Edder Muñoz Centeno, de 32 años y José Santos Sánchez Rodríguez, de 39, excarcelados políticos, volvieron a ser víctimas de la represión de la Policía Orteguista (PO), al ser secuestrados la mañana de este domingo en sus casas en Masaya, trasladados en patrullas, golpeados, amenazados e interrogados, para después ser dejados en libertad.
Una patrulla policial llegó hasta la casa de Muñoz Centeno y los agentes le apuntaron con las armas, lo golpearon y lo pusieron contra la pared.
Luego lo esposaron para subirlo sin camisa, en pantalón corto y chinelas a la camioneta con rumbo hacia el complejo policial Evaristo Vásquez, conocido como el nuevo Chipote, en Managua, pese a que a su familia le habían dicho que lo llevarían a la delegación en Masaya. Posterior a su detención, los oficiales requisaron su cuarto.
El excarcelado relató que desde que lo capturaron, los policías no dejaron de darle culatazos en los costados, lo patearon y le decían que lo iban a tirar al volcán. Uno de los oficiales le puso la bota sobre el rostro y lo obligó a que se la besara, y también le machacó el brazo derecho, que fue fracturado por policías cuando lo capturaron por primera vez el 31 de diciembre del 2018.
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“Uno me ponía la bota en mi cara y decía que yo era excremento para ellos, y que por eso me pisaba de esa manera, incluso se pararon encima de mi rostro y comenzaban a hacer fricción con la parte de la tina y a brincar, igual me golpeaban con la culata de las escopetas que andaban (…)”, relató.
Finalmente, en el Chipote no lo metieron a ninguna celda, pero sí le colocaron por un momento el uniforme azul, que caracterizó a los presos políticos, y después se lo quitaron, le dieron un pantalón corto y una camiseta de otra persona. También le tomaron fotografías y sus huellas dactilares.
El otro secuestro
Por su parte, Sánchez Rodríguez relató que estaba en su casa y a eso de las 11:00 a.m. de este domingo, de repente entraron varios antimotines, incluidos unos vestidos de civil, quienes golpearon y empujaron a un sobrino de 14 años, después se metieron a su casa, lo sacaron a él, lo tiraron al suelo y luego lo echaron en una camioneta blanca bajo la custodia de los que vestían de civil.
Contrario a Muñoz Centeno, a él nunca lo llevaron a una estación policial, sino que lo anduvieron desde las 11:00 a.m. hasta cerca de las 5:00 p.m. dando vueltas por el sector del mercado Huembes, Metrocentro y Ticuantepe, donde se detuvieron cerca de un mirador del volcán y los oficiales lo acusaron de haber fabricado dos bombas que fueron detonadas la noche del sábado en Chinandega, lo que Sánchez negó. “No he fabricado nada de lo que ellos me están acusando”, expresó.
Comisionado general, el interrogador
Muñoz Centeno sí pensó que lo llevaban por las detonaciones, pero al ser interrogado por el comisionado general Luis Pérez Olivas, no se refirió al tema y más bien le preguntó sobre su oficio, sobre la siembra, entre otros puntos, sin embargo, sí le señaló que si él andaba en reuniones clandestinas era porque andaba planeando algo y que eso lo hacía cómplice de la situación actual del país.
Sánchez asegura que mientras lo paseaban por Managua “me decían que fabriqué dos bombas y que las tenía enterradas, guardadas no sé adónde, y que les dijera adónde porque si no me iban a llevar al Chipote”.
Los oficiales le advirtieron que no pusiera denuncia, que lo iban a tener controlado, le regresaron su teléfono y le dijeron que lo iban a estar llamando. Él asegura que teme por su familia.
CPC los denuncian
Ambos ex presos políticos han denunciado que no pueden vivir en paz bajo el asedio de policías, parapolicías y los integrantes de los Consejos del Poder Ciudadano (CPC), que están pendientes de cada uno de sus movimientos. Los dos hombres han sufrido agresiones físicas y psicológicas por parte de la fuerza policial. En el caso de José Santos Sánchez Rodríguez, cuando lo capturaron en febrero, la Policía le quebró dos de sus costillas y le dejó una lesión en la cabeza, recordó.