Un galerón convertido en dormitorio compartido. En hacinamiento. Con camas unipersonales o sábanas aislantes de frío para acomodarse en el piso. Con restricciones para gozar de esparcimiento al aire libre y poca atención médica. Estamos hablando de los centros de detención para migrantes que están ubicados en el Estado de Texas, donde están decenas de nicaragüenses. Muchos de ellos huyeron de la represión orteguista.
Quienes permanecen detenidos por ser indocumentados deben cumplir con reglas, como solicitarle permiso a las autoridades del centro para que alguien –familiar, amigo o abogado– le cree un fondo para realizar llamadas telefónicas, o bien recibir visitas de ellos para, en la mayoría de los casos, hablar de su proceso legal.
“En vez de ser tratados bajo los derechos humanos, muchas veces revictimizan a los migrantes ya que igual sufren en Nicaragua y vienen a sufrir dentro de los centros de detención todas estas carencias cuando son detenidos por la guardia fronteriza. Muchas veces vienen con problemas de alimentación, por la separación de familia, la salud, vienen con ese peso en la espalda que son perseguidos políticos y tuvieron que huir”, explica Dora Argüello, directora del área de Comunicación de Nicaraguan American Human Rights Alliance (NAHRA), episodio Washington.
Bajo la administración del presidente Donald Trump, Estados Unidos ha endurecido su política migratoria. Además que el paso por Honduras, El Salvador, Guatemala y principalmente México, sigue siendo un peligro inminente de robo, secuestro y extorsión por grupos criminales y algunas autoridades corruptas de sus gobiernos.
Sin embargo, la migración nicaragüense continúa hacia el norte y otros destinos porque miles prefieren arriesgarse con el intento que permanecer en su país y soportar la represión del régimen o la crisis económica.
Para julio 2019 NAHRA reportó más de 200 nicaragüenses que permanecían en diferentes centros de detención en territorio estadounidense, donde la mayoría estaban en Arizona y Texas.
Atención legal y psicológica
Argüello destaca que su organización sirve de canal para que los nicaragüenses detenidos tengan asistencia legal y psicológica, porque el migrante busca la manera de salir libre y no ser deportado, pero también emocionalmente está afectado por las adversidades que ha enfrentado en su migración forzada.
“Hay que darle asistencia legal y psicológica. Ver cómo están de salud, mantener la salud mental de ellos para que no se depriman”, agrega Argüello, quien zanja que los centros de detención para indocumentados “no son un hotel de cinco estrellas”.