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Six Sigma – La ola que viene

Uno de los aspectos de mayor valor metodológico en Six Sigma es la obligatoriedad de escuchar la voz de los clientes —los usuarios de cualquier nivel del proceso a ser perfeccionado— mediante diversos diagramas y herramientas de análisis, previniendo un error típico en el que las empresas incurren frecuentemente.

Para las empresas es un costo muy alto el desperdicio, el reproceso, los productos defectuosos, los cuales causan no solamente un daño económico grave sino también una pérdida de confiabilidad de los clientes, los cuales ven en los problemas de baja calidad de un proveedor, una variable crítica para continuar o no la relación comercial.

Esta filosofía busca encontrar las causas raíces de los productos defectuosos mediante el uso de los métodos estadísticos para el análisis de procesos, diseñando mejoras para eliminar las fallas de manera tal, que el defecto no vuelva a surgir.

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No se crea que esta es una filosofía new age, exótica o de reciente creación; porque en realidad, viene siendo usada desde hace muchos años, alcanzando actualmente un escalamiento tal, que se puede afirmar que las empresas más competitivas en sus procesos de manufactura —aunque también aquellas que producen servicios— la han adoptado como la herramienta metodológica de preferencia para elevar consistentemente la calidad de sus productos.

¿De dónde procede su nombre de Six Sigma (Seis Sigma)?

Está referido a la característica de los procesos de calidad en una producción con un esquema de distribución estándar de sus probabilidades de error. Esta lógica implica que los resultados de calidad consistentes estarán dentro de las seis desviaciones estándar o sigmas, originado en la letra del alfabeto griego —un concepto de revisión estadística básica— que permitirá entonces que sus procesos de producción puedan tener un máximo de 3.4 defectos ocurridos por cada millón de oportunidades.

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¿Parece milagroso? Es probable, pero lo cierto es que, como toda filosofía o metodología de aplicación, exige siempre “sangre, sudor y lágrimas”, al evocar a Sir Winston Churchill, el santo patrono —al menos para mí— de los enfoques serios y decididos para lograr resultados a toda costa.

La aplicación de esta herramienta implica la adopción de proyectos específicos con oportunidades de mejoras valiosas, los cuales tendrán un horizonte máximo entre tres y cuatro meses. Estos proyectos deberán ser calificados en una escala 1-5 para cada una de las siguientes categorías:

• Impacto en la estrategia
• Qué tan falto de calidad sea este proceso
• Impacto en los recursos
• Ahorros en costos; para lo cual se analizarán los siguientes conceptos:
o Análisis de costo/beneficio del proyecto
o Costos de la baja calidad
• Oportunidad de éxito

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La suma de estas calificaciones o atributos deberá ser mayor de 20, indicando entonces que es un proyecto válido para su procesamiento dentro de la metodología citada.

En esta existen también diversas herramientas de manejo de proyectos, para garantizar la correcta administración de las iniciativas, las cuales aquí, por razones de espacio y propósito no será posible enumerarlas, pero en sí mismas conforman un instrumental valioso para administrar integralmente la articulación de un proceso de mejora.

Uno de los aspectos de mayor valor metodológico en Six Sigma es la obligatoriedad de escuchar la voz de los clientes —los usuarios de cualquier nivel del proceso a ser perfeccionado— mediante diversos diagramas y herramientas de análisis, previniendo un error típico en el que las empresas incurren frecuentemente.

La implicación de Six Sigma para las compañías altamente competitivas es simplemente crucial. Sin exageración alguna, cualquier empresa que aspire a competir en un mercado globalizado, con vocación de crecimiento y expansión, tendrá forzosamente que habilitarse y llegar a ser competente en esta metodología sistemática de identificación y corrección de factores críticos, para enfocarse en iniciativas de mejoras graduales pero continuas.

Los marcos de referencia para el planteamiento de soluciones a los problemas de la baja calidad dentro de las empresas deben evolucionar a esta metodología, la cual comprobadamente ha demostrado ser muy exitosa para las organizaciones globales.

Es preciso entonces para este tipo de compañías empezar desde ya a invertir en formar a sus cuadros en esta metodología, procurando que la capacitación y certificación de los mismos sea efectuada en el exterior, en las entidades internacionales que proveen estos servicios educativos competentes.

Existe un riesgo al pretender falsos ahorros al brindar una formación mediocre en esta metodología mediante réplicas locales sin experticia o rigor metodológico, ya que es un hecho comprobado que el proceso de transmisión de conocimientos suele degradarse fatalmente al convertir toda formación en mercancía barata.

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