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Seguridad y Soberanía Alimentaria: Un reto para transformar pobreza en desarrollo

Debido a su alto nivel productivo, hace medio siglo Nicaragua era llamada “Granero de Centroamérica”. En la actualidad, nuestro país ha perdido esa denominación y aquellas características que algún día le merecieron ese título. Nuestra alimentación, basada en tres granos básicos (maíz, frijol y arroz); azúcar de origen vegetal, aceites mixtos elaborados con diferente tipo de oleaginosas, solo se complementan levemente con lácteos y carnes de origen bovino, aviar y porcinos. Es decir, nuestra diversidad alimentaria es aún muy limitada.

Otra de las fallas en el balance nutricional nicaragüense se evidencia en la falta de control y equilibrio en el uso y manejo de insumos químicos aplicados en la producción de alimentos, habría que hacer un análisis espectrográfico a los principales productos de consumo popular para medir la cantidad de sustancias nocivas que consumimos diariamente y eso sin contar la gran cuantía de productos procesados que contienen vegetales modificados genéticamente (transgénicos), cuyo efecto en la salud humana, aún no ha sido determinado con amplia claridad. Un tercer elemento y muy importante es la baja cultura nutricional de la población.

El hambre en el mundo

En la conformación actual de las Naciones Unidas, existen 195 países; 193 de estas naciones son estados miembros y dos son estados observadores no miembros: (la Santa Sede y el Estado de Palestina). En 1996, con la participación de 185 países se celebró la “Cumbre Mundial sobre la Alimentación” (CMA) que pretendía explorar las vías para la erradicación del hambre global. Aquí se aprobó el “Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación” que pretendía iniciar el proceso de erradicación del hambre mediante la ejecución de acciones para reducir a la mitad el número de personas subnutridas en el mundo a más tardar para el año 2015. Este plan fue evaluado en 2006. La evaluación demostró que hasta esa fecha, los resultados no tenían la tendencia deseada. Según información más reciente de la FAO a nivel mundial la subnutrición ha ido en aumento desde 2014

A nivel mundial, el factor alimentario es determinante en la medición de la pobreza. Las estadísticas globales de la ONU en 2018, indican que 821 millones de personas sufren de hambre, otras fuentes registran un poco más de 900 millones. Según la misma fuente, en América Latina 6 % de la población está subalimentada. No obstante es irónico que en los países con mayores problemas de seguridad y soberanía alimentaria las autoridades desconocen su significado y sus alcances. Partiendo de la premisa, que los pilares de la alimentación están basados en disponibilidad, acceso, consumo y aprovechamiento biológico, y en el contexto de las actuales condiciones de crisis, vale la pena hacer una revisión de la trayectoria de este componente esencial del Desarrollo Humano.

Basado en los aspectos ya abordados, se puede deducir empíricamente, sin recurrir al cálculo de cifras aproximadas, que el número de subalimentados en nuestro país se ha incrementado. Esta afirmación se puede justificar soportándola desde su génesis, con los siguientes argumentos:

La corrupción sistémica: La enajenación de la institucionalidad, la estructura y sistema estatal, han sido causa directa del empobrecimiento, desigualdad, nepotismo, exclusión social, violencia e insostenibilidad económica. Como consecuencia, la crisis sociopolítica es un fenómeno que ha movilizado la “acción colectiva” y sentado las bases para la transformación y refundación del sistema de gobierno en Nicaragua. Inevitablemente y ante la falta de consenso de las partes en contienda, la población más vulnerable está pagando las consecuencias de esta metamorfosis nacional que ahora incide directamente en la disminución de capacidades para solventar sus necesidades alimentarias.

La migración política: Otro efecto de la crisis sociopolítica es la movilización de aproximadamente 100,000 personas que han emigrado principalmente hacia Costa Rica, España y Estados Unidos.

Muchos de estos migrantes viven en condiciones extremadamente precarias en términos de alimentación, acceso al empleo, vivienda, seguridad y condiciones sanitarias, entre otras circunstancias que afectan su calidad de vida. Ellos no pueden excluirse de las estimaciones nacionales de inseguridad alimentaria y déficit nutricional.

Descapitalización del Sistema Financiero y reforma tributaria: Los bancos han soportado una fuga de capitales sin precedentes. Según fuentes oficiales y otras de todo crédito, hasta abril del presente año, el Sistema Financiero Nacional había sufrido la fuga de 1,352 millones de dólares. Por otra parte, la reforma en la tributación nacional y el congelamiento salarial, han reducido la capacidad adquisitiva de la población. En consecuencia, la capacidad económica para diversificar y gestionar “el acceso” y el “aprovechamiento biológico” de los alimentos se han visto drásticamente disminuidos.

Crisis global del café: El fomento a las actividades agrícolas claves como el café, rubro que dinamiza la economía de más de trescientas mil personas y es fuente de divisas líquidas para el país, ha sido limitado. Como resultado, mucha de la agricultura de subsistencia, que era subsidiada por este rubro, se ha visto disminuida. En adición, las condiciones del clima durante los ciclos 2017-2018 han desfavorecido la producción de alimentos (baja disponibilidad, acceso y consumo).

Incremento del desempleo: Es otra de las derivaciones de la crisis, que provoca la disminución de la productividad integral del país. Este fenómeno está transformando la dinámica socioeconómica que traslada al desempleado, al subempleo y la informalidad. En todo caso, la transformación laboral es una condicionante clave del acceso a una alimentación de calidad.

Las alternativas de solución

a. Solucionar la situación de crisis sociopolítica: diálogo, inclusión, transformación política, innovación socioeconómica y refundación del sistema estatal y social nacional que implique una reconstrucción integral del estado y la sociedad.
b. Favorecer la repatriación de todos los migrantes nacionales (capital humano y social) cuya motivación de movilidad ha sido provocada por causas políticas.
c. Recapitalización del Sistema Financiero Nacional mediante la creación de un ambiente de confianza financiera y de estabilidad integral. Transformación tributaria y salarial que incluya a todas las fuerzas productivas, sin exclusiones, ni exoneraciones para fortalecer la dinámica socioeconómica nacional.
d. Diversificar la producción cafetalera y nacional con rubros de alto valor comercial, promover la agregación de valor y transformar la gobernabilidad y sinergia en las cadenas de valor agropecuarias e industriales.

Opinión Soberanía Alimentaria archivo
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