacer yo para cambiar esta situación tan lamentable en que nos encontramos los nicaragüenses? ¿Es esta la patria que voy a heredar a mis hijos y a los hijos de nuestros hijos? ¿Qué debemos hacer?

En mi concepto, lo primero es mantener la cohesión en torno a la Unidad Azul y Blanco y de la Alianza Cívica, que en estos 16 meses han sabido responder al clamor de nuestro pueblo. Luego hay que fortalecer a cada una de las organizaciones que forman parte de la unidad y hacer algunos ajustes que tengo entendido ya se están haciendo.

Empero, dada la terquedad de la pareja presidencial, parece que a los nicaragüenses no nos quedará más recurso que convocarnos, después de una exhaustiva preparación, a una huelga general indefinida, que los obligue a acatar la voluntad popular. Es lo que se tuvo que hacer en Etiopía, para que el pueblo se liberara de la ominosa dictadura del Negus, Haile Salassie. El dictador terminó en prisión.

Estoy seguro que nuestros compatriotas apoyarán esta iniciativa, si se les demuestra que esta es la única salida que nos queda para lograr un cambio pacífico, sin derramamiento de sangre y con justicia, democracia y libertad para todos.

El autor es periodista y secretario general de la Asociación de Nicaragüenses en el Extranjero (ANE).

Opinión Alianza Cívica Crisis en Nicaragua unidad archivo
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