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Ejército en la picota

El Ejército culminó este martes la celebración de su 40 aniversario, con una parada militar en el centro de Managua que según su comandante en jefe se hizo en honor del pueblo de Nicaragua.

Sin embargo, la intimidante demostración de fuerza militar causó un tremendo caos de circulación vial que mantuvo a muchas personas encerradas en sus vehículos por más de seis horas, suspendió el transporte público y obligó a caminar largas jornadas a miles de trabajadores, más otros perjuicios importantes como el consumo innecesario de los costosos combustibles.

Si de verdad los jefes militares tuvieran consideración por la gente común, realizarían esos aparatosos eventos propagandísticos en domingo o cualquier feriado, no en días laborales, para no causar daño a tantas personas inocentes y ajenas a las celebraciones oficialistas.

El mismo comandante en jefe del Ejército causó el día anterior un gran disgusto a la ciudadanía civilista y democrática, con un discurso agresivo en el cual para diversos analistas se identificó con la dictadura y se plegó a su discurso oficial —ampliamente desmentido por la oposición y rechazado por la comunidad democrática internacional—, de que el estallido social y las protestas pacíficas del año pasado fueron una intentona de golpe de Estado.

En realidad, el jefe del Ejército no dijo exactamente eso. Lo que expresó textualmente fue que “funcionarios de organismos no gubernamentales y otros… hacían llamados a leales compañeros para abrir la posibilidad de darle un golpe de Estado al gobierno…” Y agregó que esos mismos funcionarios “presionaban para que cumpliéramos misiones que no son de nuestra competencia, ignorando o queriendo ignorar las leyes de la república, pretendiendo con nuestra salida, provocar una guerra entre hermanos”.

El comandante en jefe no identificó a los que según él hacían llamados a algunos militares, “para abrir la posibilidad de darle un golpe de Estado al gobierno…” Pero al mencionar que esas mismas personas presionaban para que el Ejército cumpliera misiones que no son de su competencia, es obvio que se refería a quienes le pedían públicamente que desarmara a las bandas de civiles armados por el régimen que masacraban a los ciudadanos en los tranques y las manifestaciones pacíficas.

Al comentar las palabras del comandante en jefe del Ejército, algunos militares retirados han asegurado que según ellos los oficiales intermedios y tropas no tienen esa misma posición. Tal vez así sea, pero sin una comprobación empírica no pasa de ser una especulación. Lo real es lo que el jefe militar dijo también el lunes pasado, acerca de que la línea del Ejército “desde el 21 de abril del 2018, ha sido de respaldo a todo esfuerzo que nos permita mantener a la nación con estabilidad, tranquilidad, desarrollo económico, bienestar y siempre estar en paz”.

Si eso es cierto, ¿por qué el comandante en jefe del Ejército no pide a Ortega que acepte los buenos oficios de la OEA y acuerde con la Alianza Cívica la salida de la crisis sociopolítica, mediante la celebración de elecciones libres y limpias de acuerdo con los estándares de la Carta Democrática Interamericana?

Editorial Ejército de Nicaragua Managua archivo
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