Un estudio realizado por la especialista en temas de seguridad Elvira Cuadra y que analiza los asesinatos ocurridos en Nicaragua entre octubre de 2018 y agosto de 2019 demuestra que el 23 por ciento de los asesinatos fueron cometidos con armas de guerra.
Este es el hecho más preocupante del estudio, dice Cuadra, quien afirma que se trata de “un elemento que no estaba presente con anterioridad”. La especialista explica que la situación “muestra que las armas de guerra son nuevamente un problema crítico de seguridad para el país; que están circulando libremente otra vez, ahora en manos de civiles y aparentemente, sin control del Estado; y en consecuencia, los riesgos de mayor violencia y tráfico ilícito de armas se incrementan en el país”.
Especialistas en temas de seguridad advirtieron sobre los riesgos que el régimen de Daniel Ortega permitiera que civiles armados se desplazaran en las calles portando armas de guerra, bajo la venia de la institución policial. De acuerdo con información publicada por este Diario en 2018, el investigador Roberto Orozco, señaló que ese tipo de armas-de guerra- es de uso exclusivo militar, y son consideradas de alta potencia.
El desarme de grupos parapoliciales fue una demanda de organizaciones nacionales e internacionales, a la que el régimen nunca respondió, y más bien, el mismo dictador Daniel Ortega denominó a los grupos parapoliciales como policías voluntarios.
Vínculos políticos
Cuadra analizó 59 casos con 66 víctimas mortales, los que fueron expuestos con datos preliminares a través del estudio una Espiral de Muerte en Nicaragua 2018-2019. El estudio demuestra, además que, a diferencia de años anteriores, un porcentaje alto de estos delitos fueron cometidos con armas de fuego: 54.5 por ciento.
Otro de los puntos esenciales identificados por Cuadra es la vinculación política de los perpetradores de los hechos. En 20 casos ocurridos en 2019 hay algún tipo de relación política, ya sea con policías, paramilitares o ambos.
La especialista explica que en años anteriores se observaba violencia política en situaciones muy específicas como las campañas electorales y en actividades de movilización, pero no llegaban a ese tipo de consecuencias. También existen casos de asesinatos en los que se denunció una motivación política pero eran menores en cantidad con los que se han contabilizado a la fecha.
A las características expuestas se suma el nivel de violencia empleada en los asesinatos. “En más del 70 por ciento de los casos, las víctimas recibieron más de un disparo y en el 15 por ciento recibieron más de una herida”, apunta el estudio.
Lea Además: Paramilitares asedian a miembros de la UNAB
Situación incierta para Nicaragua
Mientras se mantenga la represión policial y la actuación con impunidad de los grupos paramilitares, lo que se avizora en el escenario de corto plazo, es mayor inseguridad y violencia en todo el país, y particularmente en las zonas rurales, expuso Cuadra.
Cabe mencionar que los grupos que nacieron como organizaciones violentas con propósitos políticos como los paramilitares pueden convertirse fácilmente en grupos delictivos, ya sea para cometer delitos comunes o bien, vinculándose con el crimen organizado transnacional. Podrían cometer distintos tipos de delito con una motivación más económica o puramente delictiva que política, establece el estudio.