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Nicaragua

Monseñor Rolando José Álvarez, obispo de la Diócesis de Matagalpa. LA PRENSA/LUIS EDUARDO MARTÍNEZ

Monseñor Rolando Álvarez: “Los nicaragüenses tenemos que reinventarnos”

El jerarca católico insistió en que pasaron los tiempos en “que los destinos y el futuro de nuestra patria lo decidían las élites”, porque los pobres deben tener lugares preferenciales.

Testigos del fracaso del marxismo y del capitalismo, “los nicaragüenses tenemos que reinventarnos” y establecer un sistema que responda “eficazmente” a la realidad del país, consideró el obispo de la Diócesis de Matagalpa, monseñor Rolando José Álvarez Lagos, exhortando a todos los sectores sociales a construir un único proyecto de nación que no solo permita salir de la aguda crisis sociopolítica, sino también de la extrema pobreza.

Durante la homilía en la misa que presidió este domingo 29 de septiembre en la catedral San Pedro Apóstol de Matagalpa, abarrotada de feligreses que le aplaudieron, el jerarca católico insistió en que pasaron los tiempos en “que los destinos y el futuro de nuestra patria lo decidían las élites”, porque los pobres deben tener lugares preferenciales.

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En su mensaje de 27 minutos, el obispo disertó sobre los personajes del Evangelio del día, un rico en el que “se representa la injusticia de los poderes económicos de cualquier procedencia… la ambición desmedida… la lógica del lucro”, y un pobre llamado Lázaro, en quien “se encuentra la justicia divina”.

De la ambición y la egolatría como “una carrera desenfrenada de acumular más y más bienes”, según el obispo, surge la “instrumentalización del ser humano”, utilizado como “un objeto para mis bienes e intereses personales, particulares, de grupo, de clan, de familia, de élite”.

Es allí también, dijo el obispo, cuando surgen “abismales brechas entre poquísimos, probablemente contados, yo no sé si decir con los dedos de una mano o si fuéramos un poquito más optimistas contados con los dedos de las dos manos, poquísimos que son dueños de todo un país, mientras las grandes mayorías marginales, las grandes mayorías periféricas, que es la inmensa mayoría de la población, va sacrificándose a costa hasta de sangre, diríamos, para ganarse un pancito para el día, no digo el pan de cada día, digo un pancito para el día, que es diferente”.

Citando al Papa emérito Benedicto XVI, monseñor Álvarez señaló que “el capitalismo y el marxismo fueron promesas ideológicas falsas y “nosotros tendríamos y podríamos afirmar: un capitalismo salvaje, como lo llamó el papa San Juan Pablo II, y un marxismo derrochado, traicionado probablemente en alguno de sus aspectos, trasnochado, no han sido la solución para nuestros problemas agudos. Ni lo uno ni lo otro. Han traicionado a los pobres, han traicionado la pobreza del pueblo, de los pueblos”.

“… Los nicaragüenses, que somos testigos del fracaso del uno y del otro, entre los grandes desafíos que tenemos es reinventarnos, los nicaragüenses tenemos que reinventar un sistema y estructura que respondan real, verdadera y eficazmente, no de forma demagógica, no como una verborrea de palabras, no como palabras vacías, sino real, verdadera y eficazmente, un sistema y estructura que respondan a la idiosincrasia nuestra, a la realidad de empobrecimiento nuestro, a nuestra nicaraguanidad, que realmente seamos un pueblo amigo de todos, pero alienados con nadie, ni con uno ni con el otro”, aseguró el obispo de Matagalpa.

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Además, instó a “todos los sectores sociales” a construir un solo proyecto de nación, “sin excluir a nadie, pero luego colocados todos en la mesa para lograr un camino común que nos permita salir no solo de esta crisis sino salir real y verdaderamente de esta extrema pobreza. Ese es uno de los grandes desafíos”.

Monseñor Álvarez señaló que “uno de los grandes errores” en la historia independiente de Nicaragua, ha sido pretender “importar modelos” con “soluciones mágicas” a los problemas sociales, políticos y económicos del país; por lo que consideró que la aguda crisis sociopolítica y económica que vive el país desde abril de 2018, “nos está enseñando a todos porque a todos nos has estremecido y pienso que estamos aprendiendo la lección, el pueblo se está haciendo constructor de su historia, el pueblo se está haciendo verdadero protagonista de su historia”.

“Ya pasaron los tiempos”, continuó el obispo, “en que los destinos y el futuro de nuestra patria lo decidían las élites”, por lo que insistió en que, en la mesa, los pobres deben tener “el lugar central y de auténtica dignidad humana”.

“… Había quienes hablaban en nombre del pueblo, en nombre de los pobres, en nombre de las grandes mayorías, sin que nos diéramos cuenta. Ahora, la voz de la gente, la voz del hombre de a pie, la voz del hombre de la calle, se tiene que seguir escuchando. En los cielos ya se escucha, porque tenemos un padre justo, y en la tierra tenemos que lograr que también nos escuchen”, agregó el obispo entre aplausos de la feligresía.

“Amadisimos hermanos, seguimos orando por nuestra amada Nicaragua, para que venga el tiempo y venga pronto, en que el Evangelio sea una realidad existencial en nosotros, es decir, una realidad que palpite en nuestros corazones al punto de sentarnos todos sin exclusión a la mesa, unos y otros, y donde, insistimos, el pobre tenga la centralidad digna de esa mesa”, concluyó.

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