José Santos Sánchez Rodríguez, de 39 años, rompió el silencio de la violencia física y psicológica que sufrió por parte de la Policía Orteguista (PO) cuando fue secuestrado el pasado 18 de febrero por unas 12 horas en una finca de un familiar, en Masaya.
Un hombro dislocado, dos costillas quebradas, golpes en su rostro y cabeza fueron parte de la fuerte paliza que le propinó la PO a Sánchez Rodríguez, excarcelado el 10 de junio bajo la Ley de Amnistía Orteguista.
“Me tenían golpeado en el suelo, amarrado de pies y manos, con el pie de uno de los policías en mi cuello y dos AK apuntándome en la cabeza. Uno de los policías me echó tierra en el oído, en la boca y en los ojos y otras policías mujeres golpeándome en el cuerpo”, relató el excarcelado.
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Sánchez Rodríguez denunció en la Comisión Permanente de Derechos Humanos (CPDH) que también fue víctima de tortura psicológica de parte de la PO, ya que fue obligado a cavar un hoyo donde luego sería enterrado vivo, según le dijeron, y además intentaron dispararle en el pecho.
“Cuando amanece me sueltan. (Eran) 12 policías con sus AK y un perro y me dicen que me corra y me vaya, pero todos ellos me están apuntando y yo no me muevo porque yo sé que si hago algún movimiento me va a disparar. Alguien le pasa una pistola al policía que me dice que me corra y la monta y me la detona en el pecho pero no dispara, entonces se la regresa al otro policía y le dice ‘esto no sirve’. El otro policía la agarra y hace dos disparos en el suelo, en ese momento otro policía que anda encapuchado, me da una patada en el estómago, me bota y me empiezan a patear nuevamente”, describió Sánchez Rodríguez.
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Previo a eso, los policías obligaron a cavar un hoyo: “Me pasan una macana para hacer el agujero y me dicen ‘¿ya sabés que ahí te vas a quedar, verdad? Para eso lo estás haciendo'”, agregó. Sin embargo, los golpes que le habían dado los oficiales orteguistas impidió que terminara de cavar.
De tantos golpes que recibió, a Sánchez Rodríguez se le quebraron dos costillas, sufrió una infección en el oído (aún lo padece) y llegó a perder momentáneamente la visión.
Sin trabajo y sufriendo asedio
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Al autoconvocado lo acusaron de “terrorismo” y pasó cuatro meses encarcelado, dos en el Chipote y dos en La Modelo. Aunque una vez que salió de la cárcel volvió a trabajar en su profesión, técnico medio en electricidad, el pasado 22 de agosto fue despedido después de que el Instituto Nacional Tecnológico (Inatec) le notificara a la empresa donde laboraba que Sánchez Rodríguez era un delincuente y que no contaban con el registro académico de él.
Desde que salió de la cárcel, Sánchez Rodríguez y su familia sufre asedio de parte de la PO. Antes de su captura, varios miembros de su familia ya habían sido detenidos.
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