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Los que están muriendo, Nicaragua

¿Hacia un nuevo baño de sangre?

La democratización se define como el proceso de transición que lleva de un gobierno autoritario a uno democrático, a la que se resisten las dictaduras

O hacia una transición pacífica hacia la democracia, son los dilemas fundamentales y acuciantes que vivimos los nicaragüenses.

Analizando procesos similares a los que actualmente vivimos en Nicaragua, luego de “oleadas democratizadoras” de naciones que lucharon en el pasado por su libertad y su democracia, vivimos un período de relativa calma artificial impuesta por la fuerza militar o policial, o ambas. Esa calma o “pax romana”, “paz de los cementerios” —dicen otros—, da paso, si no hay satisfactores políticos y sociales a más inestabilidad, a profundización de las crisis y a nuevas movilizaciones y estallidos populares, en una constante tensión entre represión y demandas que podría prolongarse hasta llegar a una contradicción fatal entre proyectos totalmente antagónicos: libertad o sumisión, dictadura o democracia, ciudadanía o vasallaje y, en las condiciones actuales, más represión, más asesinatos, más cárcel, más torturados, más exilio, más pobreza, más desigualdad, lo que nos lleva de la mano al círculo nefasto de repetir la historia ahora de manera más inhumana. O, la otra alternativa del diálogo, la apertura, la distensión, el entendimiento. La razón versus la fuerza bruta. ¿Será este gobierno capaz de entender que la “olla de presión” social continúa hirviendo? Que a mayor represión habrá más resistencia no sumisión, y que las apariencias engañan a la lógica militar, que pretende sofocar las aspiraciones de libertad de un pueblo, que ya ha recorrido esos caminos y que sabe perfectamente que su lucha debe ser eminentemente cívica, y de convicciones patrióticas.

En nuestro país vivimos una “calma chicha” que se manifiesta en una superficie aparentemente normal, pero en el fondo los sucesos de abril con su secuela de asesinatos y flagrantes violaciones a los más elementales derechos humanos nos tocan la memoria y la conciencia que nos impele a demandar justicia y no repetición, entre otros elementos de una necesaria justicia transicional. Las variables apuntan a que de no haber transformaciones para normalizar de verdad el país y, todo lo contrario, se imponga la lógica de una guerra absolutamente asimétrica, entre un gobierno armado y preparado bélicamente contra su propio pueblo, por el solo hecho de querer elecciones libres y a vivir en democracia y en paz, estamos en el preciso momento de evitar que “no vuelva a llegar la sangre al río”… aunque eso no está en manos de los ciudadanos, sino del gobierno.

La democratización se define como el proceso de transición que lleva de un gobierno autoritario a uno democrático, a la que se resisten las dictaduras. ¿Será posible aún que un régimen como el actual decida darnos una oportunidad para la paz?

El autor es coordinador de la Comisión de Relaciones Internacionales del Partido Ciudadanos por la Libertad.

Columna del día baño de sangre democracia archivo

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