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La ambigüedad del señor Almagro

El secretario general de la OEA, Luis Almagro, ha vuelto a causar sorpresa y disgusto en los medios opositores nicaragüenses de dentro y fuera del país, por su ambigüedad al referirse al problema fundamental de Nicaragua.

El miércoles de esta semana, hablando en un evento demócrata-cristiano en Santiago de Chile, Almagro omitió a Nicaragua al mencionar solo a Cuba y Venezuela como los países de América Latina donde hay dictadura.

Almagro ha sido ambiguo desde que comenzó a interesarse en la situación de Nicaragua y el 28 de febrero de 2017 suscribió con el régimen de Ortega un confuso Memorándum de Entendimiento para el “fortalecimiento institucional político-electoral”. Y ha seguido siendo ambiguo a lo largo de la grave crisis sociopolítica que estalló en abril del año pasado y perdura hasta ahora.

Pero aunque Almagro no ha calificado al régimen de Ortega como dictadura, tampoco ha dicho que es una democracia. Lo que ha expresado en varias ocasiones es que en Nicaragua “hay un deterioro de las instituciones democráticas y los derechos humanos”.

Almagro no calificó al régimen de Ortega como una dictadura ni siquiera cuando, el 28 de diciembre de 2018, presentó ante el Consejo Permanente de la OEA el informe del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), el cual denunció y documentó que el año pasado se cometieron en Nicaragua crímenes de lesa humanidad. A lo más que llegó fue a decir que “el futuro de Nicaragua no puede ser con un Ortega dictador”.

Sin embargo, antes de la Asamblea General de la OEA en Medellín, a fines de junio pasado, Almagro dijo al periódico El Colombiano que mientras Ortega gobierna en Nicaragua Maduro reprime a Venezuela. Un disparate, sin duda, considerando que los organismos de derechos humanos de la misma OEA han reportado y documentado que el régimen de Ortega mató a 325 personas durante la represión de las protestas del año pasado, encarceló a alrededor de mil y todavía tiene más de 100 en prisión. Atrocidades como esas solo las puede cometer una dictadura.
Según Almagro, otra gran diferencia entre Maduro y Ortega consiste en que este se ha “comprometido a lograr una solución negociada a la crisis”. Pero la verdad es que ni eso, porque Ortega canceló el 19 de julio pasado las negociaciones con la Alianza Cívica a pesar del llamado a reanudarlas que le hizo la Asamblea General de la OEA en su reunión de Medellín.

Posiblemente la ambigüedad de Almagro sea una estratagema diplomática para que Ortega no se salga del acuerdo que tiene con la OEA, con la esperanza de lograr una reforma electoral que pudiera servir para que haya elecciones libres, limpias y observadas internacionalmente y de esta manera resolver la crisis de manera institucional y democrática.

Pero esto solo Almagro lo podría explicar. En todo caso, lo importante es que la OEA está involucrada en la búsqueda de una solución democrática a la crisis de Nicaragua y para seguir buscándola, su Consejo Permanente se volverá a reunir el miércoles de la próxima semana.

Editorial Crisis en Nicaragua Luis Almagro OEA archivo
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