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El aumento del desempleo ha ocasionado que muchas personas migren a otros países. LAPRENSA/ARCHIVO

El drama del desempleo y los salarios en Nicaragua. ¿Por qué 2020 tampoco será un buen año para buscar trabajo?

La tasa de desempleo el año pasado alcanzó un 5.5 % y según EIU este año llegará a 9.1 % y el próximo año rozaría el 10 %. Es decir casi el doble de la tasa que se tenía en el 2018.

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Xiomara Alonso López tiene 51 años, fue maestra de preescolar por 39 años y por 11 años fue docente horario de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua (UNAN). Sus dos empleos le generaban 16,000 córdobas mensuales, pero a raíz del estallido social se negó a participar en las actividades partidarias del régimen de Daniel Ortega y apoyó a los jóvenes autoconvocados, lo que le costó su  trabajo.

“A mí me despidieron de la Escuela Loma Verde en enero de este año y en la UNAN no me volvieron a llamar después de la crisis, gracias a Dios todavía mi esposo y mis hijas trabajan, pero a mí me ha golpeado mucho porque me gustaba lo que hacía, pero no podía quedarme callada, yo asistí a cuatro marchas, yo nunca fui a las rotondas, decía siempre lo que pensaba en los talleres, porque primero soy cristiana”, cuenta Alonso.

Desde la crisis sociopolítica las cifras de desempleo han ido en ascenso, por un lado el Estado reconoce que hasta mayo de este año la cartera de afiliados al INSS sumaba 740,805 personas, inferior a las 878,500 que habían en abril del año pasado, es decir que hasta esa fecha se habían perdido 137,695 empleos, mientras que la Fundación Nicaragüense para el Desarrollo Económico y Social (Funides) estima que solo el año pasado se perdieron 178,000 empleos y proyecta que este año se perderán entre 49,000 y 61,000 empleos más.

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Ahora conseguir un empleo es más difícil. La semana pasada Alejandro López asistió a una entrevista de trabajo, lo citaron a las 09:00 de la mañana, pero él decidió llegar media hora antes y cuando llegó ya habían 8 personas esperando, cuando terminó la entrevista le dijeron que estaba capacitado, pero que su aspiración salarial era muy alta.

López es contador, perdió su empleo en diciembre del año pasado. La empresa para la cual trabajaba le pagó en parte su liquidación y le ofreció quedarse trabajando por servicios profesionales, pero él rechazó la oferta porque le ofrecían un salario por comisión.

Tanto Xiomara como Alejandro forman parte de la creciente estadística de desempleos en Nicaragua tras la crisis sociopolítica, que empezó el  18 de abril del 2018 y que se recrudeció con la brutal represión del régimen.

Pero el crecimiento del desempleo no termina este año. Recientemente The Economist Intelligence Unit (EIU) advirtió que  este flagelo en Nicaragua aumentará fuertemente el próximo año, y vendrá en descenso hasta el 2021.

La tasa de desempleo el año pasado alcanzó un 5.5 por ciento y según EIU este año llegará a 9.1 por ciento y el próximo año rozaría el 10 por ciento. Es decir casi el doble de la tasa que se tenía en el 2018.

Sin crecimiento no hay empleo

Y es que pese al positivismo del régimen de Ortega, distintos organismos financieros y económicos prevén que la economía siga en declive en el 2020, lo que se traduce en más desempleo y por ende la posibilidad de conseguir un trabajo se vuelve difícil.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera que la economía, luego de contraerse este año cinco por ciento, en el 2020 caiga 0.2 por ciento, completando así tres años consecutivos de reducción.

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Por su lado la agencia calificadora Moody’s Investors Service como The Economist  prevén que en el 2020 el PIB de Nicaragua se achique  1 y 2.6 por ciento, respectivamente. Eso se aleja del optimismo del repunte del dos por ciento que espera el Gobierno de Nicaragua.

El sector privado ha demandado al Gobierno un diálogo abierto y sincero para superar la crisis política, lo que permitiría volver al crecimiento económico y por ende generar empleos. No obstante, el régimen de Ortega se mantiene cerrado y se niega a volver a la mesa de conversaciones.

Manufacturera afectada

Uno de los sectores que ha sido golpeado por la crisis es la industria manufacturera, aunque con ciertos matices en algunas actividades como zona franca, particularmente las maquilas.

Según Dean García, director ejecutivo de la Asociación Nicaragüense de la Industria Textil y de Confección (Anitec), pese a la fuerte recesión económica que ha desencadenado la crisis, el desempleo no ha sido tan fuerte en este sector, pero por factores externos que aún siguen siendo positivos, pero rodeados de riesgos.

“La actividad se ha movido de forma variada, pero realmente no ha habido un fuerte impacto en el empleo, han habido despidos, pero no tan caóticos como se pensaba que iban a ser, porque la realidad es que la situación imperante en el mercado internacional nos está favoreciendo con buenos precios, que dan respuesta al impacto de algunos contratos de trabajo que se han perdido”, dice García, quien pese a ello no se atreve a proyectar nuevas metas de empleo en los próximos años.

Lo anterior a pesar que el régimen en sus lineamientos de diseño del Presupuesto General de la República del 2020 tiene plasmada su esperanza de que el próximo año vengan nuevas inversiones en zona franca, principalmente en sectores que no suelen  demandar masivamente mano de obra.

