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Muerte por presentación

Se debe trabajar en detalle cuál es el resultado que se quiere obtener; y diseñar entonces cuáles serían las formas más efectivas de lograrlo con una presentación, para que usted no torture —y aniquile finalmente a su audiencia— con la terrible Muerte por PowerPoint.

Empieza la sesión, el presentador a cargo expresa dos o tres frases de apertura, pero luego recurre a la pantalla a la cual señala con un puntero, empezando a leer —así de simple— repitiendo textual y exactamente el contenido. Luego continúa leyendo, cualquier vergüenza inicial ha desaparecido, repitiendo lo mismo que está expresado por escrito.

Las diapositivas lucen atiborradas de texto, con pocas imágenes, llenas totalmente de material que no despierta ningún atractivo para los sentidos. Aquella “presentación” —o más rimbombantemente como le llaman algunos, “disertación”— va tornándose poco a poco en una tediosa y asfixiante sesión de lectura para párvulos.

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La audiencia a su vez, al empezar la presentación, tenía cierto respeto por el protocolo empresarial; estaba genuinamente poniendo atención, pero al ver que el presentador ha traicionado el “contrato sicológico” de los requerimientos mínimos de calidad, va entonces perdiendo interés; algunos empiezan a parpadear pesadamente, otros sienten que una fuerza abrumadora los atrapa y los va asfixiando hasta hacerles perder el sentido.

Otros más hábiles en la refinada habilidad de dormir con los ojos abiertos, ya desde hace rato habían agarrado la seña de la gran oportunidad para descansar, previamente poniendo cara de mucho interés, como si tal genuinamente el tema les interesara, para luego caer plácidamente en un sueño vaporoso, ininterrumpido, manteniendo únicamente el cuidado de no roncar muy ruidosamente, para que no se pierda el hipócrita protocolo de simular que se está poniendo atención a una presentación mediocre —y hasta cierto punto, abusiva— por la obligación profesional o social de soportarla.

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Luego de unos minutos la audiencia en general se volvió inactiva, inerte, hasta caer en lo que los expertos denominan como un legítimo fallecimiento, no solamente del interés, sino de acción alguna: la atroz “Muerte por PowerPoint”.

Con certeza que usted lo ha visto en las presentaciones en que le ha tocado participar, ya sea en su empresa, en la universidad, capacitaciones, seminarios, etc., en donde a veces acontece este fenómeno en forma muy distinguible. Lo más lamentable es cuando su propio jefe es quien presenta bajo este método ineficaz, ya que no tendrá más remedio que mantenerse despierto y de simular cara de mucho embeleso.

El problema no es trivial, puesto que en el caso de las empresas —que es el área de enfoque de esta columna— las presentaciones inefectivas, y en especial aquellas que causan este fenómeno— tienen un alto costo económico que puede ser calculado por los perjuicios en las comunicaciones eficaces, relaciones inadecuadas, menos ventas, menos dinero, menos capacitación al personal, debido a los anticuerpos que desarrolla en toda audiencia un presentador inefectivo o incompetente.

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El problema con las presentaciones que producen este síndrome radica en la falta o carencia de cuatro factores centrales: Significado, Estructura, Simplicidad y Ensayo (SISE).

Todo presentador debe desarrollar una lista de verificación específica escrita para cada sesión: audiencia, propósito o razón, expectativas, características personales de los miembros, conocimiento de la temática —entre otros puntos diversos— para estructurar competentemente cada uno de estos conceptos, los cuales a su vez se disgregan en factores a verificar para asegurarse que sean congruentes y apropiados con las necesidades del contexto.

Someter a una audiencia como oyente pasivo en la época de los celulares y las redes sociales, es un riesgo muy alto de fracaso como presentador, a menos que usted tenga alguna fórmula mágica para evitarlo; es por eso que usted debe que buscar formación profesional competente —no tiene otro recurso— debiendo aprender a desarrollar cada presentación como un guion de cine, en donde usted debe concentrarse en mantener el interés del público.

Hoy en las universidades más competitivas del mundo existen pautas muy rigurosas de calidad cuando usted desarrolla presentaciones, como mínimo la claridad, la concisión y el texto limitado que debe tener cada diapositiva.

No debe abusarse de una audiencia haciéndole pagar por las propias carencias personales como un presentador mediocre; debe trabajar en detalle cuál es el resultado que se quiere obtener; y diseñar entonces cuáles serían las formas más efectivas de lograrlo con una presentación, para que usted no torture —y aniquile finalmente a su audiencia— con la terrible Muerte por PowerPoint.

El autor es director ejecutivo de Cambio Cultural Consultores
[email protected]

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