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Las reglas de ayer son el pasado

El escándalo en torno al célebre tenor Plácido Domingo sigue trayendo cola. Todo surgió a raíz de una exclusiva de la agencia AP en la que diversas mujeres, la mayoría de forma anónima, acusaban al artista español de haber protagonizado episodios de acoso sexual a lo largo de su carrera.

Después de que salieran a la luz las primeras denuncias hubo otra tanda de acusaciones en las que Domingo era retratado como un tipo de comportamiento rijoso y, haciendo uso de su poder en el mundo de la ópera, supuestamente era pertinaz en su intento por besar o tocar “indebidamente” a mujeres que en algún momento se cruzaron con él en los escenarios y camerinos.

De inmediato el aclamado tenor se defendió, asegurando que eran acusaciones llenas de inexactitudes y que, echando la vista atrás, para él habían sido relaciones “consensuadas”. Pero llegó a reconocer en un comunicado: “las reglas y estándares por los cuales somos, y debemos ser medidos hoy, son muy diferentes de lo que eran en el pasado”.

Es la palabra de una figura venerada contra la de una serie de mujeres que sintieron la necesidad de dar a conocer un lado del artista que, de ser cierto, puede resultar nocivo en un ambiente profesional. Al admitir Domingo que tal vez su reprobable comportamiento ha sido el reflejo de una época y valores desfasados, da en el clavo en un asunto espinoso que no tiene vuelta de hoja: si alguna vez se toleraron las salidas de tono con mujeres por parte de individuos a los que un beso al vuelo, una palmadita en el trasero, un arrinconamiento en una esquina o un comentario vulgar les parecía una gracia o un simple galanteo, hoy en día forman parte del pleistoceno.

No debe tomarse nunca a la ligera lo que una mujer pueda llegar a denunciar años después en lo que respecta a episodios de acoso o abuso sexual. Desgraciadamente, a lo largo de la historia han sobrado hombres que han cometido este tipo de abusos aprovechándose de su poder, de su influencia o de su fuerza física. Ocurre en la intimidad de las familias, en el medio académico, en empresas, en el ambiente artístico. Es algo que se ha repetido una y otra vez, pero que afortunadamente ha cambiado gradualmente gracias al avance en las leyes que han obligado a encaminarnos hacia la igualdad.

No obstante, los tiempos no han cambiado lo suficiente. De ahí el abismo entre unos y otros cuando estallan historias como la que ahora empaña la reputación de Plácido Domingo. Hoy en día, quienquiera que se mida por las reglas de ayer está atrapado en el pasado. [©FIRMAS PRESS]

La autora es periodista.

Opinión acoso sexual Plácido Domingo archivo
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