Estadísticas del Banco Central de Nicaragua (BCN) detallan que hasta febrero de este año habían 160,300 empleados en la industria manufacturera, mientras que en marzo 2018 –antes de la crisis sociopolítica- habían 174,250, es decir que 13,950 personas en el sector perdieron su empleo.

Industria teme perder 15,000 plazas

El sector industrial no ha sido la excepción en cuanto a la pérdida de plazas, sin embargo está haciendo esfuerzo para evitar más destrucción de empleos, afirma Sergio Maltez, presidente de la Cámara de Industrias de Nicaragua (Cadin).

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“Muchas empresas han venido tomando medidas para poder preservar el empleo, dentro de esas medidas han sido el tema de vacaciones, el tema de los feriados ver cómo compensarlo, de ver cómo dividir turnos, los servicios profesionales, la crisis está tan fuerte de que el desempleo va seguir aumentado, nosotros hacemos un cálculo que  este año unas 90,000 personas habrán perdido su empleo y de esas, solo en el sector industrial entre 10,000 y 15,000 personas habrán perdido su empleo”, detalla Maltez.

Aumenta la informalidad

Pero además el desempleo ha provocado un aumento en la informalidad, lo que es notorio en diversas partes del país, expresa Carmen Hillaprandt, presidenta de la Cámara de Comercio y Servicio de Nicaragua (CCSN).

“El desempleo en el comercio y servicio se ha incrementado por la misma crisis económica, aunado con el impacto de reforma tributaria que no se ha revertido, el tema del 3 por ciento (del anticipo del Pago Mínimo Definitivo) que está afectando al sector empresarial porque son anticipo y las empresas se están quedando sin flujo y obviamente sin márgenes, entonces para poder subsistir si no cierran, buscan cómo estructurarse y hacerse más pequeña y eso conlleva a más desempleo”, explica Hillaprandt.

Comenta que aunque no precisa cifras de cómo ha aumentado la informalidad “es palpable, vos los ves desde la calle, vos vas a Carretera Sur o Carretera Masaya y podés ver la gente que está buscando cómo subsistir, vendiendo asado de pollo, de carne, ves en los barrios cómo ha salido gente esporádica y pone su negocio”.

Lo que viene detrás del desempleo

El economista Luis Murillo explica que el desempleo trae fuertes repercusiones en la economía como en la sociedad. “Desde el aumento de la pobreza, la reducción en consumo, desnutrición, migración y el aumento del índice delictivo”, puntualiza.

“El empleo depende del dinamismo de una economía, cuando una economía es relativamente dinámica se crea más fuente de empleo, en el caso de Nicaragua después de la crisis el desempleo ha crecido abismalmente, y esto se dio por el cierre de empresas, la paralización de las inversiones, la restricción de los créditos internacionales y eso generó que el mercado laboral redujera su capacidad para absorber personas”, explica Murillo.

Aunque no hay cifras exactas de cuántas empresas han sido lastradas por la crisis, el sector privado asegura que son las micro y pequeñas las que están saliendo del mercado. Según los anuarios estadísticos del INSS, en el 2017 operaban 35,055 empresas (pequeña, mediana y grande) y en el 2018 se redujo a 32,133 empresas, es decir que el año pasado cerraron 2,922 empresas, principalmente pequeñas.

Salario menoscabado

Pero además quienes hoy tienen empleo, han visto cómo el salario  ha perdido poder de compra rápidamente. Cada vez es más difícil acceder a todos los productos de la canasta básica, hay alzas continuas en la energía, el agua y los combustibles y a eso se suma que tanto el Estado como la empresa privada haya congelado el salario.

“A pesar que no ha subido el salario, tampoco lo precios se han disparado tanto, pero los hogares se han tenido que ajustar a una economía más pequeña, han comenzado a priorizar gasto, en otras palabras se han ajustado a la crisis, pero la pregunta es hasta cuándo va a durar eso, es una bola de nieve, y ahorita lo que está sosteniendo la economía es el mercado informal y la remesas familiares, son dos cosas que están atenuando el desempleo”, dice Murillo.

Los números del Banco Central de Nicaragua confirman las afectaciones que la crisis está haciendo en el poder de compra de los hogares. Hasta febrero de este año el salario real se situó en 4,767.3 córdobas en promedio para los asegurados al INSS mientras que en marzo del año pasado, es decir antes del estallido de la crisis, se situaba en  4,828.7 córdobas. En tanto, el poder de compra para un trabajador del Estado pasó de 5,232.1 córdobas a 5,124.4 córdobas en el periodo analizado.

La caída del salario real puede ser aún mayor, tomando en cuenta que los números antes mencionados aún no recogen las afectaciones desde marzo pasado de la reforma tributaria en los precios de los alimentos y servicios, así como el aumento de la carga de la Seguridad Social. El BCN mantiene desactualizados los números del mercado del trabajo y los salarios hasta febrero.

El desempleo, las dificultades para conseguir un puesto de trabajo y la caída del poder de compra han ocasionado que las familias limiten su consumo e incluso hagan malabares para poder cumplir los tres tiempos de comida o compensar los ingresos perdidos.

Desde que quedó sin trabajo, ahora Alejandro López está llevando la contabilidad a pequeñas empresas y en su tiempo libre da clases privadas de matemáticas a estudiantes de secundaria.

Por su parte, Xiomara Alonso no ha vuelto encontrar empleo, por lo que ahora depende económicamente de su marido. Asegura que una vez que termine la crisis piensa volver al magisterio.

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