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pandemia, recuperación, América Latina, Caribe
/ Wendy Matamoros

Las empresas y la violencia contra las mujeres

La violencia contra las mujeres no solo sucede en la casa, también se da en los ambientes laborales. Muchos ataques contra las mujeres ocurren mientras ellas trabajan. El control y la prevención de la violencia no tiene que ver con la intromisión en la vida privada. Esta violencia no solo afecta a las mujeres, también perjudica a las empresas, por lo que tienen la obligación de institucionalizar su compromiso.

El personal que labora en las empresas podría estar viviendo situaciones de violencia de género dentro o fuera del centro de trabajo, ya sea como agredidas, agresores o testigos.

Estar en cualquiera de estas tres posiciones genera un impacto directo en la dinámica empresarial y puede manifestarse de muchas maneras: con problemas de salud, desmotivación laboral, ausencias y llegadas tarde.

También con el mal uso de los recursos e incluso con accidentes laborales por distracción, lo que repercute en una menor productividad, mayor rotación de personal, aumento en los subsidios y un mal clima laboral. Esto produce pérdidas económicas que afectan la rentabilidad, sostenibilidad y reputación de las empresas.

Las mujeres están presentes en toda la cadena de valor de las empresas. Son proveedoras, contratistas y distribuidoras. Forman parte integral de la fuerza laboral y del liderazgo interno. Constituyen un enorme mercado potencial, representando la mitad de la población nacional y juegan un rol fundamental en las comunidades donde las empresas tienen presencia e impacto.

Cuando las empresas le añaden valor a su clientela interna y externa, los resultados son altamente positivos. Ignorar la violencia contra las mujeres sería poco estratégico. Sin embargo, asumir el compromiso no solo debe hacerse por razones económicas, sino también para garantizar entornos favorables a los derechos humanos y así contribuir al desarrollo del país.

Las empresas pueden y deben actuar. Necesitan diagnosticar a lo interno el problema, fortalecer y empoderar a todo el personal, sensibilizar a sus grupos de interés, integrar mecanismos y políticas sobre violencia de género, evaluar lo que hacen y dar seguimiento a los casos. Es decir, necesitan pasar de la indiferencia o la intención, a la acción estratégica.

La autora es coordinadora de Alianzas Intersectoriales y Comunicación del Fondo Centroamericano de Mujeres (FCAM). Este artículo forma parte de la campaña “ACTÚA: Empresas y organizaciones comprometidas con la prevención de la violencia basada en género”, de uniRSE, Comisión Social del Comité Interinstitucional de la RSE y Puntos de Encuentro.

Opinión empresas género violencia contra las mujeres archivo
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