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Retos del nuevo obispo de León

Mal harían los leoneses si dejaran solo al nuevo obispo, monseñor Sócrates René Sándigo Jirón. El hecho de que reconocidos elementos de la Policía Nacional, y gente del Gobierno se hayan hecho presente en su llegada a León, no significa nada. Nadie podía impedir que estuvieran, y no creo que el obispo los haya invitado. Es claro que se trató de una maniobra maquiavélica para desprestigiarlo. El obispo, según me consta, vino a León con su grey, me impresionó mucho ver en la comitiva a mi amigo, el doctor Silvio Pilarte, un hombre de fe y recto ciudadano, quien venía desde San Carlos, Río San Juan (donde es propietario de una radio difusora), dejando a su pastor en su nueva diócesis.

Creo que monseñor Sándigo Jirón fue elegido por la santa sede por varias razones. En primer lugar: la Diócesis de León necesita una verdadera reingeniería para salir adelante. Desgraciadamente cuenta con un clero que está en una total crisis, por no decir otra cosa, con unas pequeñas rosas de santidad como es el caso de monseñor Granera. Se necesita un hombre con carácter fuerte para poner disciplina y orden en casa.

En segundo lugar, monseñor Sándigo puede ser el hombre de la transición. La Diócesis de León tiene que ser dividida, ya que el departamento de Chinandega necesita con urgencia un obispo a tiempo completo. La tarea de Sándigo es propiciar esa división, en la que a León se le reconozca su antigüedad, elevándola a la categoría de Arquidiócesis, con una diócesis sufragánea como sería Chinandega. El nombramiento de un nuevo cardenal en Centroamérica, proveniente de una diócesis secundaria, como es la Diócesis de Huehuetenenango, sufragánea de la Arquidiócesis de Quesaltenango, monseñor Álvaro L. Ramazzini Ineri, destaca la importancia de que ha tomado Centroamérica para el Vaticano, diócesis fuera de las capitales de estas repúblicas.

Si Sándigo logra eso, pasaría a la historia como el obispo que nos devolvió nuestras glorias católicas.

El nuevo obispo como muy bien lo dijo en su homilía de inauguración, tiene el mensaje principal de expandir el Evangelio. Creo que hay que apoyarlo, si hay dudas tenemos el derecho y el deber de manifestárselas personalmente, sin ambages, y esperar una respuesta de su parte. No se puede condenar a alguien sin haber oído su propia versión. Creo que monseñor Sándigo con sus actuaciones va a ir confirmando o desestimando la nube de intrigas y habladurías que se ha tejido por su llegada.

León se merece un clero santo. Recordemos tres santos de ese clero de un pasado reciente: el padre Azarías Pallais, el padre Mariano Dubón y el padre Benito Oyanguren. A la memoria de ellos me remito e invoco.

El autor es abogado y católico leonés.

Opinión Iglesia Católica Obispo de León archivo
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