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Nicaragua, sanciones, Daniel Ortega

¿Qué tan popular es Ortega?

Ante la falta de confiabilidad en las encuestas auxilia la lógica. Si Ortega confiase en su popularidad hace mucho tiempo que hubiese permitido elecciones libres

Muy popular, según una reciente encuesta de Sismo (Sistema de Monitoreo de la Opinión Pública) donde 59.6 apoya la gestión de Ortega y 59.3 por ciento piensa que el país va bien. Antes, el 3 de septiembre, MyR había revelado que el 36.9 votaría por él contra un raquítico 6.8 a favor de la oposición. Borge y Asociados, por su parte, publicó en agosto que 35.5 votaría por Ortega, 37.7 no sabe por quién, y un 21.4 no votaría por ninguno. ¿Qué tan confiables son estos resultados?

Un poco de historia ayuda a responder. Previo a las elecciones presidenciales de 1990, ABC/Washington Post le daba a Ortega 48 y a doña Violeta 32. Greenberg Lake, considerada como “una firma de credenciales impecables”, les daba 51 y 24 respectivamente; Univisión 3 a 2. Igual margen arrojaban tres sondeos de opinión dirigidos desde la UCA.

Tan es así que el Washington Post concluía que Ortega era “tres veces más popular que cualquier figura de la oposición”, mientras el New York Times decía, en primera plana, que “los votantes prefieren a los sandinistas sobre la oposición por aproximadamente dos a uno”.

En total, 14 encuestas favorecían a Ortega y solamente una, la de Borge y Asociados, quien entonces utilizó entrevistadores costarricenses y urnas para depositar los votos —en vez de hacer preguntas— estuvo cerca de los resultados finales que fueron 56 doña Violeta y 42 Ortega. En las elecciones de Bolaños vs. Ortega, CID Gallup le dio 49.6 al primero y 46.4 al segundo, pero los resultados fueron 56.31 contra 42.28.

¿Qué factores explican estos fallos, algunos garrafales? Uno es el Güegüense. Al nica no le gusta revelar sus verdaderas inclinaciones cuando desconfía de quien lo aborda. Me lo decía un chofer: “A mí me cae mal Daniel, pero si me llegan a preguntar a mi casa por quién votaría yo les digo que por él; yo no soy baboso”. Personas como él son legión, más ahora que la represión en los barrios es más dura que nunca. Otro factor es la falta de profesionalismo de las encuestadoras, un negocio donde los costos se elevan considerablemente entre más alejados estén los hogares a visitarse. Por eso suelen confinar sus entrevistas a poblados urbanos y sus alrededores, marginando a sectores campesinos donde el FSLN es muy impopular.

Ante la falta de confiabilidad en las encuestas auxilia la lógica. Si Ortega confiase en su popularidad hace mucho tiempo que hubiese permitido elecciones libres. Hasta es posible que las hubiese adelantado. Mientras no se abra a los cambios electorales que demanda la oposición y el exterior solo estará confirmando lo que sabemos sin ser encuestadores: su escasa y menguante popularidad.

El autor es sociólogo. Fue ministro de Educación.

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