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Más muertes y más impunidad

El asesinato de la ciudadana estadounidense por origen, Ariana Enid Martínez García, seguramente también permanecerá en la impunidad como todos los demás, mientras Daniel Ortega permanezca en el poder.

Según las informaciones, la señora Martínez García fue asesinada en la ciudad de Matagalpa por un presunto miembro de las bandas de orteguistas armados que participaron con la Policía en la ejecución de la sangrienta represión del año pasado. Poco tiempo antes, la casa donde la estadounidense asesinada residía con su pareja nicaragüense había sido marcada por turbas orteguistas con la palabra “plomo” que pintan en las viviendas de muchos exprisioneros políticos y reconocidos ciudadanos opositores, la cual, según dicen es acrónimo de “patria libre o morir” pero en la realidad se entiende como amenaza de muerte.

Otras dos personas de nacionalidad estadounidenses han sido asesinadas en el contexto de la crisis sociopolítica que sufre el país desde el año pasado. Uno de ellos fue Sixto Henry Vera, cuyo cadáver lo encontraron en el paso a desnivel de Rubenia, en Managua, en la madrugada del 3 de junio de 2018. El otro caso, todavía más impactante, fue el del preso político Eddy Montes Praslín, asesinado el 16 de mayo de este año dentro de la cárcel La Modelo —donde guardaba prisión en condición de preso político— por un carcelero que disparó contra él su fusil reglamentario.

Una persona extranjera más, en este caso la joven brasileña estudiante de Medicina Raynéia da Costa Lima, fue asesinada en Managua el 23 de julio de 2018 por un paramilitar que disparó contra ella su arma de guerra.

Todos los crímenes perpetrados en la situación de represión y terror impuesta por la dictadura desde abril del año pasado, permanecen en la impunidad. Incluyendo los cometidos contra personas extranjeras y nicaragüenses con nacionalidad estadounidense, como Eddy Montes Praslín.

A pesar de las evidencias y pruebas recogidas y mostradas por los organismos humanitarios nacionales e internacionales, la dictadura niega su responsabilidad por los crímenes cometidos. La narrativa oficial sostiene que en Nicaragua se vive con normalidad, que se respeta el derecho a la protesta, que hay plena libertad de expresión y de prensa, y que las personas pueden circular con tranquilidad y seguridad por las calles de las ciudades, carreteras y caminos del país.

Pero el discurso de la dictadura es desmentido por los asesinatos de campesinos que ocurren de manera sistemática en las zonas rurales del país. Y lo ha vuelto a desmentir el reciente asesinato de la ciudadana estadounidense, Ariana Enid Martínez García.

Todos esos crímenes siguen impunes y en el caso de los extranjeros asesinados solo han sido condenados en notas diplomáticas. Será necesario en el futuro crear una auténtica Comisión de la Verdad que esclarezca todos los hechos de violencia letal, para que se pueda hacer justicia a las víctimas. Incluyendo a los policías que oficialmente fueron reportados como muertos durante las protestas.

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